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Desde un punto de vista estadístico, la casualidad vendría a ser una irregularidad con carácter de excepción. Fuera de la estadística (¿cuán grande es ese lugar?), las explicaciones se desparraman entre lo esotérico y lo religioso (que vendrían a ser lo mismo), por un lado, y lo psicológico por el otro.
A mí me pasó así: Cuando estoy llegando a la mitad de "Crónica del pájaro que da vuelta al mundo", del imparable Murakami, se me da por leer "Man in the Dark", de Paul Auster. Bien, dejo el primer libro cuando el personaje había caído dentro de un pozo en un jardín, del que no podía salir ya que era muy profundo. Levanta la cabeza y ve, recortando la luz del cielo, la cabeza de una mujer, quien finalmente le tenderá una soga para que salga.
En el libro de Auster, después de algunas páginas, un hombre está en un pozo, escucha ruidos y disparos desde allí abajo, pero no puede salir porque es muy profundo. Hasta que un hombre se recorta en la claridad y lo saca de allí. Me sorprendo, claro.
Total que en el cable pasan Chinatown, y otra vez veo esa gran peli de Polanski, con un Jack Nicholson tremendo. Mientras la miro, ratifico que para mí, Marlowe, Spade y hasta el vernáculo Etchenike, son aquel J.J. Gittes, con sus ayudantes, o su oficina, o su picardía, o su soledad.
Bien, busco en la computadora y veo que tengo La Señal, la peli de Mignona, con lanzamiento póstumo. Más allá de las debilidades de la película (muchas y obvias), otra vez el investigador privado, el ayudante, la picardía, el caso de una mujer que miente, impostores, muertes y desilusiones.
Ahora estoy volviendo a Felisberto Fernández. No quiero sorpresas.
Over.
Desde un punto de vista estadístico, la casualidad vendría a ser una irregularidad con carácter de excepción. Fuera de la estadística (¿cuán grande es ese lugar?), las explicaciones se desparraman entre lo esotérico y lo religioso (que vendrían a ser lo mismo), por un lado, y lo psicológico por el otro.
A mí me pasó así: Cuando estoy llegando a la mitad de "Crónica del pájaro que da vuelta al mundo", del imparable Murakami, se me da por leer "Man in the Dark", de Paul Auster. Bien, dejo el primer libro cuando el personaje había caído dentro de un pozo en un jardín, del que no podía salir ya que era muy profundo. Levanta la cabeza y ve, recortando la luz del cielo, la cabeza de una mujer, quien finalmente le tenderá una soga para que salga.
En el libro de Auster, después de algunas páginas, un hombre está en un pozo, escucha ruidos y disparos desde allí abajo, pero no puede salir porque es muy profundo. Hasta que un hombre se recorta en la claridad y lo saca de allí. Me sorprendo, claro.
Total que en el cable pasan Chinatown, y otra vez veo esa gran peli de Polanski, con un Jack Nicholson tremendo. Mientras la miro, ratifico que para mí, Marlowe, Spade y hasta el vernáculo Etchenike, son aquel J.J. Gittes, con sus ayudantes, o su oficina, o su picardía, o su soledad.
Bien, busco en la computadora y veo que tengo La Señal, la peli de Mignona, con lanzamiento póstumo. Más allá de las debilidades de la película (muchas y obvias), otra vez el investigador privado, el ayudante, la picardía, el caso de una mujer que miente, impostores, muertes y desilusiones.
Ahora estoy volviendo a Felisberto Fernández. No quiero sorpresas.
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