domingo, 25 de marzo de 2012

Flotando.

Para quienes leemos literatura inglesa en su idioma original, una novela de Ishiguro nos conectará indudablemente con ese Queen’s English que nos enseñaron en nuestros años de estudio de ese idioma. Una forma de hablar y escribir el inglés británico, que se da en una pequeña parte de la isla. En otras palabras, una versión demasiado correcta, prolija, elegante, casi irreal.

Nos encontraremos con expresiones tales como “I remember my having told you”, “It´s been most kind of you, sir”, o bien tantas palabras de origen latino, que a nosotros nos suenan familiares, pero que a un anglosajón lo remite a un nivel superior: “timid”, “converse”, “sentiment”, “impertinent”. O ese “why” en medio de la oración.

Para quienes no podemos escapar de esta observación, las novelas de Ishiguro nos deparan este registro. Al menos, a mí, me detiene, ya no a modo de obstáculo sino de análisis paralelo.

En cuanto a la novela, en An Artist of the Floating World sin dudas encontraremos similitudes con su famosa The remains of the Day. Más que nada en la presentación de clases sociales, formas de dirigirse a otra persona según su posición, y por qué no, la aquiescencia inquebrantable ante estructuras socio-culturales.

La historia es poco compleja: un pintor reconocido recuerda hechos de su vida, gatillados a partir del casamiento de su hija menor. Y en esos recuerdos, ingresarán las posturas morales y políticas de alguien que cometió errores que en su presente podrán complicar ciertas decisiones.

Una obra breve, y por eso mismo sorprendentemente morosa, donde escenas de crucial significado se hilan con diálogos ingenuos e irrelevantes. Kazuo Ishiguro trabaja lo simple, pero con las repercusiones que esa palabra esconde. Un diálogo en el jardín puede compendiar, solapadamente, el fondo de la cuestión.

Ciertamente no estamos ante lo mejor de su producción, pero no podemos dejar de afirmar que el tratamiento del personaje principal es impecable. Alguien que parece, dócilmente, arrepentirse de algunos errores, y que justamente, con la misma sospechosa liviandad, jamás lo hace.

Over.


PD: Es en esta novela donde aprendí el significado de un "miai" o de un "go-between", tan araigados en la cultura japonesa, aunque en mucho menor grado hoy en día, según cuentan las crónicas actuales.


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