Llenamos de carteles el camino, definimos lo bueno y lo malo y punto, lo que pasa es que tengo la duda de no poder hacer más que sustituir esos carteles de los que te hablo, habría que aprender a vivir sin ellos, bueno, sí, otra vez me mirás y me decís, “yo también soy un cartel”, y yo pienso que te quisiera contestar pero no puedo, “pienso que pienso”, esas tres palabras juntas son impresionantes, la idea del pensamiento atrapado en una caja china, o en un inmenso espiral infinito cuyo mareo es tan tenue que ni siquiera nos damos cuenta de que estamos girando, basta, quiero detenerme, tan sólo quiero observar cómo el aire va llenando tu cuerpo, cómo los ojos se te quieren escapar de los párpados,
tengo la sensación de haber usado demasiadas palabras para decir dos o tres cosas, haber manipulado ideas sin sustento, haber empañado todo con explicaciones, haber abusado de un solipsismo al que ni yo sé si termino de subscribir, no sé, no sé qué hacer, quizás hacer algo en esas circunstancias no es lo más aconsejable, mejor quedarse quieto, esperar, ojalá pudiera esperar, ¿esperar?
Over.
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