Como a Renzi en Blanco Nocturno, me suele ocurrir que escucho a la gente hablar y me detengo en una palabra, pienso por qué la dijo, la busco en contexto de otra cosa, la traduzco, y fácilmente pierdo el hilo del discurso. Una digresión interna que no domino. Pienso en las tildes, en las palabras que llevan h, o que ya no llevan, sin son graves o esdrújulas, si tienen más de cinco sílabas. Cosas así.
El otro día pude ver el cartel publicitario del nuevo libro de Narda Lepes (cocinera de belleza única), “Qué Cómo Dónde”. Al principio, las tres palabritas me llevaron al gran cuento de Cortázar. No me causó gracia. Lo olvidé.
Enseguida pensé en las palabras y las tildes. Esos tres pronombres interrogativos, directos o indirectos, llevan tilde, siempre y cuando, claro está, cumplan dicha función. Por caso, la palabra “como”, en este contexto y sin tilde, no es más que la conjugación de la primera persona singular del verbo comer en presente. Es decir, hay un acento cuasi diacrítico en el juego de palabras.
Y sí, como es un libro de gastronomía, el guiño está en la doble interpretación de la frase: “Qué puedo comer y en dónde”, o bien la seguidilla interrogativa que busca existencia, modo y lugar.
Igual, en mi pasajera opinión, el juego no salió bien. Yo hubiera dejado “como” así, sin tilde, para que la gracia naciese en la música mental, en la pura oralidad, ganadora y liviana de marcas y grafías. Punto.
Over.
El otro día pude ver el cartel publicitario del nuevo libro de Narda Lepes (cocinera de belleza única), “Qué Cómo Dónde”. Al principio, las tres palabritas me llevaron al gran cuento de Cortázar. No me causó gracia. Lo olvidé.
Enseguida pensé en las palabras y las tildes. Esos tres pronombres interrogativos, directos o indirectos, llevan tilde, siempre y cuando, claro está, cumplan dicha función. Por caso, la palabra “como”, en este contexto y sin tilde, no es más que la conjugación de la primera persona singular del verbo comer en presente. Es decir, hay un acento cuasi diacrítico en el juego de palabras.
Y sí, como es un libro de gastronomía, el guiño está en la doble interpretación de la frase: “Qué puedo comer y en dónde”, o bien la seguidilla interrogativa que busca existencia, modo y lugar.
Igual, en mi pasajera opinión, el juego no salió bien. Yo hubiera dejado “como” así, sin tilde, para que la gracia naciese en la música mental, en la pura oralidad, ganadora y liviana de marcas y grafías. Punto.
Over.
2 comentarios:
Y también podría ser la comparación “ qué como dónde “ ,no?
B
Claro, qué tipo de comida en qué lugar, sos una genia, muá!
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