Yo, que hablé y dije, ahora soy un oído a la fuerza, y por eso me invitan a comer, a jugar, a cualquier cosa, porque oigo, soy una inmensa oreja que seduce. Ahora qué hago, porque sólo me salen monosílabos, interjecciones, cada tanto una caída de ojos. Y hablan, hablan, hablan, hasta que sólo soy eso, una oreja que quiera cerrarse y no puede. Porque no se puede dejar de oír. Es como un defecto que tenemos, o quién sabe, a lo mejor lo pensaron bien. Es la última defensa. Will you please be quiet, please!
Over.
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