lunes, 9 de enero de 2012

Guiar.




Por la mitad de Curling, la pellícula de Denis Côté, se me vino la imagen del famoso Soleil Levant, de Monet. Esa impresión difusa que sin embargo nos deja entrever toda la escena.

Quizás sea importante saber que "curling" es el nombre que se le da a un deporte poco conocido en Argentina, y que consiste en hacer deslizar una especie de disco con manija sobre una superficie de hielo. En medio del lanzamiento, mientras el disco pierde fuerza, se puede frotar un cepillo por delante, para ir calentando el hielo y lograr algunos metros más, es decir, extender, de algún modo, el fin del movimiento.

Dicho esto, la peli de se puede interpretar como las consecuencias de la rectitud, de cómo la rigurosidad de las decisiones que tomamos, puede comernos vivos. Un padre aislado, que a su vez aisla a su hija de doce años, que a su vez tolera todo como el pez que tolera su pecera. La escapatoria de la niña es una ¿madre? presa. La escapatoria del padre es la hosca elección de anularse como ser humano para, quizás, no recibir ningún golpe. Pero los golpes entran igual, por azar o descuido, en la ciudad o en medio de la nada.

Entonces todo es un suave desfile de emociones, con algunos estereotipos quizás, pero con el objetivo de contrastar actitudes.

Este tipo de largos, esconden en su minimalismo, una ambición que no pocas veces pierde el control. El fondo de la narración gira sobre dos deportes, el bowling y el curling, conectándose por la grácil habilidad que demandan ambas actividades, la búsqueda de un sitio exacto donde dirigir un objeto. Una vez que se tiene eso en cuenta, el resto del film navega, espejado, por el mismo canal, ensayando metáforas no siempre precisas.

Por eso, que todo se desarrolle sobre un blanco general, no es más que la necesidad de golpear con el rojo sangre, detenido en varios cuerpos. Y de ahí a esa aparición de un tigre en medio del bosque nevado, como rotura total de la escena, como alerta un tanto grosera.

Una interesante obra, de lograda fotografía y actuaciones más que ajustadas. Por momentos conmueve, y por momentos perturba. Cuando se empieza a reflexionar sobre todo lo que está pasando, es imposible no sentir que algo aturde. En pleno silencio, aturde.




Over.

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