viernes, 15 de mayo de 2009

Cartas



Carta Nº 6


Que el día que me sueltes no intente en vano gastarse en un caracol de telarañas, que ese día sea el tenue azar de otro sol menos negro, sin los efectos de la noche retrasando lo que ya no vuelve, que tu cara de idiota mirándome también se estanque en el espejo que me acosa, que tu aburrida mañana de soledad se desperece de amores prefabricados, que tu antídoto de desmemoria se retuerza de impotencia, que un relámpago imposible me lleve a casa, que tu jardín de vidrios y fiebre no me asuste al recordarte, que mi sueño no se caiga de la noche, inútil y frío.

Que regreses al mar con tus candados y amuletos, que sepas que además de Girondo y Pizarnik también es posible mi palabra, que una isla de diez segundos me deje decirle gracias y tocarle el hombro, que cese este viaje inmóvil, que no vuelva el rencor a intoxicar tu risa.

Que los bordes de la Ciudad no renuncien a su impostada seguridad, que la última mirada que me permitiste sea el mensaje irreal de una lengua que miente, que el amor que nos olvida no sea más que una burla de la piel que no nos toca, que Buenos Aires sea una hora en algún lugar que no duela.

Que pueda volver al día en que supiste que te habías rendido y mi cara te obligue un par de horas más de vida, que nuestro pacto de sangre no coagule en el olvido, que al otro Pacto no lo roce la contingencia, que vuelvas a mi edad y sepas que cuando yo sume estos años vos no estarás, que la anécdota de nuestros primeros pasos sea la historia del mundo, que mi yo bostece menos costumbre.

Que no vuelvas al vértigo de memoria y cenizas, que los inviernos no lloren jazz cuando el frío no te alcanza para dormirte, que hayas sabido que mi mano se te negaba por ignorancia y que yo sé que la tuya no aparecía por simple timidez.

Que las avispas del tiempo renuncien a su show, que indultes al insomnio de noches en vano, que la sentencia sea un borrador por corregir, que mi boca module las palabras que no digo, que no baje tu pulso al soñarme, que ya no veles primaveras iguales, que tu coartada moral se te incendie de repente, que el fuego elija, y que así sea. Y que así sea.


Over.


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