miércoles, 20 de mayo de 2009

Para siempre y un día más. Tremendo!





En la "A": Aristóteles, Arlt, Artaud, Auster. El teléfono dejó de sonar. Ella vino despacito desde la cocina abrazando el té de menta con las manos. "No entiendo esa manía que tenés por el orden alfabético de los libros, además ¿por qué según el nombre de los autores y no el de las obras?”, dijo ella con ternura, como decía casi todas las cosas que podían no caer bien.

"Quizás por lo desordenado que soy para todo el resto", dijo él, por decir algo.

Ella se sentó y lo miró como esperando otra respuesta. "Bueno, sí, podría ser según el nombre de los personajes principales también", a lo que ella sugirió casi con ironía: "O según la segunda letra del título, o de la protagonista femenina, o de la primera letra de la segunda palabra, etc."

Entonces mientras él la besaba, ella jugaba a que no lo aceptaba, a que su mirada no la tranquilizaba ni la hacía sentir que los últimos dos años habían sido casi perfectos. En ese momento abandonaba el juego y se asociaba a esa urgencia y tensión compartidas. Las manos aferrándose al borde de la mesa. Ganas de llorar por momentos. Manos que parecían multiplicarse por todo su cuerpo. Y después del fin, mirarlo y decirle: "Forever and the day."


- Qué lindo lo de “forever and the day”, ¿no?
- Lo de para siempre y un día más.
- Lo del día más es precioso, es una frase tan tonta y vulgar y a la vez tan increíble, ¿no te parece?
- Sí, te entiendo.
- Igual no importa.
- ¿Qué no importa?
- Estaba pensando que llegar significa una detención final, un atascarse y no salir más. Sería mejor estar siempre en un tren, siempre yendo, eso, siempre en esa dimensión de ir.
- Y no volver.
- ¿Me contás un cuento?



Over.


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