lunes, 27 de julio de 2009

Cuarteto para Autos Viejos

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"Las cosas pasan, y siempre dejan algo que se ignora"


Creo que primero llegó de la mano del cine: esa tentación de unir historias que pueden o no tener que ver entre sí, aunque como si una ley no escrita debiera ser acatada, siempre se “debe” ver el gastado hilo conductor. En el caso de esta novela, Vitagliano comienza muy bien, retratando el sórdido desarrollo de una pareja que se hunde pero no puede separarse. Infidelidades y resignación, dos tópicos bien tratados para el hombre que hacía las casitas con fósforos usados, y Leticia, la mujer que contempla esa distracción sólo para fundamentar su retirada.

Dije: comienza muy bien, pero no dije todavía que cada historia va perdiendo fuerza, quizás no por su argumento, sino por la forzada necesidad de hilación. De repente nos vamos dando cuenta que ella es la amante de él, quien a su vez se sube al taxi del compañero del otro, hasta que en un hospital está la hermana del primero, y así se cierra el espacio de personajes. Esa frágil cornisa que media entre la literatura y la telenovela, aquí, se va corriendo todo el tiempo.

Termino: una novela aceptable, que podría haber sido mucho mejor, adivino, si se hubiese prestado más atención al argumento que a la estructura. Quizás la próxima esté mejor.

Al margen, es sorprendente, y lo señalo en referencia a otra novela que acabo de terminar de autor argentino, la cantidad de errores de ortografía o sintaxis. Me refiero a tildes (“que” y “como” cuando indican interrogación o exclamación de forma indirectas) o bien falta de relación entre algunas estructuras gramaticales básicas. No es culpa del autor, porque en miles de palabras, es lo más común que suceda. Llama la atención cómo editoriales de la talla de Anagrama, o bien Eterna Cadencia, en este caso, no recurran a correctores más prolijos. O que les paguen a los que tienen. Parece una tontería. No lo es.




Over.



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