miércoles, 9 de marzo de 2011

Así - II

II

Expuesto lo anterior, encuentro oportuno permitir que mi exposición descanse sobre un texto preci(o)so que escribiera Nietzsche en su famoso Más allá del bien y el mal. Transcribo:

(…) en el fondo de nosotros, totalmente “allá abajo”, hay algo rebelde a todo aleccionamiento, una roca granítica de fatum (hado) espiritual, de decisión y respuesta predeterminada a preguntas predeterminadas y elegidas. En todo problema radical habla un inmodificable “esto soy yo” (…) Muy pronto encontramos ciertas soluciones de problemas que constituyen cabalmente para nosotros una creencia sólida; quizás lo llamemos en lo sucesivo, nuestras “convicciones”. (231)

El filósofo habla desde la experiencia y la observación, sobre una realidad que años más tarde la ciencia explicará haciendo uso de los genes y las estructuras de ADN. Pero a qué hace referencia exactamente. Bueno, desde el sentido atávico hasta el inevitable ordenamiento de nuestro ser. De la imposibilidad de excluirnos, de jugar a ser otro con la ilusión de transformarnos.

En nada ni en nadie nos podemos transformar, somos nosotros, roca impenetrable y final. Haremos toda la fuerza del mundo para alejarnos de nuestros fantasmas, esos mismo espectros que alimentamos por las noches con dedicación y esmero. Escucharemos palabras de ocasión, instrucciones, consejos. Pero seguiremos untados de melancolía y nostalgia, porque así nacimos, los que nacimos de este lado, y será nuestra vida el férreo anhelo de no pensar más de la cuenta.


Over,

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