Nuestra precaria eternidad medida en años, entonces creamos en esta hora de los cuerpos, interminable hora encerrada para siempre y que sólo eso sea suficiente para aceptar.
Aceptar las palabras que muerden tus labios y me acarician hasta lastimar. Hasta condenarme a no soltar jamás ese minuto. Hasta reventar de presente toda mi existencia. Vivir el hoy como el final del embudo, sin detrás ni delante: un espejo imposible, a oscuras, persiguiéndome a traición.
Over.
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