miércoles, 10 de agosto de 2011

Pozo negro


La serpiente detenida, como fondo de la sala.

No tengo derecho a tu noche, lo sé,
Ya vi los cuervos en tus ojos de niña perdida.
No puedo abrir mi torpe inteligencia ante tu cuerpo,
O tu boca de palabras sin tregua, sin historia.

Sigue detenida la serpiente, arriba en la habitación,
También sobre tu rostro dormido y mi mano.
Pedís algo, en susurros, pero no a mí. ¿A quién?
A quién le armarás el sueño y el rencor.

De qué sirven, ahora, las cartas extranjeras,
El sol a destiempo y mi discurso universal.
Por miedo o por convicción, o por las dos cosas,
Antes de que cese la noche, serás sombra, hueco,
Y yo nada. Nada.



Over.



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