domingo, 5 de octubre de 2008

El espejo atrasa hacia el futuro. Lina estuvo ahí.






Lina nunca deja las cosas claras.


Antes del inevitable cumpleaños de Nanu, y por gracia de una Lina equilibrante, nos juntamos en casa para beber un imbebible ajenjo.
Lina llegó última, y cuando abrí la puerta aproveché para pedirle que me explicara qué había decidido.”Nada”, me dijo, “todo bien”, agregó, “¿ya están todos?”, terminó. ¿Los sábados también actuás?, le dije con desdén. “Fijate que quede bien cerrada la puerta”, le pedí sin detenerme a ver su cara de fastidio. La última ironía, es puñalada fatal, touchê!

Coki empezó con la de la teoría de la relatividad y el famoso ejemplo del hombre volando con el espejo a la velocidad de la luz. Pero antes de agenciarse el primer vasito de esa agua en llamas, tiró el anzuelo: “Cuando nos miramos al espejo, lo que estamos viendo es nuestro pasado, hasta ahí nada nuevo, ya que la luz rebota en nuestro cuerpo, va hacia el espejo y esa misma luz rebota para que nuestros ojos puedan ver la imagen. Como la luz tarda un tiempo en hacer esos “viajes”, lo que vemos en el espejo es algo que ocurrió. Pero todo es tan rápido, que esos recorridos de la luz son imperceptibles, y entonces, de algún modo, vemos el pasado en el presente.” Atragantado por sus propias palabras, Coki apenas bebió un sorbo del líquido. Tembló su cara y se cerraron sus ojos. “Bien”, dijo, y continuó

“Pero hay más. Cuando nos miramos en el espejo, y por ejemplo levantamos la mano izquierda, ese movimiento se repetirá más tarde en el cristal, es decir, en un futuro, por lo tanto, podemos decir que el espejo atrasa hacia el futuro. ¿Qué tal?”

Lina se acercó a mi oído y me dijo: “Otro Borges de cotillón”. Cuando quise girar hacia ella, con el puñal aún clavado, me dijo sin entonación: “Se parece a vos cuando estás borracho.”




Over.



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