Vaya uno a saber las cuentas que otro ser humano se debe, se apunta, se estremece por saldar con apremiante prontitud.
Somos, además de todo lo que dice el manual, un rosario de cuentas pendientes, que se acumulan en los sueños, bajo el ala de los amores imprevistos, alrededor de los padres, los hijos, tu humilde opinión sin intención, y todas las veces que decimos hola y adiós. Hola y adiós.
A Julio Médem le debe haber ocurrido algo semejante.
Interesante, claro, porque si quisieras describirlo, tendríamos que decir que se trata de un montón de entrevistas a diferentes actores del conflicto, políticos, parientes de gente asesinada por ETA, gente amenazada por ETA, gente que ha sufrido atentados, historiadores, sociólogos, presidentes, ex presidentes, sindicalistas, militantes, y demás personas de aquí y de allá. Por lo tanto, voy a hacer una cosa. Me voy a decretar la obligación de exponer el conflicto vasco en un párrafo, y el sentimiento que me dejó la película, en otro. Para alguno de los dos tópicos, la extensión es realmente breve. Irremediablemente breve.
El llamado "país vasco" es una región del norte de España y el sur de Francia, extensión que ostenta una lengua (el Euskera), una cultura, una historia y una tradición. Como en el caso de los catalanes, ni las prohibiciones ni la propaganda oficiales, lograron que su cultura e idioma fueran condenados a los libros de historias, del mismo modo que en Argentina se hizo con los aborígenes. Por otra parte, este ímpetu de identidad, tiene en el país Vasco, un brazo armado y un brazo político, cuyos límites se van corrigiendo con el viento de turno. Al brazo armado lo conocemos todos, se llama ETA, y a sangre y fuego intenta asignar su idea de “vasquedad”, montada a una independencia sin condiciones y a la pasmosa imposición de la propia cultura.
¿Acá debería yo opinar sobre el conflicto vasco? Justamente, sería precipitado. Lo único que agrego es que no creo en las banderas, las patrias, las religiones, tus patrones culturales, tu mandato social, tu impuesta historia familiar, las escarapelas, las nacionalidades, tus fronteras. Tus fronteras. Sí creo en la violencia, en el fuego y en la sangre. El punto es la alquimia. Siempre es la alquimia. Y el alquimista, claro.
Over.
PD: Mi humilde poema: "San Sebastián"
Yo vi tu frío, de primer amor y encanto,
Alumbrado de esplendor ante tu calma opulencia.
Te debo días de vida, de inocencia y libertad.
Tus formas de mujer, tu ansiado mar helado
¿Qué puedo pagarte con palabras?
¿Qué te he dado para que me des?
Ahí, donde conviven la historia y la posteridad
Ahí, donde falsamente caminamos tus calles
Ahí donde subimos para ver mejor. Ver mejor.
Donostia de horrores, de placer y noche.
A ti vuelvo. Y me quedaría.
Me quedaría.
Y lo haré.
Algún día lo haré.
3 comentarios:
Cuantas ganas de volver a ver ese mar.Cierto?
B
Como el detergente... :-)
y qué ricas las papas fritas, mmmmhh, y qué triste el chopped pork :-(
y si... en Ezeiza se vive mejor...
B.
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