jueves, 23 de octubre de 2008

Palabritas



No sé qué contarte esta vez, la noche secó los cuentos y sólo queda tiempo para una manzana o un café. Porque manzana y café no se llevan para nada, o una cosa o la otra.

Qué sé yo, ¿sabías que Mahler estaba aterrorizado de escribir su novena sinfonía por miedo de correr la misma suerte que Beethoven y Schubert? Y otro dato curioso: Mahler era judío, y como tantas otras estupideces que hicieron los alemanes de aquel tiempo, lo prohibieron a rajatabla. Bueno, a qué no sabés cómo se llamaba la esposa: Alma Schindler.

No sé, esto es el futuro y aquí no hay patios. Además, no se puede llamar a nadie a esta hora, olvidate. Quizás sea mejor que te calles, o que me calle, a mí me gusta que me acompañes ausente, la posibilidad de estirar la mano y saberte. No le temas a este silencio poroso, al final es como esas mosquitas que ves volando y en realidad no están, esas manchitas negras, algo de la retina o no sé qué.

También, quién sabe, sería bueno que te permitas rodear por las cosas que no vuelven. Dicen que la repetición es una forma del olvido, aunque no estoy tan seguro. Yo me quedo acá, no te preocupes, ya aprendí. Ahora, antes de cerrar, me gustaría preguntarte algo que ni se te ocurra contestar: ¿Dejarás que el brillante animal siga intentando devorar la distancia?
Dulces sueños.


Over.


1 comentario:

Anónimo dijo...

No contesto...