domingo, 19 de abril de 2009

Fragmento



Pensás cómo serían las cosas ahora si en aquel momento te hubieras quedado en tu casa, la hubieras llamado a Inecita y le hubieses dicho, me arrepentí, no me voy a robar el reloj, pero igual quiero ir a tu casa. Te molesta tanto no encontrar una respuesta, una posibilidad siquiera, otra forma de la realidad. El otro día pensaste que tu silencio durante tantos años había sido sólo una espera, una manera de hacer crecer un secreto para que cobrara más misterio, y que de algún modo tu amor por Inecita significaba ponerle fin a esa espera o a ese silencio o a ese secreto. Ahora todo te parece lo mismo porque el tiempo empasta las cosas. Te encantaría poder decirle a tu padre que al final lograste algo, que su distancia te había servido para algo. Lo pensás de vuelta y te das cuenta de que esa educación te fue útil. Qué hubiera sido de mí, imaginás, si él hubiera estado ahí siendo un padre modelo como esos que aparecen en las publicidades, con su pelo limpio y el sweater atado al cuello corriendo con sus hijos por la playa. Quizás hoy serías un perdedor, sentenciás, y por fin antes de dormirte encontrás alguna respuesta, alguna mínima certeza a tanta duda.



Over.


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