viernes, 26 de noviembre de 2010

Ladies and Gentlemen, Melody Gardot

Susan está horneando su tarta de arándanos, nerviosa porque es la primera vez que decide copiar una receta de su madre, para esperar a Raymond, el hombre que tanto esperó. La hipoteca volvió a subir y las horas extras ya no alcanzan, pero Susan sabe que si la tarta de arándanos le sale bien, ya no habrá obstáculos para comenzar su american way of life como Dios manda. Se agacha frente al horno y antes de que sus ojos puedan analizar la tarta, siente un ruido estremecedor, un grito que se corta y esa música a destiempo que orquestan los fierros y las ruedas al destruirse contra algo más fuerte que ellos.

Melody. Mucho después supo su nombre. Melody Gardot. Ahora es “ella”. Ella está retorcida bajo las ruedas de la camioneta, dormida de dolor y sangrando por la parte derecha de su cabeza.

Cuando llegan los bomberos, Susan oye el comentario de un vecino: “Es una niña, debe tener unos dieciséis años a lo sumo. Hoy en día los niños no deberían andar en bicicleta, los coches van muy rápido, y todo el mundo va drogado.” La niña aún tenía pulso. Nadie apostaba a que ese cuerpo pudiese llegar con vida al hospital.

Pero vive. Porque estamos en el puto siglo XXI, y los hospitales tienen de todo, y los médicos con las máquinas forman un grupo demoledor. Pero la doctora Scott lo sabe bien. “Si vive es porque tiene demasiada suerte.”

Pero vive, se llama Melody Gardot y canta como una música que susurra primaveras y calma cualquier tarde de nervios. Y lo mejor de todo, es que uno le termina creyendo.
Nos dice Melody: “I need a man who got no baggage to claim”. Claro, el equipaje que pesa, ¿el cuerpo? Nos hace temblar al cantar: "To think that I could have fallen / A centimeter to the left / Would not be here to see the sunset”. Y con la simpleza pícara de quien se sabe sobreviviente, asegura: “One day you will arise / To see the stars within my eyes / One day you will be mine”

Melody Gardot tiene sospechosos veintitrés años. Dicen que va por el lado de Norah Jones. Puede ser, pero amigos, en un camino muy pero muy ancho, y mucho más cerca del la luz de amanecer. Dicen que usa lentes oscuros porque es hipersensible a ala luz, y que un ruido fuera de lugar la aterroriza, y que le cuesta caminar, y que todo le resulta muy difícil. Y que le duele todo, todo el tiempo.
Dije, Melody Gardot tiene sospechosos veinticinco años. Y vive.






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