Contemporáneo al andrógino platónico, el taoísmo hablaba de lo mismo, sólo que en comparación al primero, su pensamiento quería abarcar a la esencia de todo.
Ambas representaciones hablan de dos mitades o partes, que se complementan para formar
Olvido a Platón por esta vez. Me acerco al Yin y el Yang, y al Tao como fuerza conciliadora. Los opuestos se van disputando el cartel, y el frío de hoy eclipsa al calor de mañana, girado por momentos para dar lugar a una de las partes.
De todo este pensamiento, surge la idea de premios y castigos esotéricos, de equilibrios ancestrales según los cuales todo tiende a la armonía. Como dice mi tía Inés: “El que las hace, las paga” “todo vuelve”, “no desees el mal porque te puede a ti”. Lo curioso es que su esposo es más amigo de mi pragmático escepticismo, y le dice: “Inés, no vuelve nada, dejate de romper las pelotas”
La rueda según la cual un día estamos bien y otro mal, es un consuelo simple que todos usamos como escudo. Todos. ¿Qué estamos pagando con este dolor? ¿Qué precio tendrá esta felicidad?
Hoy, después de seis años y seis meses, una mujer llamada Ingrid Betancourt, fue liberada de su cautiverio en la selva colombiana. ¿Tan grande fue su suerte que ha sido éste el precio? ¿Tanto bienestar le está destinado de ahora en más?
Seis años y seis meses secuestrada en una jaula. Imaginemos una noche de fiebre. Un dolor de muelas. Una caída brutal. Bien, no son nada. Nada.
Over.
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