Ballena Borges nos hacía disfrutar con muchas de sus declaraciones. En una de esas dice:”La historia de la literatura argentina de Rojas tiene la particularidad de ser más extensa que la propia literatura que trata”. Un genio.
En el caso de la biografía de Alejandra Pizarnik que escribiera Cristina Piña, encuentro cierta mueca de fastidio que sin dudarlo me haría el gran Maestro. No es que la biografía esté mal ni fuera incompleta, simplemente es innecesaria. Digo, Pizarnik fue (y sigue siendo) la mejor poeta que diera Argentina. Lo remarco por su obra como corpus como así también por la maestría de sus “pequeños” poemas. Lo remarco por su poesía-látigo. Lo remarco porque escribió: “Cómo explicar con palabras de este mundo que partió de mí un barco llevándome.”
Pero hablaba de la biografía. A ver, en primer lugar, Piña tiende a buscar datos de la vida privada que de algún modo encajen o tengan injerencia en su obra. Muy pocos. Después, abusa de las citas de Ivonne Bordelois, que paradójicamente escribe mucho mejor que Piña sobre Pizarnik, menos sistemática y mucho más poética. Para rematarla, bordea la sexualidad de Pizarnik sin llegar a ningún sitio, dando a entender sin decir nada, siempre de modo innecesario. Diría para resumir: “Leí toda la biografía, esperando que comience. Y sigo esperando que comience.”
Como detalle final, es importante saber que Pizarnik no estaba dulcemente loca (nadie lo está), y menos aún que esa supuesta condición fuera la gran responsable de su obra. Pizarnik era gordita y fea en su adolescencia, como lo son muchas chicas, y la angustia o dolor que eso puede causar, se templa con el tiempo, cuando al rodar los años, uno se sabe autor de su elegancia, y ya la fealdad o peso son formas de la mirada.
Aún así, algunos no tienen la suerte de pasar la tormenta, y como Pizarnik, se empiezan a meter pastillas. El problema no es la pastilla, sino los pequeños milagros domados por el diablo. Así, las anfetaminas lo revuelven todo, quitan el hambre, quitan el sueño, aumentan la euforia, y como precio se cobran la precisión mental. Pizarnik se debatía entre dos angustias, entre dos procesos que la mareaban entre la realidad y el trastorno. Y cuando ya el diablo apretó las riendas, el seconal hizo el resto para dormirla hasta hoy.
Bumita esta muerta, calmada para siempre. Nos quedan sus palabras. A ver, diagmos las cosas como sos: existen Olga Orozco, Bordelois, Piña, Storni, y tantas más, pero a Pizarnik no le pisa los talones nadie. Nadie.
Callemos y leamos:
MADRUGADA
Desnudo soñando una noche solar.
He yacido días animales.
El viento y la lluvia me borraron
como a un fuego, como a un poema
escrito en un muro.
SOMBRAS DE LOS DÍAS A VENIR
a Ivonne A. Bordelois
Mañana
me vestirán con cenizas al alba,
me llenarán la boca de flores,
Aprenderé a dormir
en la memoria de un muro,
en la respiración
de un animal que sueña.
Tú eliges el lugar de la herida
en donde hablamos nuestro silencio
Tú haces de mí vida
una ceremonia demasiado pura
Tu voz
en este no poder salirse las cosas
de mi mirada
ellas me desposeen
hacen de mí un barco sobre un río de piedras
si no es tu voz
lluvia sola en mi silencio de fiebres
tú me desatas los ojos
y por favor
que me hables
siempre
Over.
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