sábado, 26 de junio de 2010

Pozo negro

Me unta la noche, tu noche,
las ganas de verte
desarmada

O mi cuerpo sobre los cuerpos

O escucharte todo el tiempo,
violenta,
fuera de foco,
anudando distancias.


Over.

domingo, 13 de junio de 2010

La última novela de Martín Kohan










Decir que la última novela de Martín Kohan rezuma actualidad argentina sería simplista, pero no por eso podemos olvidar que muchos de los temas que navegan en la pobre y apagada patria de Giménez son sensibles a los días que se suman desde hace más de treinta años al presente de este país al sur de América.

Todo en Giménez, el ubicuo y octogenario personaje, es pasado, y la improbable felicidad que jamás parece haberle tocado en suerte. Queja y reclamo, como un tango que exagera, los días del viejo son letanías de la sordidez, un embauque tras otro, puestas en escena de una función que no comienza jamás.

Uno va caminado por la lectura y de repente se pregunta: a dónde va todo esto, qué sentido tiene este concierto de tristeza y abandono, por qué leo esto y no podré dejar de buscar la cara de Giménez en la cara de tantos hombres. La injusta urgencia quizás tenga que ver con la necesidad de un golpe de timón, una escena que redima a este ser tan prolijo en su oscuridad. Hay oraciones, conversaciones, palabras sueltas que, como minando el texto, nos hacen temblar la memoria, y entonces empezamos a pensar cualquier cosa, le adjudicamos un rumbo a lo que vendrá. Pero no lo imaginamos siquiera, no señor, nadie lo imagina.

Debemos esperar al capítulo quince para que un inesperado giro nos quiebre la historia. Hábil, habilísimo, el autor lo informa con una sola oración y sus palabras justas: “Lo veo asomarse y mirar hacia fuera, y también veo que me ve”. El narrador cambia la voz, pero acaso no sea sólo el personaje el que se corre de la historia, por qué no asegurar que el lector también ve el simulacro, también es nombrado testigo de lo que terminará poniendo en su lugar a los hechos y sus tragedias.

Hay una tenue esperanza mientras promedia la novela, la ansiada decadencia de los malos que no han pagado el precio de sus acciones; aunque sea tarde, pero lo han hecho. Sí, pero con la oscura percepción de que esa justicia no siempre acierta en su elección, y a veces, tantas veces, no se merece lo que se consigue, para bien o para mal.

La última novela de Martín Kohan es un breve relato digno de ser leído y recomendado, no sólo por la técnica que ofrece hacia el final sino por las capas de pensamiento que nos obliga a construir.


Over.


PD: Polémico y controvertido el dilema moral que plantea el “Coronel” con respecto a los desparecidos en la última dictadura militar argentina. En su sucia reflexión, plantea la incoherencia de grupos de izquierda al luchar por la identidad de tantos bebés robados, y al mismo tiempo estar a favor de la despenalización del aborto. Queda claro que la inteligencia no tiene ideología, y que tampoco carga en su naturaleza la opción unívoca de usarse para el bien.