jueves, 31 de julio de 2008

"Je m'en vais, mais l'amour demeurera toujours", oh, la , lá!!




Hay historiadores que sólo cuentan lo que pasó. Otros que entienden y analizan eso que pasó. Otros que entienden, analizan, y deciden contar otra cosa para que la confusión lleve agua a su molino. Otros que se dedican a interpretar los hechos y los cuentan ya interpretados. Yo prefiero los primeros. Y dentro de ese grupo está Adolfo Carrillo, historiador peruano que vivió sus últimos treinta y dos años en Pucusana, la tierra donde según Fréderick-André Ángel, los cadáveres eran amarrados para que no regresaran en forma de fantasmas. Lo cierto es que Carrillo nunca gozó de gran popularidad, y aunque por algunos años fue lectura obligada en los manuales escolares, a partir de la presidencia de Belaunde, se fue perdiendo su huella popular para transformarse en historiador para historiadores. Ok, mejor vayamos al grano.

Resulta que Carrillo realiza un viaje a Francia ya que estaba estudiando el reinado de Luis XIV. En dichas investigaciones, se topa con el que sería, a mi entender, uno de los descubrimientos menos conocidos sobre los colaboradores del Rey Sol. El hombre en cuestión es Jean-Baptiste Colbert, ministro de finanzas de Luis XIV, responsable de cientos de obras realizadas en París y demás ciudades francesas. Pero al parecer, su dolor más profundo fue el rechazo de Marie Le Tellier cuando apenas había finalizado sus estudios en el colegio jesuítico. De los textos rescatados de aquella supuesta relación (así se cubre Carrillo vaya uno a saber por qué), hay dos cartas que compilan el brutal cambio de sentimientos.

La primera misiva, fechada el 18 de febrero de 1642, emociona:
“Secreta y musical / tu alma me ha cegado / la ley de la fuerza fue abatida por tu gesto / Frágil y final como el papel en la hoguera / me consumes y me vences / A tus pies mi armadura y mi escudo / ya son tuyos, hoy, que es igual a siempre." Pensando en la época, la declaración de amor es extrema, y habla de la impotencia de los actos de la propia voluntad rendida al designio de la amada. Los últimos dos versos, precisos, condensan la entrega total a la mujer, y expresa el sentimiento del amor como atributo de la eternidad; un "hoy" que es siempre.

La segunda misiva, cuatro años más tarde, es feroz:
"Cuando muera cada una de tus horas / cuando ya no puedas detener la noche de tus días / cuando el destierro de tu carne devore tu infiel resistencia / entonces volverás por el camino de las negras aves / Y mis ojos, tus ojos, serán lo último que verán".
El dolor se convierte en amenaza, pero en la amenaza fría del desamor, con la furia destemplada de la amargura que el tiempo no pudo borronear.

Al parecer, Colbert cumplió su promesa, pero secretamente pagó su crimen anhelando que su amada Marie pudiera ver todos los logros que había conseguido para su país. A ella le dedicaba sus victorias, a la muerta que viva no lo deseaba. Como la canción que Sumner escribió hacia 1982, donde expresa la obsesión del amante que ante la negación de su deseo, prefiere acercarse a la ilusión de llegar a poseerlo por el simple propósito de perseguir a su amor. Y la advertencia refuerza aún más el plan.

Adolfo Carrillo murió en Pucusana, el 8 de enero de 1994. Según su esposa, Maria Elena Imaí Fuentes, todavía quedan muchos trabajos que el historiador jamás entregó a la imprenta.




Pd: Sting versionó Every breath you take de todas las formas posibles. La mejor sigue siendo la del disco. Qué buena canción.

Amit, apunte: “Toda literatura es testamentaria”, y si lo dice Derrida...


Over.


miércoles, 30 de julio de 2008

Lina usa ropa de colores, otra vez.


Ellos eran tres y nosotros dos. Lina era la única que hablaba. Lina es siempre la única que habla.

Cuando terminé el té, Lina buscó un cigarrillo y lo dijo: Tuve un amigo imaginario durante quince días. Se fue diluyendo con el tiempo, pero al principio se levantaba conmigo. En la calle trataba de no hablarle por razones obvias, pero en casa, mientras batía el café, hablábamos de cualquier cosa. Antes de irse, me dijo que no usara tantas rayas de colores, que parecía una hippie art-nouveau. Me dio gracia esa descripción, así que ya ven, ahora mucho liso, si mi amigo imaginario lo dice, le hago caso.

No es que Lina inquietara con su belleza, el problema era que lo sabía. Y lo sabía muy bien. Por eso, cuando le pregunté si había tomado floripondio o algún hongo, me miró al tiempo que se sonreía y me dijo: mientras sigas tomando té y leas a Paul Auster, los amigos imaginarios sólo saldrán de los hongos.

La miré con desprecio y bronca, y aún con el té en la mano, le dije que mientras ella siguiera bebiendo gancia con limón, sus amigos imaginarios no imaginarían nada.

Lina arqueó las cejas y se burló de mí. Se burló con justa razón.

Sé que Lina se casó y tiene una nena. Que no bebe más gancia y que está un poco triste. Como todos. Y que volvió a usar ropa llena de colores.

Over.

martes, 29 de julio de 2008

Palabritas


Ves, yo no sabría qué hacer con toda tu historia. No sé si la escribiría, la callaría, la usaría como escudo como hacés vos, no sé, realmente no lo sé. ¿Realmente es verdad que podés elegir tu pasado? Nunca entendí del todo esa posibilidad. Digamos, la entendí porque sos vos, pero las cosas no pueden ser a medida, digo, las verdades. Me estoy enmarañando, dejá. Pero ya que me preguntás, voy a derechito a la respuesta:

Hay muchos mundos, pero hay dos: el que elegís y el que no. Es un embudo, así que elegís o te va corrigiendo el trayecto hasta depositarte en alguno de los dos. Entonces, tenés al que elige y al que no elige. No importa, los dos terminan igual. El problema que tanto te preocupa es que pasa si elegís uno pero vivís en el otro. O como vos me lo pusiste: elegís uno pero anhelás estar en el otro. Una pié acá y otro allá, como quien dice. Se puede vivir tranquilamente de esa manera. No entiendo tu duda, así vive casi todo el mundo. Lo difícil es lo otro. Sí, reíte, siempre es lo Otro.



Over.


Money, money, money.




Ciertos libros están atados a las edades de sus lectores. Otros tornasolan su encanto como un prisma que lentamente, cincela reflejos al girar. Dolina es un autor para los quince o dieciséis años. A los veinte ya perdió el estilo. Hesse es un autor para los veintitantos años, como mucho. A su vez, García Márquez o Rulfo gozan de libertad clasificatoria en cuanto a las edades de sus lectores. A ver, lo que acabo de estipular no sufre de ataque o dolo alguno, es simplemente lo que es. Aviso.

Arrojada la piedra, me referiré a Hand to Mouth, el libro autobiográfico que Paul Auster escribiera sobre los avatares de un escritor entre los veinte y treinta años. Seguramente, este libro significaba mucho más para el autor que para aquel que lo lee. Si no fuera un exceso de resumen, diría que es como un tipo que se sienta a tu lado en un casamiento al que no querías ir, y comienza a contarte la historia de su vida. Hay momentos interesantes, claro, aunque el ahínco puesto en las penurias económicas comienza a ahogar la narración.

Al margen de que a uno le pueda gustar o no este tipo de libros, hay una razón por la cual lo encuentro original. Una originalidad resarcitoria, en este caso, que intenta poner en su lugar un fracaso juvenil. Me refiero a una nouvelle more Chandler (Squeeze Play), firmada bajo el seudónimo de Paul Benjamín. Novela menor, correcta, que la fama del autor tras el seudónimo, llevó a que Alfaguara la publicara en un volumen separado. Dije, la fama, porque el contenido no hubiera (como no lo hizo en su momento) sido suficiente para la edición.



Asimismo, y esto lo encuentro como una espina que salió de su lugar inadecuado, el libro viene "acompañado" con un juego de cartas llamado Action Beisbol, que al día de hoy no me tomado el tiempo de jugarlo. No importa, allí están las cartas, el tablero, las instrucciones. El juego de mesa con el que Auster pensaba amasar una fortuna. La misma fortuna con la que nuestro Arlt soñaba si lograba inventar las medias que no se corrían. La misma fortuna que le esquivó al segundo pero que alcanzó al primero, quizás por vivir en otro país, en otro tiempo y con otro tipo de literatura. No importa, ambos están en el mismo estante de la biblioteca, muy cerquita uno de otro.

Hubo un tiempo en que me fascinó Paul Auster, eran los días de Leviathan, de la trilogía de New York, de la Invención de la Soledad. The Invention of Solitude, que buen libro. Y El País de las Últimas Cosas, que emoción leer esa carta, cuánto involuntario significado tiene para un argentino.
Después siguió escribiendo, como siguen escribiendo tantos otros autores. Tantos otros autores.



Over.


PD: Esta línea está en el libro: “el dinero, por supuesto, nunca es sólo dinero. Siempre es otra cosa, siempre es algo más, y siempre tiene la última palabra.” Claro, ya sé lo que estás pensando. Por eso lo que escribí arriba. ¿Ok?

lunes, 28 de julio de 2008

Esto.






Miedopenasordidezfríolejanía. ¿Ud. sabía que los gatos duermen tres cuartas partes de su vida?


Over.

Aunque Ud. no lo crea.

"Sarkozy se sumó a la lucha de Brigitte Bardot y ahora defenderá a las focas"
El presidente de Francia le envió una carta en la que le promete que hará todo lo posible para que la Unión Europea impida la venta de productos derivados de esos animales. "Es el resultado de 30 años de lucha", dijo la ex actriz.

No se puede creer. Después hay quien pregunta qué es la sublimación, entrar en trance, etc. Hay que sublimar, mi amor, vamos a sublimar, mi amor. Y no me toquen a las focas.

De Brigitte Bardot no se puede decir mucho. De Sarkozy, bueno, ya que estamos le dedico unas líneas: Sarkozy es “técnicamente” judío, ya que según esa religión, si tu madre es judía, tú también lo eres. Pero su madre se convirtió al catolicismo, mientras que su padre, nacido en Budapest, dejó su Hungría natal para desfilar por el mundo, recalar en Argelia y terminar en Marsella donde se afrancesa el apellido como Dios manda. Para terminar, Sarkozy proviene de una familia de inmigrantes, y sabe, a través de su padre, lo que es no tener nada y deber escaparse a otra tierra. Y sabe, por su madre, lo que es tener una religión y elegir otra. Pero Sarkozy es xenófobo e intolerante, y sus políticas de persecución a la inmigración lo hicieron “famoso” en su paso por el Ministerio del Interior francés. Sí, ya sé, no hay que sorprenderse, lo más peligroso para un inmigrante, suele ser otro inmigrante. Aunque usted no lo crea.



Over.

sábado, 26 de julio de 2008

Until the stars grew dim

Sería mejor que no rime, que la tibia luna no una tu tibia voz a la mía y que las calles que nos caminan caminen de vuelta a casa y todos seamos felices y nunca comí perdices.

Sería mejor que la ceniza de la primera tarde, apenas susurrando sobre el piano, corrompiera el silencio a la hora de dormir. Apenas yo, volviéndote azul y felicidad. Apenas yo, penando tu rima de desasosiego y Portugal.

Que la noche nos juzgue, en su circo de adioses, y cierre todo el asunto antes del amanecer. Y de ahí en adelante, until the stars grew dim, no seremos farsantes de un amor irreal, y de la mano como en primavera, haremos de este mundo un mundo más prolijo. Y que así sea.


Over.

viernes, 25 de julio de 2008

Usted no es su cuerpo





La filosofía Krishna postula, entre otros postulados, la transmutación del alma, haciendo lugar a la idea de que existen muchas vidas y que nuestro espíritu va reencarnando luego de las diversas muertes que sufre nuestro cuerpo de ocasión. El ser o conciencia, o lo que sea, es inmutable y eterno, jamás perece, nunca se apaga, sigue por los siglos de los siglos. Y así, se puede leer en cualquiera de sus libros, esta sentencia: “Usted no es su cuerpo”.

Avivada por la devoción del beatle más joven, todos coreamos el llamado a Krishna en esa canción plagiada hasta la incredulidad. Hare Krishna, no es más que el llamado al placer, a la luz, a la energía, una búsqueda del estado de conciencia puro y natural.

El "hare hare krishna krishna", es justamente un mantra, esa ondulación hipnótica del sonido, que los paganos llamamos loop. Por caso, los guitarristas tienen su mantra a escala personal, y lo llaman riff.

Hipnosis que busca placer, a fuerza de repetir lo mismo una y otra vez hasta que pierda significado el signo y sólo quede el significante hecho de música o ruido. Como pasa con las palabras, a no sorprenderse, porque a ver, repita la palabra queso. Queso, queso, queso, queso. Más y más. Vio, perdió el sentido.

O sea que se pierde un sentido para supuestamente ingresar en otro. O sea que se eliminan las barreras de nuestro "cuerpo-celda" para acercarse al ánima que se encuentra dentro. O sea que estamos hablando de algo, bueno, cómo decirlo, muy particular.

En fin, lo que tiene de bueno esta creencia, al igual que el budismo, es que no centra sus acciones en la alabanza de un supuesto dios sabelotodo que espera de ellos una ofrenda continua. Lo importante es la acción en esta tierra, hacer el bien o el mal, buscar la paz o la guerra. La alabanza a un dios omnisciente que en realidad todo lo vigila y espera nuestro tributo. Esa es la patraña del judaísmo y el catolicismo, donde la asistencia a la iglesia o templo, o el rezo donde no falta el horror de la culpa, tallan la supuesta grandeza del que profesa tales religiones.

Desde ya que no interesa saber que no creo en absolutamente nada de estas posiciones, y de un positivismo radical, creo que somos tejido vivo que afortunadamente sabe leer. Y que de una explosión química venimos y a una decadencia vital vamos. Y llega la muerte y pasamos a no ser. No es muy difícil. Todo el resto es literatura. Hare Krishna, Hare Rama, hare hare hare.



Over.




Inecita.

Yo no sé, pero no estoy tan de acuerdo con tu opinión. Preferiría no haberla oído, digamos, tener que amarrar las palabras a mi antojo y fantasear con tu cambio de pensamiento. Eso es lo que hago, para no odiarte, te superpongo otro discurso, y aunque me engaño, por lo menos no me hago mala sangre.

En cuanto a Inecita, te debés referir a otra, porque Inecita era una mujer. A ver. La boca de Inecita despertaba un encantamiento inmediato, o quizás era su boca junto al tono de la voz que parecía crecer desde su garganta y salir en una cadencia que fascinaba. O quizás todo eso junto a una forma de arrastrar la risa entre las palabras de tal modo que uno no podía dejar de prestarle atención. No era muy alta, pero su fina silueta le acentuaba sutilmente las curvas, y los años parecían causar en ella la sensación de que nunca dejaría de trabajar silenciosamente su hermosura. Una belleza general, claro, porque sus ojos marrones no se destacaban en su rostro, más bien desproporcionados y sin identidad, y su nariz tampoco ayudaba a darle rigor a sus facciones. Entonces eran su boca y sus piernas que se iban alargando sin perder la forma, y la gracia con la que llevaba el cuerpo, la sensualidad que había aprendido a fuerza de la desventaja primera.


Over.







miércoles, 23 de julio de 2008

Tini estudiaba filosofía.


Tini estudiaba filosofía. Tini me dijo que se iba a un Congreso de Filosofía en Rosario.

Eran tiempos en los que ocultaba mi fanatismo por Friends; es que todos callábamos algunas cosas, y era crucial saber sobre El Banquete o Plotino. Sobre la izquierda, sobre la traición a Trotsky, sobre Reynaldo Arenas, sobre Alejandra. Poco decíamos sobre la persecución a homosexuales en Cuba o los progroms rusos, no por desconocerlos, simplemente para evitar el estigma de “facho”. Facho, no tenía comparación como insulto.

Un día, Tini volvió y me dijo algo que no supe valorar: “Podés creer que en el Congreso nos la pasamos hablando de Friends, fue genial”. La miré con el desprecio standard, el propio del ignorante que había leído “62/Modelo para armar” y creía que de ahí para abajo no había discusión.

Pasó el tiempo, pasó Tini y pasó Friends. Pasamos. No tantos años, ojo, pero es sorprendente lo mucho que sucede en poco tiempo. Como por ejemplo que de Tini me llega aquel disco de Celeste Carballo, Chocolate Inglés, que las chicas cantaban y cantaban eso de “Una chica como yo, no se queda sin tu amor, no le da lo mismo cualquiera”, o “El Chino”, esa canción tan simpática que Calamaro rescribió para Los Rodríguez. O quizás la “sonrisa ocular”, como habíamos bautizado a su risa, o la esperanza inalterable de que no hay salida, por lo que una vez que uno se convence de eso, comienza a vivir. Eso lo decía de Tini, y tenía razón.

Y al final nos fuimos todos, ¿sabías?



Over.




martes, 22 de julio de 2008

¡Qué enojado que estaba!



La distancia (una forma del tiempo, tiene Ud. razón) margina, corrige y altera. La urgencia del presente termina censurando a la realidad, pero nada puede contra su frescura. Ese grito fuera de lugar anula nuestra inocencia, y será su reproche la perpetua condena que el rencor no suelta, jamás. Leo lo que sigue. Estaba enojado. La emoción no se instaura nuevamente, porque toda pasión es patrimonio del ahora, eso ya lo aprendimos. Está bien, pero llega desde el recuerdo, la palabra como arma, como sustitución del grito callado. Como noble souvenir de lo ido para siempre.


Gris y distante, como un pez que se resbala, como un sueño que cuanto más se busca más se escabulle en la desesperación de ser olvidado. Disparo palabras buscando su caída, esperando que se rompan en mí. No. Busco la palabra que reúna todas las cosas que dilato entre tanta línea. Supongo que algo me perdí, que vi ciegamente algunos pasajes, que yo te buscaba y vos te buscabas, que te buscábamos, pero que no nos buscábamos. ¿Qué infierno te figuraste?

En la noches, son como relámpagos de tu rostro, luces que me encienden los ojos y me dejan sin respiración. ¡Calláte! ¡Calláte! Y el círculo de voces que me estorban, que me hablan y se callan y vuelven a hablar. Pero ahora sos un cúmulo de inexistencias refugiadas en la nada que nos une, en ese pasado al que le mezquinás cuidado, y también soy yo, eso también soy yo.

Sos silencio, noche y vértigo. Entonces se me da por pensar que cuando te caías entre mis líneas J’écrivais de silences, des nuites. Je fixais des vertiges. Y la verdad, que hay como un vestigio de traición, todo amor es una traición dormida, ¿no?, ¿estarías de acuerdo con eso? Después es esta amplia y vasta espera tan cercana a la burla. A su vez, es curioso ver cómo la lenta sordidez va marcando territorio hasta limar minuciosamente todo rastro de felicidad. Es así, viene en avalancha, no hay cartelitos que te van avisando. ¿Desde dónde te escribo? Una lucha de contrarios me ha tomado como escenario. Me escapo de lo frívolo, de lo simple, de lo práctico.

Me muelo a golpes con el demonio, le quiebro las piernas, lo baño en su propia sangre. Pierde, siempre pierde. No debe ser con él. ¿Con quién? Parece como si hubieras llenado de hastío y turbiedad nuestro andar, nuestro tiempo. ¿Qué infierno has forzado? Nuestro días han sido rebajados a limosnas de un dudoso amor.



Over.


PD: La última oración es desoladora. No sé por qué me causa gracia. Una gracia que no reconozco, por supuesto. Y la intertextualidad de las palabras de Rimbaud, en aquel momento me habrán hecho sentir su necesidad de escribirlas. Hoy las sacaría, no sé, sobran al mismo tiempo que le quitan rabia al texto. Creo, bah.


Simplemente genial





Sí, ya sé, es viejo y conocido este "supuesto" intercambio epistolar entre Shaw y Churchill. Digo supuesto porque hay voces que dudan de su veracidad. Como fuere, la encuentro excelente.


- George Bernard Shaw telegrammed Winston Churchill just prior to the opening of Pigmalyon: "Have reserved two tickets for first night. Come and bring a friend if you have one."

- Churchill wired back, "Impossible to come to first night. Will come to second night, if you have one


Es decir:

- George Bernard Shaw le envía un telegrama a Winston Churchill antes del estreno de su obra de teatro, Pigmalión:
'He hecho dos reservas para el estreno de mi obra. Venga y traiga un amigo, si es que tiene alguno.' Bernard Shaw

- A lo que Churchill responde:
'Me es imposible asistir en la primera noche. Iré a la segunda, si es que existe.'

Over.


PD: Jaaaaa!

PD2 (Yapa):

I feel so miserable without you, it’s almost like having you here.
Me siento tan miserable sin tí, es casi como si estuvieras aquí.
(Stephen Bishop)

Ahora sí, Over.


Fragmentos del "Cuento para Annete"



Te acordás de la mirada de Inecita más que de su voz, como si sus palabras se decodificaran en tu mente de un modo visual que prescinde del sonido. “Esto debía funcionar, era todo muy lógico, y sin embargo no funciona, ¿no?”, y vos sentiste que te preguntaban algo que no podías contestar con las palabras que habías aprendido. El destino, siempre esa tenaz preocupación por alterar algo que vos creíste siempre fijado de antemano. Lo vencí, te dijiste tantas noches, yo era el callado que iba a estudiar alguna cosa y terminaría sentado detrás de algún oscuro escritorio haciendo dinero. Yo fui el que se robó el reloj, te repetís por miedo a que el olvido termine por anular la realidad. ¿Y lo otro? Tanto que luchaste porque las cosas cambiaran su curso, y ahora, inútil, te sentás en la cama y te reís antes que pensar que hubieras dado tus ojos por lograr que ciertas cosas se aferraran a su rumbo decretado. Te reís porque no tolerás la contradicción. Y porque ya no sabés si lo pensaste o lo leíste en algún lado, eso de que el amor es algo detenido en los ojos, y cuando te mirás al espejo intentás frenar la imagen, y no podés precisar qué ves, qué fiel y tenaz rostro delatan tus ojos al quedarse quietos. O lo sabés y no querés aceptarlo.


Una y otra vez querés estar equivocado, pero a medida que giran los años, te convencés de que nadie se puede quedar callado por mucho tiempo. Hacía tiempo que te habías dado cuenta de que los libros no te dan ninguna respuesta, que los leés pensando que te van a marcar algún camino secreto, y nada, se acaban y quedan cerrados sobre el estante. Pensás escribir mil cuentos, mil novelas, y de a ratos entendés que sólo buscás una línea, algunas palabras acaso, y en ese momento te sentís miserable, creés que la literatura es un defecto, es más, que tu vida ha sido eso. Y pensás en Inecita, en aquella siesta de verano y sus piernas temblando llenas de calor y ansiedad, cuando vos tenías que actuar una experiencia imposible, y en tu ojos siguiendo su mano, y en su mano bajando por tu cara, y en tu cara recibiéndola.



Over.

lunes, 21 de julio de 2008

¿Qué le dice una pared a otra?






Recuerdo aún al profesor que nos pregunta: “¿Ustedes saben lo que significa squalor?”Con afectada arrogancia, dando por cierto que no sabíamos el significado ni en inglés ni en español. Con la estúpida jactancia del que aprende algo y en vez de transmitirlo, emplea con celo el conocimiento para causar envidia en el otro.

Pero es curioso el recuerdo, porque el cuento de Salinger, "For Esmè – with love and squalor", replica la misma intención, sólo que con la dulzura e ingenuidad de una niña de trece años que tanto recuerda a la Lolita de Nabokov.

El registro literario de Salinger es apabullante, y es todo un desafío para los que leemos su obra pero no nacimos con su idioma. Una concatenación de expresiones, adjetivos y sustantivos dignos de lo que uno tiende a llamar “escritor”.

Y lo mejor de todo, es que Salinger logra lo que promete. Un cuento en donde se amalgaman el amor y la sordidez. Un cuento que uno juzga irreal para ser capaz de tolerar la trágica oscuridad que crece cuando el mismo promedia.

Hasta ahora no he encontrado una traducción que haga honor a la historia, que la sobrecargue del mismo modo que está decorada la narración. Una o dos veces intenté hacerlo pero desistí ante la insatisfacción. Odiaría que me obligasen a hacerlo. Tanto como lo deseo.

Me queda esa frase que intenta escribir el soldado: “El infierno es sufrir la incapacidad de amar”. Sin amor y sin sordidez.



Over.


PD: Y el famoso epígrafe que prologa a los nueve cuentos: “Conocemos el sonido de dos manos aplaudiendo, pero ¿cómo es el sonido de una mano al aplaudir?

PD2 ( y basta): Cuando el soldado habla con el niño y éste le pregunta por qué en las películas, la gente se besa inclinando la cabeza a los lados, no pude evitar recordar la gran pregunta de El Cazador Oculto, ¿Dónde van los patos cunado se hiela el lago?

Muero por ti.




Como es una fija que los que salen segundos en los concursos literarios más importantes, son en realidad los que deberían haber ganado pero su nombre aún no vende como el del primero, del mismo modo, cuando uno disfruta de un músico, lo mejor es indagar en sus canciones menos conocidas. Aquella que no se editó en los discos, que participó del lado b de algún simple. Aquella que de tanto tocar en vivo, termina grabada de alguna forma, en algún lado.

Siempre me interesó I burn for you, la canción de The Police que apareciera en la caja con toda la discografía. Antes de eso, los memoriosos sabemos que se podía escuchar en el cd doble en vivo Bring on the Night. Y bastante antes de eso, los más afortunados deben tener el simple de Wrapped around your finger, cuyo lado b contenía Someone to talk you y I Burn for you, allá por diciembre de 1983

Expuesta la pequeña historia, hay algo en la letra de esta canción que me llama a citarla. A por ella, majo:

Now that I have found you / In the coolth of your evening smile / The shade of your parasol / And your love flows through me / Though I drink at your pool / I burn for you, I burn for / You and I are lovers / When night time folds around our bed / In peace we sleep entwined / And your love flows through me / Though an ocean soothes my head / I burn for you, I burn for / Stars will fall from dark skies / As ancient rocks are turning / Quiet fills the room / And your love flows through me / Though I lie here so still / I burn for you, I burn for you / I burn for you.

En primer lugar tenemos “coolth”, una “nonce word” que ya consiguió su status de diccionario. No obstante, en este caso, podría obrar la conocida carrera de profesor de literatura que fuera Sting algunos años antes. Por analogía a warmth, se construye esa “frialdad” o bien el español “chulo” o nuestra adolescente “copado”. Está claro que el significado en este caso es el de “frialdad”. Por la aplicación del sufijo “th” a ciertas palabras inglesas, existe una suerte de discusión en cuanto al estilo o tradición. Ya existen palabras tales como “smartth” o “dumbth”, usadas en tono divertido. Pero qué hermosa palabra “coolth”, ¿ no es cierto?

Otra imagen que perdura en mi memoria es la siguiente: Though I drink at your pool / I burn for you. Me llega la escena de un hombre tomando algo en una piscina y mirando histéricamente a una mujer sin mostrar sus sentimientos. Quizás no sea nada de eso, y la expresión signifique otra cosa. No importa.

Otra hermosa línea donde la noche nos ¿arropa?: “When night time folds around our bed.” No, no significa eso. “Cuando la noche se repliega en nuestra cama” Ah, ésa me gusta más. Mucho más.

Y “Quiet fills the room”, ahí cerquita de “Though I lie here so still” La quietud y la ineludible condición de estar inmersa en ella, como si la mujer fuera el centro y alrededor todo tomara la misma forma de admiración

Me olvidaba, cuando la noche se repliega, le dice con tanta básica ternura: “In peace we sleep entwined” Me gustaría que existiera la palabra “engemelados”. Mejor “gemelados”. O mejor, no, no suena del todo bien.

“I burn for you” sería “Ardo por ti”, pero antes de traducirlo así, solicito se me ejecute sin más.

Ah. La canción, claro. I Burn for you (Police version). I burn for you, (Bring on the night version) La oscuridad y obsesión de la primera se enfrenta a la versión más limpia de la segunda. No obstante, el bajo no está distorsionado en esta última, y a mi gusto, queda un tanto mejor. Amo esa línea de bajo. Pide ser tocada, una y otra vez. Una y otra vez.



Over.




domingo, 20 de julio de 2008

Un cuento de Juan José Millás.

Cuando no se te ocurre nada, lo mejor es abrir un libro, cualquiera, y empezar a copiar. Primero un párrafo, después otro. Animarse a copiar un capítulo entero de una novela. De repente se puede traducir, y después buscar la traducción "oficial". O no traducir nada, copiar y listo. Y después guardarlo, o borrar todo.

Lo que sigue es un cuentito de Juan José Millás, del libro "La viuda incompetente y otros cuentos". Esto es Millás, esencialemente, ese tipo de autores que escriben de tal modo que uno dice: yo puedo escribir mil cuentos así. Pero no. No se puede. Como sucede con Etgar Keret o Fabián Casas. No se puede.


Vendas Estériles


En todas las casas había un botiquín. Ahora también, pero la diferencia entre uno y otro es que el de la infancia permanece aureolado por el recuerdo, que contamina de nostalgia todo lo que toca. Aunque solía estar fuera del alcance de los niños, yo me las arreglaba para llegar a él y abrirlo. Me gustaba el conjunto formado por el agua oxigenada, el alcohol, la mercromina… En el de mi casa se guardaba asimismo el bicarbonato, que mucha gente prefiere tener más a mano en la cocina. Cuando se popularizó la sal de frutas, también encontró su lugar en aquel armarito que llevaba una alarmante cruz roja pintada en la portezuela.

Lo que a mí me impresionaba más eran las vendas, por el adjetivo al que solían ir adheridas: estériles. Vendas estériles, así las llamaba mi madre, como para diferenciarlas, pensaba yo, de otras quizás que podían tener hijos. A veces, imaginaba la posibilidad de sorprender a una venda en pleno proceso de reproducción y sentía un asco sin límites. Nunca me gustaron, debido a esa connotación fertilizante tan difícil de asociar a un tejido. Mi miedo a las momias no provenía tanto del cadáver que guardaban en su interior como de los vendajes en que permanecían envueltas. ¿Habrían sido capaces – me preguntaba con angustia – de inventar los egipcios un tipo de envoltura estéril. Hace poco me disloqué un tobillo, y tuvieron que vendármelo. No pude evitar la pregunta de si la venda estaba esterilizada, a lo que el traumatólogo respondió con una mirada de perplejidad.

Las palabras de la primera época de nuestra vida poseen una capacidad de impregnación sorprendente. Cuando pronuncio el término venda noto en la lengua el mismo sabor de entonces. Y no me gusta: sabe a cosa rancia, caducada. En relación con los procesos reproductivos, conservo otra fobia: las de las galletas. Mi madre las compraba hojaldradas, de Cuétara, pero yo entendía engendradas, quizás porque el término correcto carecía de significado para mí. La idea de unas galletas que hubieran tenido la necesidad de ser engendradas, me daba asco también, así que no las comía. Continúan sin gustarme. Si alguien me pregunta por qué, respondo que porque son mamíferas, así que se quedan perplejos, igual que el traumatólogo, y por lo general no insisten.

Cuando murió mi madre y tuve que hacerme cargo de sus cosas, uno de los primeros armarios que abrí fue el botiquín. No había vendas, ni estériles, ni reproductoras. Tampoco había mercromina ni agua oxigenada; estaba lleno, sin embargo, de ansiolíticos y somníferos. En ese cambio percibí el paso del tiempo y la degeneración que los años operan sobre las personas y las cosas. Comparado con el de mi infancia, tan ingenuo, el de los últimos tiempos de mi madre era un botiquín oscuro, lóbrego, complicado. Pero todavía lo conservo.



Over.


PD (innecesaria): Sí, ya sé, no hace al cuento, pero la mercromina vendría a ser nuestro merthiolate, más o menos, con su característico aroma y color rojo. De hace mucho tiempo, claro.


sábado, 19 de julio de 2008

Pozo negro



Hartador de la memoria,
que mueles amores y odios
y los escupes al presente.
El yo universal, tu enemigo.
El yo plural, ágil profeta
de tu indómita sustancia
Las flores se repiten,
los niños bailan sus montañas
¿Qué harás con tu aliado, el sueño
para trocar miedos y quimeras
por esta sensación de ahogo?
¿Qué belleza le anularás al tiempo,
a mi tiempo de sogas y asesinos?
Hartador de la memoria; mecánica,
tu vida es mía. Mía.


Over.

viernes, 18 de julio de 2008

Palabritas

Cuando las cartas dejaron de llegar, me pareció lo correcto, lo obvio, el inalterable y frío curso de las cosas. Simplemente las cartas dejarían de llegar. Algún día dejarían de llegar.
Cuando las cartas dejaron de llegar, me acordé de Luz.
Luz me dijo: “Corazón, tú tienes mucho que aprender, y yo tengo mucho que olvidar.” Por eso, cuando suena Norwegian wood, me acuerdo de Luz.
Y por eso, de vos me acuerdo cuando me miran los peces, por ejemplo. O cuando dejan de mirarme. Cuando no me miran, también.


Over.

miércoles, 16 de julio de 2008

Such a heavenly way to die






Un disquito de 4 canciones. Toda una declaración en tiempos de mp3 y tu millón de canciones en un aparatito así de chiquito. Y encima The Smiths, cuya traducción sería "Los Rodríguez". Traducción semántica, nada de música, que quede claro. Tampoco sería la traducción, ok, a ver si nos entendemos.
Y dentro del disquito, la versión de Please, please, please, let me get what I want. Hermosa canción, una de las mejores del cuarteto inglés. Esa triple repeteción de "please" es alucinante. Bueno, no es alucinante, pero se entiende, no está titulando una canción, está rogando algo, ¿nos entendemos?

Acá está el disco para bajarlo. El disquito.

Acá la versión original.

Acá la letra:

Good times for a change / See, the luck I've had /Can make a good man / Turn bad
So please please please / Let me, let me, let me / Let me get what I want / This time
Haven't had a dream in a long time /See, the life I've had /Can make a good man bad
So for once in my life / Let me get what I want / Lord knows, it would be the first time
/ Lord knows, it would be the first time




Y acá lo que te quiero decir: "NO" Aunque There's a light that never goes out, "And if a double-decker bus / Crashes into us / To die by your side /Is such a heavenly way to die" lará rá lara lará



Over.



PD: Lará, lará , lalala, lará, lará...

Sylvie dice adieu

A ver, Francois en realidad se llama Abel, pero el día que lo conocí en el bar del gótico, le dije que si era francés, para mí podía ser Pierre, Francois o Dimitri. Se rió y me dijo: “Entonces tú me llamarás Francois” Abel (en adelante Francois) era el hermano de una amiga de la chica con la que salí aquel viernes. Ni yo quería salir con esa chica ni ella querías salir conmigo, y creo que la mejor idea que tuvo fue la de agregar gente a una salida que se iba a espesar con el correr de las horas.

El punto es que Francois me dijo: “Argentino, Marelle”, y yo le digo: “Francés, Foucault”. Lo dije porque me pareció que sonaba bien, y porque ignoraba la literatura francesa de los últimos veinte años. Entonces me dice: “Argentino, La maga”, y yo lo miro y le digo: “Francés, Marcel Marceau”. Claro, se rió.

Uf, pasó mucho tiempo, el encuentro fortuito en el Ateneu, y cuando llegó Amit con la cámara de video, empezamos con las encuestas para la televisión israelí, en las que invariablemente las encuestadas eran sólo mujeres menores de 25, y tantas cosas que se me amontonan en los dedos y que siempre digo (siempre me digo) alguna vez tengo que escribirlas. Alguna vez tengo que escribirlas. Pero otro día. Otro día, sí.

Francois me escribe que anda mal porque se separó de Sylvie, que ella se volvió a Londres y que no hay vuelta porque no se pelearon ni discutieron. “Amigo, si no discutes, no hay regreso”. Bueno, un poco tiene razón, claro.

La cosa es que me mandó la carta que Sylvie le escribió para despedirse. Hay muchas formas, desde ya, pero no se me habría ocurrido esta manera de decir adiós. La posteo porque lo conozco a Francois, y él tiene una fe ciega en mí, por la cual cree que tengo la habilidad de llevar la realidad a la ficción y así dominarla. “Tú lo cuentas, y ya es de otro, le sucede a otro”. No entiende que no es así, pero insiste. Insiste. Ahí va.

Ab:

Dejé los libros de Zolá porque no los voy a leer, ya lo decidí, y porque me llevo la máscara inca, eso ya me alcanza. No sé si te dije que tengo la sensación de que ayer no hablamos nada, o que no estuve bien. Siempre pienso que no estuve bien, ya lo sabes. En cuanto a lo que me preguntaste, te contesto. Hace rato que sueño con una casa en Lake District, de techo de paja y mucho frío. Sueño con una habitación grande con un sillón colorado, una mesa de esas antiguas donde las abuelas solían tejer, un hogar mediano y el ruido de los leños quebrándose. Sueño con té, mucho té. Y cinco libros y muchos discos y un cuaderno. Sueño caminar por el bosque y fumar uno, dos cigarrillos, y volver a casa y acostarme en la cama donde hay una frazada que me espera. Sueño con una tele donde pueda ver películas de noche o de día. Sueño con un teléfono que nadie tenga. Con eso sueño, amor, con todo eso desde hace muchas, muchas noches. Te quiere, Syl.


PD: El inglés moroso y “adecuado” de Sylvie hace que la carta pese más. Ni una sola contracción, ni una sola palabra fuera de lugar, todo fríamente descriptivo. Preciso, prolijo y final. Que te digan que no te incluyen en un sueño, es un golpe. Fuerza Francois, ya lo ficcioné. Y a ti que te gusta, te pregunto: ¿“fe ciega” no es un pleonasmo?

Votre ami, Hernán.



Over.





martes, 15 de julio de 2008

Medem, Ana, Otto. Empieza de vuelta. Medem, Ana, Otto



Otto conoce a Ana. Ana piensa que sus nombres se leen igual al derecho y al revés. La palabra capicúa es catalana. La mamá de Ana conoce al papá de Otto. El papá de Otto compra una casa para todos. Crecen. Otto ama a Ana. Ana ama a Otto. Pero el amor es irreal, como todo verdadero amor, y no hay lugar para costumbres, ceremonias o vejez. Crecen. Muere gente. Unos pierden a otros. La cebolla se abre, se abre, se abre. Cede, lágrimas ceden. Para atrás y para adelante, del derecho y del revés, Ana ama a Otto, Otto ama a Ana. El andrógino volvió a su nido. Las partes se unieron, perfectas. Sólo un milagro puede separarlas y que haya vida. Los milagros no existen. El destino, el azar y la casualidad. No existen. Por eso Ana huye para cumplir su sentencia. Por eso Otto vuela uniendo cartas. Ana mira. Adiós Ana. Se cierra el círculo. Fin.



Over.


PD: "Los Amantes del Círculo Polar", obviamente.

Te lo dejo clarito




¿Estamos?

lunes, 14 de julio de 2008

Pozo negro (rancid stream of consciousness)


I

Sol de nit o Negril
El lugar es la utopía
Sangre de tu sangre
La pupila, nerviosa,
Te busca, tonta, en este jardín
De flores negras a toda hora


II

Sol de nit, aviam
Es todo mentira, la utopía
Me llueve tu niñez en las manos
Son las putas dos de la mañana
¿Podés apagar la enciclopedia?
Ya nací a tu querer, a tu cielo
Tu cielo en mi cielo, nombre y sangre
Así, raspando silencios en el cielo
No me sueñes con el sopor del odio
No me abras a la fuerza de los dioses
Nombre en mi nombre, ¿te das cuenta?
Te creí, porque en el fondo de lo que creías
No había bastidores ni cuerdas, estaba limpio
Nos hermoseamos con lo del calor en verano
Sin vos, hacía calor, tenía razón, qué calor,
El club de los adioses, dioses, no oses,
No oses descolorarme al dormir
Toda la siesta de dulce 3 nocturno, humo
Caracoles y la pátina de lánguida timidez
Ya no podíamos volver. Se abrió para cerrar.


III

Sol de nit, tothom, tótem del amor, paratótem
Tetraedro del daño, no arrugues mi pasión
Candy says: If only, if only.
If only qué?
¿Qué?

De qué color es la hora del naufragio
La que amontona tatuajes y talismanes
¿Ocre? ¿Azulada? ¿Briznas de oro?
Son las putas dos de la mañana
Anosognosia del amor
Negación de lo anunciado, no cruces más,
Te escucho y te creo, pero
Ya no cruces más hacia este lado.



Over.




Y te daré una flor.

domingo, 13 de julio de 2008

Acceptance, by Robert Frost







Como no encuentro traducción del poema "Acceptance", de Robert Frost, me urgí a traducirlo porque:
1) Es decididamente precioso.
2) La modernidad bucólica de Frost me apasiona.
3) No quería morir sin antes traducir algo de Frost.



Acceptance

When the spent sun throws up its rays on cloud
And goes down burning into the gulf below,
No voice in nature is heard to cry aloud
At what has happened. Birds, at least must know
It is the change to darkness in the sky.
Murmuring something quiet in her breast,
One bird begins to close a faded eye;
Or overtaken too far from his nest,
Hurrying low above the grove, some waif
Swoops just in time to his remembered tree.
At most he thinks or twitters softly, 'Safe!
Now let the night be dark for all of me.
Let the night be too dark for me to see
Into the future. Let what will be, be.


Aceptación

Cuando el sol, rendido, lanza sus rayos hacia las nubes
Y reparte su ardor sobre el golfo, abajo,
Ninguna voz en la naturaleza grita lo que ha ocurrido.
Las aves, al menos deben saber
Que se trata del giro hacia la oscuridad.
Murmurando algo quieto en su pecho,
Un pájaro comienza a cerrar un ojo borroneado;
O, alcanzada demasiado lejos de su nido,
Apresurando el vuelo sobre la arboleda, algún ave perdida
Baja en picada, justo a tiempo, hacia su árbol memorizado.
A lo sumo piensa o suavemente canta: ¡A salvo!
Ahora deja que la noche me provea toda su oscuridad.
Deja que la noche sea demasiada oscura para que no me permita
Ver el futuro. Que lo que será, sea.



Sobre la traducción:
Traducir un poema reviste una situación insalvable: la idea se reduce a la palabra, y al cambiar (traducir) la palabra, corremos el riesgo de alterar la idea. Y casi siempre se pierde. Por eso, el punto es aprehender el poema, sentirlo, para después apropiarse del alma e intentar volcarlo en el target language.

En cuanto al título, me hubiera gustado llamarlo "aquiescencia" o "acatamiento", pero sería extremar una cuerda ajena. Traducir sentidos, está bien. Interpretar una idea, también. Ahora, interpretar los sentidos, es un compromiso demasiado grande.

Por ejemplo, ese “spent sun”, no puede trasladar su belleza del mismo modo, y decidí utilizar comas y asegurarme un adjetivo. De otra forma, creo que hubiera caído peligrosamente en la re escritura. La idea es la de un sol en el ocaso, alumbrando a las nubes desde abajo mientras no pierde su poder hacia la superficie.

“No voice in nature is heard to cry aloud”. Aquí es clara la supresión del verbo “oír”, con arreglo a una fluidez más aceptable. La literalidad, creo yo, habría frenado la intención de la frase.

“One bird begins to close a faded eye; / Or overtaken too far from his nest, / Hurrying low above the grove, some waif / Swoops just in time to his remembered tree.” Es interesante apreciar la función del punto y coma después de “eye”. Es ahí donde nos damos cuenta de la diferencia del primer pájaro y la segunda ave, que probablemente no sean el mismo. El uso de “waif” es muy difícil de trasladar. La primera acepción hace referencia a un lugar sin dueño, un espacio de tierra o bien sin propietario. Recién en la segunda posibilidad nos acerca a la idea de “niño o ave abandonado”. Ambos significados cumplen una función determinante en el poema, fundiendo la bucólica imagen en una sola palabra. En español no existe tal palabra.

"his remembered tree." Usé el sinónimo "memorizado" porque se trata de un ave, y sentí que el verbo "recordar" le atribuía demasiada metáfora a lo que en realidad no tiene.

“Now let the night be dark for all of me.” Aquí tomé una decisión. La decisión que me pone en evidencia y por la que puedo ser juzgado. Se puede traducir de otro modo, pero tomé el riesgo.

“Let what will be, be”. Sí, no perdería nada si lo tradujese como el familiar: “Lo que tenga que ser, sea.” No perdería nada, está bien, pero no dice eso. El poeta pide que no se prolongue el desenlace, y eso es otra cosa.


Over.



PD: No creo que demore mucho el ataque de Francois. Será recibido. A bientot, mon cheri!

Pozo negro

No llames, no cierres los ojos,
no lo digas.
La cura está en el tiempo y la distancia,
pero no es ni el tiempo ni la distancia.
Por lo demás, que no te dome el silencio,
porque a nadie, escuchá bien,
a Nadie se le debe el universo.
¿Todavía bailás bajo el agua?



Over.




Palabritas






Hoy no vamos a rechazar la luna ni a ceder territorios. No quebraremos promesas ni cambiaremos el mundo. Lo cotidiano no será paterno ni nos alcanzará el desprestigio de la clara Ciudad. Hoy no tendremos hijos, se apagarán los espejos y el hastío se esfumará del diccionario. Hoy, cuando gire la noche, no citaremos a Robert Frost, “the hours of daylight gather atmosphere”. Bajaremos a nuestros deseos, bailaremos a tiempo y nos intoxicaremos con Dave Brubeck. Y que así sea.


Over.


PD: My one bad habit, una y otra vez, por favor

Son las cosas del querer.


Ya viste que es como una centrifugadora que da vueltas y te quedás pegado a los costados. Es una lucha de leyes, o te cáes o las paredes te sostienen a cambio de velocidad. Y para colmo los manuales se empeñan en enseñarte a vivir en el medio: ¡pero si no hay medio! ¡Es abajo o a los costados!

Por otra parte, hay que tener cuidado con la posibilidad de irse por el agujerito. ¿Vos me hablabas del agujerito que tapamos todo el tiempo, con sexo, dinero, amor o sueño? ¿Del agujero estructural? No sé si me refiero a lo mismo, pero hay que tener cuidado porque una vez succionado, no volvés, eso no tiene discusión.
Estamos abajo, frenados en movimiento, más a la deriva que bajo el control de la voluntad. Voluntariamente a la deriva, eso.

Así empieza el volumen I de la gran obra de Schopenhauer (“El Mundo como Voluntad y representación”): “El mundo es mi representación: esta verdad es aplicable a todo ser que vive y conoce, aunque sólo al hombre le sea dado tener conciencia de ella”.

De esa sentencia hizo un libro. De ese libro hizo una declaración. Y cuando alguien declara algo así, hay que seguir investigando su obra. Así me topé con esto, de Parerga y Paralipómena, su libro más popular, si se quiere, que asusta equivocadamente con su título:

"Querer es esencialmente sufrir, y como vivir es querer, toda vida es por esencia dolor. Cuanto más elevado es el ser, más sufre... La vida del hombre no es más que una lucha por la existencia, con la certidumbre de resultar vencido. La vida es una cacería incesante, donde los seres, unas veces cazadores y otras cazados, se disputan las piltrafas de una horrible presa. Es una historia natural del dolor, que se resume así: querer sin motivo, sufrir siempre, luchar de continuo, y después morir... Y así sucesivamente por los siglos, de los siglos hasta que nuestro planeta se haga trizas”

Esta proclama arrabalera, resumida en Naranjo en Flor, hace referencia al peligro de huir de lo básico para no hacer otra cosa que afrontar la angustia del no saber, la vacuidad esencial que nos define y nos proyecta. No creo que las cosas del querer se abismen sin atisbo de salida. O quizás sea que el miedo está entramado en nuestra piel, y ante el riesgo de pagar el precio por la verdad, aceptamos una felicidad incompleta pero segura.

Ya te lo dije, ya lo aprendimos, es una centrifugadora, de la que no se puede salir. Hay que saber apretar los dientes, mi amor. Hay que flotar y hacer pie, un poco y un poco. Así, un poco y un poco.


Over.



PD: Amit, con su afectado inglés, me dice: ¿A quién se le ocurre intentar hablar del amor citando a Schopenhauer? Tiene razón. Y que “quoting” se escribe con una sola t, y que yo tampoco hubiera dudado en duplicar esa consonante. O quizás…


Juan José Millás imagina.




No creo que nadie haya nacido póstumo, ni siquiera el propio Nietsche, porque su reconocimiento tardío tuvo menos que ver con el contenido de su obra que con la capacidad publicitaria de la misma. Peor aún, cuando somos testigos de ofuscados mendigos de fama que ven en la popularidad algún signo de respeto o admiración hacia sus acciones.

No hay cuota de fe ni suma de opiniones que prestigien tus palabras. El fundamento de tu labor es, en última instancia, el compás de felicidad que te otorga tu acción. Ni más ni menos.

Lo antedicho, quizás el lector lo pueda anudar a lo que viene. Yo, al menos, no puedo, y sin embargo algo me obliga presentarlos juntos. Ahí va:




Juan José Millás tuvo la fortuna de nacer en España y así poder desplegar su obra cuentística sin los “problemas” que sufrimos los escritores argentinos, elegantemente observados (por el otro y por nosotros mismos) ya sea por parte de la literatura de fines del siglo XIX, o bien por casi toda la literatura argentina del siglo XX.
Y repito, Millás tuvo la suerte de poder ejercer su arte sin necesidad de analizar las estructuras, las palabras, las metáforas, el adjetivo o la coma hasta el paroxismo. No porque no los use de maravillas, simplemente porque el refinamiento muchas veces entorpece a la médula creativa, y, para decirlo más claramente, el envoltorio toma más protagonismo que lo envuelto.

Lo primero que leí de Millás fue esa edición de Alfaguara, Tres Novelas Cortas, que yo retitularía: “Cerbero, son las sombras y Dos novelas apasionantes”. Hablo de Letra muerta y Papel Mojado. Fue así, instantáneo, como los conejitos de Cortázar, los cuentos de Rulfo, la metamorfosis del amigo del traicionado por Max Brod, Walsh o Carver.
Recuerdo estar en una habitación muy pequeña, en el otoño que viven los árboles en el otro hemisferio, leyendo Cerbero, son las sombras y no quedar del todo satisfecho para seguir leyendo lo que seguía. Pero el frío y el té verde me ayudaron a seguir adelante. Letra muerta y Papel Mojado, son dos novelas que el autor escribió simultáneamente, y se nota. Maravillosamente se nota.




Más tarde, mi ignorancia fue ensombrecida y supe que el tal Millás escribía en El País y que, esencialmente, era un autor de cuentos. El adverbio me lo debo y se lo debo a mi amigo Hilari, trotamundos catalán. Los dos acordamos que lo mejor de Millás está en los cuentos, esas narraciones cortas que se le caen de las manos todo el tiempo. Es que sólo leí las novelas: El Desorden de tu Nombre, El Orden Alfabético y La Soledad era esto, y me pasó lo que le pasa a muchos: La narración empieza a perder suspenso y uno se dice, qué buena idea, lástima la extensión.



Me falta mucho para leer toda su obra, y por suerte, a Millás le falta mucho para completarla. De los libros de cuentos, recomiendo si dudarlo, “La viuda incompetente y otros cuentos” y “Primavera de Luto”. Si sólo desea leer un cuento, me arriesgo a “Ella imaginaba Historias”, no por su trama, simplemente porque estoy seguro de que resume con precisión la capacidad de este autor español. Y olé!


Over.

viernes, 11 de julio de 2008

Se siente.






No voy a decir nada del otro mundo: la película más floja de M. Night Shyamalan, es Sexto Sentido, 1999 (The Sixth Sense). Ya desde la poca originalidad del título, una vez terminada la proyección, atamos demasiados cabos que después del primer impacto, nos suenan a desmedidos y puestos de antemano para que atiendan al fin y no a la trama. Sinceramente, no termino de entender el gran deslumbramiento que causó en tanta gente.

Llegó El Protegido (Unbreakable), un año después, y uno tuvo la sensación de que había algo más para ofrecer por parte de este director indio. No fue una gran película, pero fue un cambio drástico ante las expectativas originadas. Esa idea que nos ronda la cabeza, casi como un bálsamo ante la urgencia del desengaño, cuando pensamos en publicar un best seller con la idea de “hacerse conocido” y así lograr que lo “bueno” se haga lugar. Ya aprendimos que esa ilusión es falsa, y no existe tal resignación: cada cosa que hacemos nos marca y nos deja. Marcados.



Quizás Shyamalan lo haya logrado, quién sabe. Lo cierto es que en 2002, con la impredecible actuación de Mel Gibson, ve la luz una película hermosa: Señales (Signs), atravesada por una ironía más europea que norteamericana, y lista para ser rechazada por la crítica. Se podría decir mucho. Diré tan sólo que es la primera película en la historia con extraterrestres, que no se trata de extraterrestres. La vulgaridad de los alienígenas nos guiña el ojo, nos hace sonreír ante la obviedad. El director usó platos voladores, quemaduras inexplicables e invasiones, tan sólo para dar un latigazo sobre el poder de una creencia, la voluntad y dolor. Todo junto y sin pausa.



Y siguió creciendo el gran Indio. Y dos años más tarde nos regala la mejor película de su repertorio: La Aldea (The Village). Otra gran metáfora sobre la mentira y los mitos. Rozando, sutilmente, aquel cuento platónico de la caverna, con la ascensión hacia la realidad como forma de ser libre. Traigo, otra vez, una frase de Saramago que me persigue: “No hay mejor guardián que el miedo a que el guardián venga”. De eso se trata el film, de la protección como exceso y su correlato de demonios a medida.



En 2006, llega La Dama en el Lago ("The Lady in the water”). Me atrevo a decir que hay que creer en Shyamalan para dejarse llevar. Hay que entrar en cierto estado permisivo y de aceptación, todo con el objeto de permitir que el encanto y la ficción nos corrijan por un rato. Se nota, quizás, cierto cansancio por perseguir tantas veces la metáfora. Se ven los hilos, si se quiere. Es un buen momento para un cambio de rumbo.

Por caso, se acaba de estrenar “The happening”. Dicen que sale con el cartel de prohibido para menores de 18 años en EE.UU. Eso no me dice nada, desde que en ese país pasan por la tele a soldaditos matando niños en Irak, en horario central. Dicen, también, que con esta peli, cierra un ciclo. Dicen.




Over.

jueves, 10 de julio de 2008

Ring, ring





Los hermanos macana, a la cabeza de Oasis, le han dado en los 90's, aire fresco al siempre pródigo escenario musical inglés. Sus canciones bañadas en una constante salsa beatle, no dejan de ser asombrosas. Eso sí, Noel Gallagher no tiene el don de la escritura, y en las letras se nota. No obstante, en esta hermosa canción (una de mis preferidas), Take me away, hay una línea que tiene que ver con este post: I’d like to be / Under the sea / But I’d probaly need a phone. Esa idea del teléfono como símbolo de la comunicación siempre me ha resultado interesante dentro de una canción.

En un nivel superior, los Counting Crows, por caso, nos cantan en esta preciosa melodía, Raining in Baltimore, el siguiente compás: I need a phone call / I need a raincoat / I need a big love / I need a phone call. Junto a la cadencia de la voz de Adam Duritz, la llamada telefónica es un ruego que conmueve.

Después aparece Blur, con su claustrofóbica The outsider, donde agónicamente, Albarn canta: I got day day day day day day day today / The error takes some parts so stay away /I find myself alone / Just staring down the phone / I got day day day day day day day today. Esa monótona observación de una aparato, a la espera de un sonido, detrás, la voz. Detrás, siempre la voz.

En sintonía con los Blur, con una melodía más rockera, bien ochentosa de nuestras pampas, lo escuchamos a fito decir, en Bailando hasta que se vaya la noche, “Por qué no prueban una noche /Cuando llegan a su casa / No haya nadie y el teléfono no suena / ¿A ver qué pasa?” Casi gritada, casi narrada, Fito Páez apela a una situación más profunda y urgente al mismo tiempo.

Me voy escuchando a Pedro Aznar, mientras se reía al decir: “ese es tu walkman / qué moderno”, al principio de Peluca telefónica.El día que estoy aquí, ese amanecer, es dónde querer y mirar tus ojos en naves viajando hacia mí.” lara, lará lará.



Over.



miércoles, 9 de julio de 2008

Palabritas

Entonces está la teoría que divide todo en sistemas. Hablamos de sistemas, grupos, bandas, agrupaciones, sociedades. La vieja discusión de la parte y el todo. De las inclusiones y las eternidades. De tu pacto de sangre con la libertad a plazos. Lo escrito y lo indecible.

Las constituciones sociales que son más respetadas que el librito ese que recitamos en la escuela. Sabemos de memoria cada artículo, pero callamos respetuosamente lo no escrito. Los papeles que nos entregan al nacer y que debemos acatar por miedo a que se altere la rueda de signos y engranajes: la familia, los amigos, la novia, el maestro, el presidente. El dueño y el pastor. Todas las conspicuas trivialidades que el hombre de la bolsa suele apuntar en su lista de terrores. Ser distinto, ser minoría, ser humano. ¿Ya dije que el mundo funciona gracias a las mayorías pero cambia gracias a las minorías?

El teatro ya está armado, con el escenario allá y las butacas de este lado. Unos hablan y otros callan. Rebeldía y transgresión son palabras que la modernidad ya estampó en las camisetas como a la cara del Che. No es tan fácil no ser. No es nada fácil. Y se le escapa como a los locos. Los locos dan miedo, por eso me gustan tanto. Me gusta ver la cara de los no – locos. Celebro el terror en sus facciones. Su taquicardia. Su estúpida taquicardia.



Over.


Giros.





Un no tan velado eslabón une a la novela de Schlink, El Lector, con la inquietante película de Bryan Singer, Apt Pupil.

En el libro, la trama es el gran enigma que nos conmueve a todos: ¿cómo separar los perfiles de una misma persona, cuando sólo vivimos uno y nos enteramos de otros? Esa crítica necesidad de no creer lo que no vemos, vimos, vivimos. De repente, esa cara y ese cuerpo se trasladan por la narración, a los peores escenarios posibles, siendo artífices de las acciones contra las que luchamos, hechos que aborrecemos, palabras que nos avergüenzan.

El pequeño niño que descubre la imbatible electricidad del sexo en esa mujer más grande, intrascendente trabajadora en el tren de la ciudad. Esa mujer que lo conmueve y le pide que le lea, esto y aquello. El muchacho que penetra de manera total, ya en la mente y cuerpo fundidos, siendo el vehículo del placer y la literatura. Él hubiera querido que en otra vida, se hubiera decidido por el derecho, los juicios y los tribunales. Él hubiera querido que en otra vida, sentada en esa silla demoledora, las palabras salieran de aquella mujer. No sabía que todas las vidas posibles, se dan aquí. Sólo aquí, en esta vida.

Y el otro joven, el que aún moldea su maldad, encuentra en un inofensivo anciano, la punta de la mecha que logrará la ignición. El fuego del poder y la humillación. La maldad tomando las riendas de la mente. El viejo nazi, ya perdido, actuando la comedia de su propio genocidio, ante el joven que cree dominar al dominador, y así subir un escalón más en su perverso destino.

Quizás ambas obras no articulen sus semejanzas tanto en el contenido sino en la metáfora final de la película. Ese aro de básquet que se funde con la cara muerta del nazi, haciéndonos resignar a la inevitable circularidad histórica, donde, al parecer, nada se repite, todo continúa. Todo continúa

.


Over.

domingo, 6 de julio de 2008

Palabritas


Ya aprendimos que un corazón herido, hiere. Y sabemos muy bien que la herrumbre del desconsuelo perfora esperanzas a prueba de todo. Claro, porque cantamos Ambar Violeta mientras el mundo se borraba de alcohol hasta el mediodía, debajo de la nada frente al mar.

Hasta quizás ya lo sabíamos, mucho antes del primer acorde de la vieja canción que hablaba más de ti que de mí. De tedio y fantasías, las noches comenzaron a girar, descompuestas en luz falsa y amagues de perdón. Pero nada era un error, ni siquiera las ciento cincuenta cartas de despedida antes de las pastillas y los espasmos.

Ya habíamos aprendido a no jurar. Por eso jurábamos por todo el cielo que nos veía, atar nuestros principios de por vida. Sé que hiciste todo el esfuerzo, pero te venció el miedo a ser realmente lo que amabas. De mí, ya lo sabés. Pero no miento, y no soy estúpido: sé que las sogas siguen su curso de desgaste y abandono.



Over.




El peregrino de lo Absoluto






Si la obra de Leon Bloy (bluá, Hernán, bluá) transpira queja, cansancio y angustia, me temo que no es nada en comparación a la propia vida del escritor francés. Por estas pampas, diríamos. “A este tipo le pasaron todas”. Bueno, a ver, no todas, pero la miseria le mordió las manos durante un buen tiempo. Y como suele ocurrir en estos casos, se entregó a gloria y poder de Dios, transformándose en un peregrino de lo Absoluto.

No sólo eso, en su literatura la emprendió contra el burgués, trasuntando en este último, toda la vileza de la humanidad.

Aquí tengo entre mis manos, el exaltado libro que escribiera entre 1900 y 1913: Exégèse des lieux communs, es decir, "Exégesis de lugares comunes". Exégesis:” f. Explicación, interpretación de un texto, especialmente de los libros de la Biblia: hay diferentes exégesis de las Sagradas Escrituras. No varía en pl.” Sí, otras de mis palabritas preferidas que se burla del número.

Y es justamente en este libro, que denota su iracunda aflicción que emana de la representación de un burgués.

Cito dos fragmentos:

Op cit / Nº 163:

No se presta sino a los ricos

¿Por qué? “Porque el agua va siempre al río”, responderá el escribano. A partir del Pactolo, ha habido concomitancia entre los ricos y los ríos. Algunas veces esas aguas vienen de las fuentes puras de la montaña. Otras, las más frecuentes, ha servido para lavar la vajilla o los orinales.

Los ricos lo reciben todo, como los ríos, pero la palabra “prestar” es un sarcasmo, pues no hay ejemplo de que ni los unos ni los otros hayan devuelto jamás nada. Convertidos en caudalosas corrientes, arrastran al abismo, indistintamente y cada cual a su manera, el jugo de los sumideros y las lágrimas de los pobres.

Op. cit / Epílogo Primera parte

- ¿Qué hará Usted cuando lo crucifiquen? – pregunta alguien.

- Yo – contesta mi pequeña Magdalena, de cinco años de edad – soñaré cosas hermosas.

En el segundo fragmento delata, Bloy, la vena que realmente alimenta a su pluma: la poesía. La misma que derramó, por ejemplo, en Las Doce Jóvenes. En estos tiempos de crispada nostalgia, no convence pero acompaña con justicia, la obra de este torturado autor.


Over.

La mujer del tenista


La mujer del tenista está sentada en el palco privado junto al entrenador. Mira a su esposo mientras juega. Mira.

Para arriba y para abajo, es más o menos lo mismo.



Over.

Pozo negro

Sueños de nieve negra
Bueyes del dolor
El oceánico silencio de tus ojos,
me mira, me mira.
Me mira.



Over.

viernes, 4 de julio de 2008

Para aquí y para allá, a ver. Just words. ¿Just words?





Claro, me pregunta si sé lo que significa “nido vacío”. Pienso en emptyness, y en seguida me aparece empty nest. Que “nido vacío” este casi incluido en “vacío”, merece un guiño de admiración para el idioma inglés. Pero attenti, que “fallar” signifique “errar” y “determinar” según la ocasión es impresionante. “El corazón falló”, así, solito, sin contexto, qué cuernos significa. El aplauso para el español.

Esperen, ¿dog es anagrama de god? Ah no, ésa es fuerte. A ver, "sexo" sería anagrama de "oxes", pero eso es un error, porque es "oxen".

Un minuto, en “diablo” está “balido”, eso es inquietante, claro, pero compañeros, que en "cerebro" este "cerbero", eso ya es demasiado.

Over.