jueves, 27 de diciembre de 2012

Pozo negro





                                                        Abro y abres: así no.

Pienso en la muerte, piensas en mí,
pienso en tus ojos que piensan la muerte
de tus padres derribados, juntos.
Ahora son todas las alarmas, los vidrios rotos,
las ambulancias y las pastillas, todos los demonios,
en este azul de fuego que se derrite entre tu manos.
Te pido, te pido, te pido, tres veces te pido, un poco más,
un día, unas horas, no apures la morfina, ya está, es mejor
Qué es mejor, qué plan, acaso, me ofreces con esa sábana,
Quita esa sábana de ahí, creo que quiere decir algo. Se mueve.

Pienso en ti, pienso en la muerte, pienso en la muerte de tus ojos
pensando en la muerte y este ridículo día de sol, tan fuera de escala.

Qué dulce es tu sombra, hoy, pájaro rubí, en este agosto de gatos y frío,
en este auge de tu cara en el recuerdo, en algún inútil cumpleaños feliz.

Me ves pensar sobre los restos, lo abandonado sobre la mesa.
Es infinita esta mirada que se estrella contra tus ojos que piensan la muerte,
como una risa en medio del calvario, rápidamente apagada.

Ya pasó, ya pasa, es como ponerse de pie dentro del agua, un poco afuera
El cuerpo dividido en dos tiempos y casi sin entender.
Sin entender por qué tanto silencio en este agosto de gatos y frío.
Sin poder responderte, mientras tu ojos piensan en la muerte,
Si se instalará por siempre esta incómoda sensación de felicidad.


Over.
 

sábado, 22 de diciembre de 2012

Los muros.






Con poco esfuerzo vuelvo a la tarde de calor imposible y cuando ella dijo “reloj”, sólo imaginé la punta de su lengua cayendo, libre, y la parte posterior apretando el paladar, obligando al aire que viene desde atrás, a empujar y empujar, y entonces la letra se raspa con la saliva y la “j” golpea en mi mente para que yo, diez años después, la recuerde. Recuerde que la empecé a amar a esa hora de la tarde de calor imposible, tan lejos de todo esto.

Tini ya no escribe cartas. Tini envía e-mails. Tini dice que Aristimuño ya lo escribió: Quise volver, dar un paseo en febrero / Pero las máquinas crearon una torre / De cemento y piel.


Los muros y los días. 



Over.

domingo, 16 de diciembre de 2012

Tini.





Tomatoe (to my toe)

La Alondra (A Londra)

Tanat Tanato (Tan ático)

Low slow snow

Le paso a Lina las primeras palabras de mi cadáver.
- No son al azar, eh!- aviso
- Ningún cadáver es al azar, querido - sentencia Lina

Tini abre su cuaderno de espirales y lee:  
“Amor es el deseo real de haberte conocido antes de conocerte. Es, en su visceral eternidad, la búsqueda de un solo tiempo detenido, donde no tenga que contarte nada que haya hecho ni nada de lo que vendrá. Es adulterar la memoria y ubicarte en mi infancia, no como testigo sino como parte indivisa. Porque es, en definitiva, ser yo misma aunque jure verte frente a mí, con otra cara y otros ojos”.

Silencio.

Lina enciende un cigarrillo (aún fumaba): “Visceral eternidad, no sé si me gusta. El resto es así.”

Tini cierra el cuaderno. Toma un poco de agua. El agua en el vaso llega a sus labios, retrocede un poco al chocar contra los dientes y finalmente se escurre dentro de su boca. Después hace un movimiento con el labio inferior, lo saca hacia fuera y lo trae contra al superior, para secarlo. Le pide un cigarrillo a Lina.

Creo que tosí o no hice nada. Estoy seguro de que no dije que en algún momento seríamos más grandes y diríamos que el amor no es eso. Tampoco dije que lo diríamos porque éramos grandes, o porque no lo habíamos sentido jamás.

Tini.


Over.


Subir.


Tini bien podría haber dicho:


"Hoy tu cuerpo ya no es mi rincón"



Over.

jueves, 6 de diciembre de 2012

Hace Plop.





Punzante y sobria, Plop, la novela del argentino Rafael Pinedo, puede ser la aglomeración de muchas otras historias. Por ejemplo, no estaría en desacuerdo con quien observara que usando casi el mismo texto, se podrían agregar dibujos y que todo se transforme en una historieta. Tampoco opondría demasiada resistencia a quien apuntara que estamos ante una historia de ciencia ficción, y que los nombres de los personajes, o las cuadrillas, o los lugares, son, digamos, poco originales.Más aún, me animaría a no polemizar si dijeran que hay una exacerbación escatológica y sexual que provoca asombro más que repulsión.

Dicho todo lo anterior, la novela de Pinedo no deja de conmover, y se lee en dos días a lo sumo. Situada en algún momento posterior a una especie de Apocalipsis humano, en un futuro donde está casi todo destruido, el relato se centra en uno de los tantos grupos que sobreviven. Todo está basado en la supervivencia, y como casi nada sale de ese objetivo, se dan por sentados inaceptables hechos de brutalidad y violencia, sin límites en lo concerniente al sexo, la tolerancia, la solidaridad o la compasión. Hasta sobrevuela una condición nazi con respecto a los niveles de personas y su utilidad en el grupo.

Los tabúes y prohibiciones están claramente estipuladas, y el no respetarlas se paga con la vida. Aquella prohibición prostibularia del beso que citaba Onetti, ejemplifica en este caso, que casi todo lo que se hace, debe prescindir del placer. De hecho, las estructuras de poder son tremendamente verticalistas y no dejan lugar a cuestionamiento alguno.

En definitiva, la novela, vacía y asombra, provoca y se aleja. No sé si la doble lectura posible que pueden promover el prólogo y el epílogo, la enaltecen. Que haya ganado el premio Casa de las Américas, no agrega nada. Decir que Pinedo es un autor de culto, tampoco. Habrá que ver qué sucede con sus otras dos obras que próximamente se editarán juntas. Habrá que ver.


Over.

 

domingo, 2 de diciembre de 2012

Nace.




Cuando comenzó a romperse la noche, pudimos adivinar la isla desde la playa. Tini abrió los ojos y yo le seguí la mirada. El vino estaba un poco caliente pero brindamos lo mismo. 

Lina había desaparecido unas horas antes, de la mano de un brasilero rubio y poco amigable. En algún momento, Tini me dijo: “Viste que París, también, para nosotros, es el verbo, de parir, ¿entendés?” Mirando la isla, le contesté: “Una ciudad que también significa nacer”, pero Tini me ganó: “Dar a luz, corazón, de ahí a la Ciudad Luz, ¡todo un hallazgo!”

Tini se había hecho un corte de pelo un tanto extraño. Delante usaba flequillo, pero después, detrás, el pelo era demasiado largo. Se lo dije. Le ofrecí cortarlo. “¿Estás loco?”, me ladró.

Al otro día, volvió Lina. Habló del rubio como si fuera un Adonis versión portuguesa, y encima que cantaba parecido a Djavan. Después de unos días, Tini me diría que era todo mentira, que el tal blondo djavan era un fiasco, y que todo se lo había inventado por mí.
“¿Por mí?, ¿por qué?”, le pregunté. “Yo qué sé, viste como es Lina, si le llegás a decir que estuvo con un imbécil, se muere”.

Una noche, mientras Tini se cambiaba, le dije a Lina que yo había salido con chicas un poco tontas, que no les interesan los libros, ni la música, ni nada de lo que nos gusta a nosotros. “No me extraña, los hombres suelen perder el filtro”, me contestó y yo callé. Después le conté lo de París. “Uy, nene, eso es obvio, seguro que son cosas de Tini. Ustedes dos juntos sí que hacen dúo, eh!” 


Over.