miércoles, 25 de mayo de 2011

Pozo negro

Hoy leí las fotos del lugar donde vivís

todo se hizo pájaro y aquella tarde de las llaves

No puedo nadar esos tiempos, indefenso,

Me caigo contra vos, y no hay nada.

Todo es sustituto, la imagen es humo

Marca bordes, sentencia. Falla.

Cuando falla la oscuridad, llegan las fotos

Las fotos donde vivís, normal y cambiada.



Over.

martes, 24 de mayo de 2011

¡Viva la Patria!



¿La patria de Mariano Moreno envenenado o la del empréstito de Rivadavia?

¿La del cerdo de Uriburu, la del obsceno pacto Roca-Runciman, o la del salario mínimo vital y móvil de Illia?

¿La de la distribución del primer peronismo o la de las bombas contra el pueblo de la mano de Lonardi?

¿La de los cobardemente asesinados en un basural por la mano larga de Aramburu o la de quienes no condenan este hecho y se horrorizan con la fría bala que selló su respiración?

¿La de los sospechosos antikirchneristas que rechazan una ideología de fondo y no una crítica de formas o la de los que reprochan una agachada o una exageración?

¿La de los antiborgeanos por izquierda y anticortazarianos por derecha (o viceversa según la fecha), o la del gran Soriano?

¿La de los fascistas y genocidas que masacraron una generación entera o la de quienes van a las villas a enseñar matemáticas?

¿La de quienes nacieron por azar en cuna de oro o la de quienes razonan que la suerte no los exime de compromiso?

¿La de los infames terratenientes que se ríen de la ignorancia o la del peón que ara la tierra y levanta la cosecha?

¿La del tipo que habla de “nosotros” cuando su sueldo vale menos que la compra de lamparitas de la empresa?

¿La del opaco y corto que piensa como el opresor, siendo un oprimido, o la de quien enaltece su condición por prepotencia de su esfuerzo?

Qué patria y banderita, qué patrioterismo de cuartel vetusto con tiros de los chicos y té caliente del general, qué patria de frívolos culpables de su ignorancia y mandamases de la moral, las buenas costumbres y la asquerosa hipocresía de la democracia como pretexto de la injusticia.

La única patria es la infancia, a eso no hay con qué darle.


Over.




miércoles, 18 de mayo de 2011

Flaco favor.





Decir a esta altura que José Pablo Feinmann carece de cualquier atisbo de modestia, es una remanida redundancia (¡vaya figura!) Decir que es fama su soberbia, no es menos trillado. Ahora, llega un momento en que uno, al leerlo, siente una mezcla de lástima y rechazo, y todo eso junto transformándose en bronca. ¿Por qué un tipo que puede ser capaz de ensayos antológicos, autor de un libro como Filosofía y Nación, termina publicando una obra como “El Flaco”?

A ver, en principio, el título es engañoso, y bien podría haberse llamado “El gordo”, conversaciones que Néstor Kirchner tuvo el lujo de compartir con Feinmann, y ahí nomás la foto del autor mirándonos por debajo de los anteojos.

Entonces todo se subvierte. Yo compré un libro pensando que iba a conocer más sobre la vida y la obra de Néstor Kirchner, desde la perspectiva de un filósofo lúcido. Pues vaya sorpresa. El ochenta por ciento del libro, pongamos, trata sobre lo que el autor piensa sobre el peronismo, la revista Gente, personajes como Tinelli o Susana Giménez, el autobombo constante de las otras obras del mismo autor, la continua escritura del nombre Heidegger, Husserl o Sartre, los buenos periodistas que lo publican, y los malos periodistas que lo atacan, la televisión que contamina (?), las modelos sin cerebro, y demás anotaciones de manual del intelectual hecho y derecho.

En un concierto de desatinos, asistimos al rencor de un hombre que dice no ser reconocido como se debe, como un gran escritor de literatura, que debería ser tenido en cuenta para premios como el Cervantes o quizás el Nobel, que le dice a Borges que “unánime noche” es horrible (sí, dice eso, y recuerdo una noche entera hablando de ese adjetivo!), que en realidad no ganó el premio Nobel porque se repetía demasiado (sí, dice eso), que su palabra logró cambios radicales en la conducta del presidente de la nación argentina, que parece que lo consultó en dos o tres oportunidades como quien busca un oráculo, y encima le dice lo que tiene que hacer porque es lo correcto.

Del mismo modo que uno reacciona ante el egoísmo, la intolerancia o la deslealtad, la pedantería provoca en las entrañas un rechazo entre piadoso y triste. Piadoso por la emergencia emocional en la que debe estar hundido el sujeto, ahogado de rencor y odios. Triste porque sabe que termina arrinconado en su fantasmagórico pedestal, a quien no hace falta quitarle el banquito: nunca lo tuvo, y eso duele.

¿Por qué vale la pena leer el libro? Por las treinta o cuarenta páginas que están narradas al estilo de Osvaldo Soriano. Uno está ahí, abriendo la puerta y entrando a ese lugar donde sabe que jamás iba a llegar, en el que está, de algún modo, colado, y que va a durar poco. Esa melancolía que el gran Soriano le imprimía a las aventuras, y uno quedaba sacudido por la impostura o el desenlace. Porque hay conversaciones que conmueven, gestos que sorprenden, confesiones que golpean. O bien porque nos entrega una mirada interesante a la hora de armar la historia de uno de los hombres más inesperados de la política argentina moderna

¿Por qué no vale la pena leer el libro? Porque se va a desencantar con un autor que ya comenzó a citar una y mil veces las mismas películas, las mismas actrices, los mismos filósofos. Porque va leer una conversación en la que un tipo dice que anda con mujeres porque el culo de los hombres es feo (sí, dice eso, dios!). Porque Néstor Kirchner merece un análisis más interesante para estar en la tapa de un libro y que se venda por eso.


Over.



viernes, 13 de mayo de 2011

Acceptance, by Robert Frost





Como no encuentro traducción del poema "Acceptance", de Robert Frost, me urgí a traducirlo porque:
1) Es decididamente precioso.
2) La modernidad bucólica de Frost me apasiona.
3) No quería morir sin antes traducir algo de Frost.



Acceptance

When the spent sun throws up its rays on cloud
And goes down burning into the gulf below,
No voice in nature is heard to cry aloud
At what has happened. Birds, at least must know
It is the change to darkness in the sky.
Murmuring something quiet in her breast,
One bird begins to close a faded eye;
Or overtaken too far from his nest,
Hurrying low above the grove, some waif
Swoops just in time to his remembered tree.
At most he thinks or twitters softly, 'Safe!
Now let the night be dark for all of me.
Let the night be too dark for me to see
Into the future. Let what will be, be.


Aceptación

Cuando el sol, rendido, lanza sus rayos hacia las nubes
Y reparte su ardor sobre el golfo
Ninguna voz en la naturaleza grita lo que ha ocurrido.
Las aves, al menos deben saber
Que se trata del giro hacia la oscuridad.
Murmurando algo quieto en su pecho,
Un pájaro comienza a cerrar un ojo borroneado;
O, alcanzada demasiado lejos de su nido,
Apresurando el vuelo sobre la arboleda, alguna ave perdida
Baja en picada, justo a tiempo, hacia su árbol memorizado.
A lo sumo piensa o suavemente canta: ¡A salvo!
Ahora deja que la noche me provea toda su oscuridad.
Deja que la noche sea demasiada oscura para que no me permita
Ver el futuro. Que lo que será, sea.



Sobre la traducción:
Traducir un poema reviste una situación insalvable: la idea se reduce a la palabra, y al cambiar (traducir) la palabra, corremos el riesgo de alterar la idea. Y casi siempre se pierde. Por eso, el punto es aprehender el poema, sentirlo, para después apropiarse del alma e intentar volcarlo en el target language.

En cuanto al título, me hubiera gustado llamarlo "aquiescencia" o "acatamiento", pero sería extremar una cuerda ajena. Traducir sentidos, está bien. Interpretar una idea, también. Ahora, interpretar los sentidos, es un compromiso demasiado grande.

Por ejemplo, ese “spent sun”, no puede trasladar su belleza del mismo modo, y decidí utilizar comas y asegurarme un adjetivo. De otra forma, creo que hubiera caído peligrosamente en la re escritura. La idea es la de un sol en el ocaso, alumbrando a las nubes desde abajo mientras no pierde su poder hacia la superficie.

“No voice in nature is heard to cry aloud”. Aquí es clara la supresión del verbo “oír”, con arreglo a una fluidez más aceptable. La literalidad, creo yo, habría frenado la intención de la frase.

“One bird begins to close a faded eye; / Or overtaken too far from his nest, / Hurrying low above the grove, some waif / Swoops just in time to his remembered tree.” Es interesante apreciar la función del punto y coma después de “eye”. Es ahí donde nos damos cuenta de la diferencia del primer pájaro y la segunda ave, que probablemente no sean el mismo. El uso de “waif” es muy difícil de trasladar. La primera acepción hace referencia a un lugar sin dueño, un espacio de tierra o bien sin propietario. Recién en la segunda posibilidad nos acerca a la idea de “niño o ave abandonado”. Ambos significados cumplen una función determinante en el poema, fundiendo la bucólica imagen en una sola palabra. En español no existe tal palabra.

"his remembered tree." Usé el sinónimo "memorizado" porque se trata de un ave, y sentí que el verbo "recordar" le atribuía demasiada metáfora a lo que en realidad no tiene.

“Now let the night be dark for all of me.” Aquí tomé una decisión. La decisión que me pone en evidencia y por la que puedo ser juzgado. Se puede traducir de otro modo, pero tomé el riesgo.

“Let what will be, be”. Sí, no perdería nada si lo tradujese como el familiar: “Lo que tenga que ser, sea.” No perdería nada, está bien, pero no dice eso. El poeta pide que no se prolongue el desenlace, y eso es otra cosa.


Over.



PD: No creo que demore mucho el ataque de Francois. Será recibido. A bientot, mon cheri!

Libre.


En la serie complementaria de "La leyenda de los Siglos", Víctor Hugo, hablando de la libertad, azuza:

“La palabra parece una voz natural / de sus prados bajo el azur, de sus lagos bajo el granizo / Y todo en su montes, aire, tierra, agua y fuego / Lo dice con el acento con el que pronuncia Dios!”

Hermosa sentencia, ¡una palabra que “dice”!, alucinante, ataviándola de los cuatro famosos elementos, invocando a Dios en un sonido.

Me pregunto si Sören Kierkegaard habrá leído las palabras de Víctor Hugo. Me pregunto si lo recordó al escribir estas líneas de “Las graduaciones de la conciencia del yo”, de su famoso “Tratado de la Desesperación”:

“(…)¡pero qué acento infinito no da Dios al yo transformándose en su medida!”

El Yo, la libertad, y estas ligazones literarias ansiosas de poder unirse. He dicho.


Over.


miércoles, 11 de mayo de 2011

Es de no creer!

Me imagino dentro de unos cien años, pongamos, en la escuela. Niños leyendo manuales. Profesores haciendo la pregunta para que el alumno se equivoque y así decirle: "Su error es muy grave, no puede confundir al presidente con el terrorista". Y el niñi pensando a quién se le ocurrió ponerles nombres tan parecidos, me cago en la historia del mundo.









Over.


PD De paso recuerdo que "alumno" viene de alere, en latín, es decir, alimentar. Pero yo me quedo con la versión errada, la que dice que viene de "a" - "lumen", es decir, sin luz. Bueno...