miércoles, 31 de diciembre de 2008

Nocturno




Nocturno Nº 4




Las postales y las dedicatorias.
Los cuchillos.
Las cucharitas.
El té, verde al final.
La gata y el placard.

Anochece Chopin sobre las teclas.


Over.

A. está mejor

Cuando trabajaba en el estudio Contable, cada mañana, el jefe me daba el dinero para que viajara todo el día visitando clientes o pagando cuentas A la tarde, me pedía los comprobantes de cada gasto y yo debía devolverle la diferencia. A los dos meses dejó de hacerlo así que yo simplemente le decía los gastos de viajes que había tenido y eso era suficiente.

Recuerdo que aquella noche me acosté pensando la cantidad de dinero que podía conseguir si inventaba viajes y en su lugar caminaba a todas partes. Sentí por primera vez que iba a tener mucho dinero. Y justo al otro día me encuentro con A. y le cuento sobre mi nueva empresa, que por poco me compraría una casa en menos de un año. Me acuerdo de que me miró, pero ella no estaba ahí, quizás a esa hora, en ese minuto, el mundo no era lo que tenía que ser, y eso le pesaba en los ojos y por eso me escuchó y no me dijo nada o a lo mejor qué bueno, buen plan, o algo así. Pasaron muchos años. En aquel trabajo duré seis meses, no me hice millonario y sé que A. está mejor.



Over.

domingo, 28 de diciembre de 2008

Yo quiero ser Lucrecia Martel








No tengo dudas, porque primero que Martel tiene mucho pelo, lacio y largo, y usa esos anteojos que están dibujados sobre su rostro. Si eso no es suficiente, bueno, quiero ser Lucrecia Martel porque con tres películas le quitó el polvo a tanto cine de autor de los imbatibles 60’s, nos obliga a sentir y a comparecer ante el silencio, esa etapa que no se consume. Ni se consuma.

La Mujer sin Cabeza es un grito al vacío de las culpas, los años de fría cotidianeidad, el tiempo avaro de los sentimientos y la arquitectura plana del dejarse estar.

El cine de Martel se asoma por otro lado a las mismas escenas de siempre, exacerbando la geometría, sí, esa misma que contiene a la música, la pintura, esto que escribo. Cómo hacerte entender que no quiero hablar, pero necesito comunicarme, que necesito hacerte saber algo que el discurso no abarca, que necesito narrártelo de otro modo. Eso es Martel, y por eso hay que prestarle atención a los gritos sordos que ha sabido filmar.

Yo qué sé, líneas como:
- ¿Querés que te deje en la puerta de tu casa o en la esquina?
- Bueno.

Y nadie dice nada más, simplemente una mirada de asombro.

O como esta:
- Shh, no lo mires, acá está lleno de espantos, si no los mirás se van. Acá te movés y cruje todo.






Planos pequeños, la acotada visión del pasado que atrapa, la duda. Dudar de todo, en un ambiente que encierra, como sucede en la vida misma, esos momentos en los que todo nos ahoga.



Over.


PD: Sí, también la tensión insoportable, las chicas con su apuro sexual, la búsqueda, los silencios tan largos.


Creo que tenía un poco de razón.







Con Lina creo haber aprendido que cuando la ironía se desprende del humor para navegar sin rumbo en el discurso, hablamos sin dudas sobre alguien que ha sido dañado. Mucho o poco, ayer o hace diez años, pero el filo de la navaja ha dejado impreso su relieve. Para siempre.

Cuando Lina te cuenta algo de su vida, lo último que acepta es algún tipo de opinión, aunque Tini me dijo que es justamente lo que busca, y si uno la quiere, lo mejor es forzar el comentario a expensas de un odio pasajero. No como a Tini, pero a Lina la quiero mucho.

Lina conoció a Ismael (no es el nombre, aunque es igual de horrible) a los quince años. Como no era de extrañarse, pasaron cinco años hasta que aceptaron que el juego de peleas y rencores animaba algo más que una amistad adolescente. Justamente, unos tres años después, yo vengo a conocer a Lina, ya separada, a través de Tini, y recuerdo una época de salidas sin fundamento, autores imposibles y vino tinto barato. Y siempre era de noche.

Una de esas noches, en el living del departamento de Lina, sin muebles y sin persianas, Tini se fue temprano porque un chico la pasó a buscar. Tini no quería irse (y yo tampoco quería que se fuera), pero fue así, nos quedamos con Lina hablando de Pessoa. En un momento, de la nada, me dice:
"Al margen de extrañarlo, de todo lo que ya se sabe, lo que me arde es la falta de respeto, ese desinterés repentino por los años, por los años que le dejé y me dejó encima. De repente, escucho una historia tergiversada, llena de agonías y malos tratos, yo qué sé, y no fue así para nada, da bronca, sabés, es como si tu papá viniera un día y te dijera que ya no te quiere, que no te quiso y que esto y lo otro, y paf, desaparece. No es justo."


En aquella época, mis conocimientos de psicología y el desparpajo tenían el mismo nivel, así que forcé el comentario, claro:

“A ver, primero, la comparación con "tu papá" es elocuente. Pero mirá, yo creo que en el que se va, a diferencia del que se queda, se juegan otros demonios, y nadie te enseña a manejarlos. Algunos te dicen lo mucho que significaste. Otros creen ver en el otro, la culpa del desamor, como si fuera responsable de algún modo del fin de las sensaciones de placer. Sacando de lado los casos jodidos, vos me entendés, cuando se termina una relación, me parece que pasa lo que te digo: o llora contigo, o pega el portazo y te desconoce. Igual, no importa, para el que se queda, el hecho es el mismo, y cualquier cosa que haga, lo terminará hundiendo. Te dañara su indiferencia o su piedad, da lo mismo. En psicología, lo llaman: la reconstrucción del Otro, siempre en ausencia, con lo peligroso que eso significa."

Primero, Lina fue suave: “Che, me gustó eso de “el que se va” y “el que se queda”: Uno se mueve y otro queda frenado, está bueno. El resto de lo que dijiste me parece un poco elemental, bah, tonto y sin razón.

Tras unas palabras más, la terminé de agitar. Ahí Lina fue Lina: “Escuchame una cosa, ni siquiera me conocés y ya querés ponerme en una lista o patrón. Además, leíste dos revistas y te creés capaz de hacer afirmaciones universales sobre el amor. Me voy a dormir, chau."

Ahora que me acuerdo, me río con ganas. En aquel momento me sentí entre furioso y humillado. No tenía los años como para decirle cosas como: “Tu fastidio confirma mi análisis”. No, le dije disculpáme, y me fui, callado. Ah, y eso de la “reconstrucción del Otro”, es un invento total, pero suena bien, a qué sí.



Over.




sábado, 27 de diciembre de 2008

Pozo negro




Te ilusionan los tambores,

Las rancias marchas del orden
Los llamados de subordinados
“Ud salvó la patria, señor”

Todo eso perece, se muere con el miedo
cruje en tus pupilas, pierde en tu conciencia
tu conciencia de cerdo amaestrado,
las caras de los niños llorando su anonimato.

Sigues vivo, las arterias cumplen su función.
Pero ya no te subvenciona la injusticia
Ya no es reina tu locura, tu avaricia
Tu impotencia de uniforme mal usado

Por donde mires, te apunta el fusil, rata.



Over.

Los ojos de Anton






Como su padre, Ceci es médica clínica, aunque siempre quiso ser pediatra. Bueno, en realidad, Ceci siempre quiso ser una estrella de rock, y a decir verdad, por su belleza y voz, no estaba lejos de conseguirlo. El año pasado se disolvió la banda que durante los últimos seis años, la tuvo como cantante oficial. Se llamaban “Breton y su afásicos”, y su música es indefinible, porque a saber por las palabras de Ceci: le dábamos para adelante con cualquier ritmo.

Las letras las componía casi todas Ceci, a excepción de un puñado de canciones escritas con el bajista, de quien Ceci se enamoró y se desenamoró perdidamente. Mientras convenzo a Ceci para que me deje subir las canciones a youtube, conseguí el permiso para publicar la letra de unas de las mejores canciones. Se llama Los ojos de Antón, y dice así:

Una luz embarrada, te guía hacia mí / Quiero creerte, quiero aceptarte / Qué ves a través del falso placer / Qué ves, ciegamente, sin corazón

Antón, los ojos de Antón / Miran y no ven, ven nada / Antón, los ojos de Antón / Miran y no ven, ven nada

Porfiado, callado, mentira, ilusión / Me niego a callarte, tengo razón / Qué ves a través del vidrio sin pez / Qué ves, falsamente, te siento llegar

Quién tiene razón, no ves y no mientes / Yo veo y te niego, / Dame tus ojos, / Dame tus ojos

Antón, los ojos de Antón / Miran y no ven, ven nada / Antón, los ojos de Antón / Miran y no ven, ven nada



PD: "El síndrome de Anton", clave de la letra, claro!


Over.

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Cuento de Navidad (2008)




Me decreté la significativa (para mí, claro) misión de escribir un cuento de navidad durante todas las navidades desde aquí y hasta que se me termine la peli. A la hipócrita costumbre de juntarse con quienes no nos interesa, le agrego esta tonta sensación de capacidad literaria (mía y propia de la literatura) de torcer esa impostura. Va.


En Alumbia, la tradición ordena que una hora antes de Navidad, Plaza de las Armas debe quedar totalmente vacía, sin excepciones. Es asombroso ver a los vendedores de la feria, a eso de las diez y media de la noche, apurados por las últimas ventas, y al mismo tiempo, guardando la mercadería en los bolsos. La leyenda fundamenta la sanción:

El ejército del dictador, envalentonado por la diferencia numérica de sus soldados, salió sin respetar formaciones, a la caza de los comunistas, ya identificados y sentenciados a muerte. Los comunistas (en realidad socialistas un poco revoltosos) que sabían que perdían el combate, entendieron que esa batalla no se ganaba con la fuerza. Así, blandieron el arma que sus enemigos desconocían: la inteligencia. Le hicieron saber al ejército por medio de informantes (apócrifos arrepentidos), que los comunistas tenían su escondite en la imprenta de la Plaza de Armas, y que ni bien comenzaran las redadas, huirían al sótano del lugar, supuestamente ampliado de forma clandestina para albergar a cientos de hombres.
Conocida la noticia, el ejército ingresó por el lado sur de la plaza, a paso lento, relajado por la simplicidad de la batalla en ciernes. Una vez que ocuparon el centro del lugar, el sargento de caballería advirtió la emboscada, dando vueltas su cabeza para avistar a los fusiles saliendo de las ventanas.
Fue una matanza. Tanto de hombres como de ideas: el derrocamiento del dictador fue una cuestión de días, y el nuevo gobierno tomó control de la situación.

Según reza el primer documento que se escribió (o el que se encontró), la emboscada tuvo lugar a las once la noche de aquel 24 de diciembre. De allí que nadie puede haber en la plaza a esa hora, ya que o bien es parte de un ejército a punto de ser asesinado, o quién sabe, un delator de último momento. Sea quién sea, y piense como piense, nadie se ha animado a pisar ese lugar después de las once de la noche. Por eso, nadie olvida aquella noche de frío, cuando Anim fue visto sentado cerca de la fuente, a las once y media de la noche. Pero eso es otra historia, que deberá contarse en alguna vez, en Navidad, claro, de algún año.



Over.

martes, 23 de diciembre de 2008

Lo que no hay, te doy, que no lo tienes, que no tengo, que no quieres, que no doy.






¿Dijo Lacan: “Dar algo que uno no tiene a alguien que no lo quiere”? Pregunto: ¿dijo eso para definir al amor? A priori, suena probable, y bien ligado al agujerito lacaniano imposible de completar. La recurrencia de la duda en relación con el otro, la necesidad de preguntar una y otra vez el sentimiento, la perenne fugacidad que lleva atado el sí, te amo.

¿Dijo Lacan: ¨El amor es dar lo que no se tiene¨? Si se detuvo ahí, si la expresión solo tuvo como sujeto al amante y excluyó al amado, aunque parezca menos elaborada, me gusta más. El amor es el famoso puente de un sólo lado, es la ilusión de algo que continúa hasta otro puerto, pero ese puerto no existe, es provisorio, circunstancial, irreal, con toda su grosera realidad.

¿Dijo Lacan: “el amor es dar lo que no se tiene a otro que no tiene”? Acá me huele a error de traducción, si es que en realidad lo dijo, aunque se entiende, y no estoy de acuerdo, no hay nada que se dé, no hay posesión ni desprendimientos, no hay forma de entregar “algo”, la cosificación de lo abstracto es una mera necesidad, pero vos y yo sabemos que no damos nada, que es un motor que se enciende, pero no hay ni máquinas ni fuego.

¡Yo, Carlos Lacan, te lo garantizo! (chiste para argentinos)


Over.

lunes, 22 de diciembre de 2008

Una mujer llorando sola en la estación.





Una mujer. La estación está casi vacía, acaba de abrir sus puertas, los empleados del pequeño bar encienden la máquina de café. La mujer. De un lado es todo vidrio. Allá afuera se puede ver la avenida. La mujer está llorando. La mañana le invade los pies. Es una delgada línea de luz que gatea sobre su cuerpo. Digo: La mañana es una delgada línea de luz que gatea sobre su cuerpo. Va a llegar un tren en diez minutos. La voz que llama a embarcar, que anuncia el arribo, que informa. La mujer está llorando, sola. La acompaña una mochila verde con cintas negras que parecen estar todas enredadas. Llega el tren. Lo de los trenes es el problema: uno no va, lo van. Te llevan, no hay mucho que hacer. Por eso la mujer está llorando, sola, en la estación.

Las gotitas se abalanzan sobre las mejillas, forman una línea de agua, una coordenada que cambia la piel. El color de la piel.

El tren es como un pasaje, el movimiento como concepto, ir. Mantenerse en ir.

La mujer llora, pero no se deja terminar por la tristeza, ya lo ha aprendido: la vida se vence pero nada se ahoga en un tiempo vidrioso. Llora porque espera. ¿Por qué llorás mujer que estás sola en la estación? ¿También te diste cuenta de que todo pasa por la espera? La gente aparece a borbotones. La mujer se pregunta si alguien se puso a pensar. A lo mejor ya todos lo saben. La estación vive otra vez. Ojos que extrañan el sueño, analizan las pantallas, hombres que cargan maletines negros, mujeres.

Pero yo te veo, mujer que llorás. Vos también sabés que estoy acá, con el cigarrillo apagado. Yo pinto tus lágrimas, las sostengo, les doy vida. Estoy escuchando Embraceable you, el saxo nos está cubriendo, las notas, una a una, nos van bañando. Vos no lo sabés, pero lo sabés. Sé que me entenderías. La mujer está llorando, sola. Se fue porque todo quemaba. Ahora la distancia es un exacto vidrio que acerca todo, (¿el tiempo vidrioso?)

Empieza Blue in green y es como un abismo, un momento en el que parece que todo se cae, pero no se cae. La mujer saca un papel y un lápiz y bosqueja la entrada de la estación. Quizás llorás con esas líneas.

Tus ojos se han secado. ¿Qué significa esa puerta que dibujás? ¿El salto? ¿El pasaje? ¿Es verdad que bien adentro ya sabemos que no somos mucho más que esa planta, ese gato, vida que fluye?

La mujer se para y se sienta en otro lugar. Su mundo es una ausencia, un rostro que no la suelta, un rostro que bien podría ser el de ella. La mujer guarda todo en la mochila y se va hacia la plataforma cinco. El tren se la va a llevar. Qué extraño esto de sentirse llevado y a la vez decidir a dónde ir. Tu dibujo lo termino yo, mujer que estás llorando, sola, en la estación.




Over.

Cartas



Carta Nº3


Te creí, y no me equivoqué, porque lo que representabas y lo que eras andaban en flor de comunión. Yo me decía, lo que va a ser esta mina cuando crezca, su casa, su no, y ahora, ahora que crecer se puso bravo, mirá cómo son las cosas, seguiste todo lo que repudiabas, te olvidaste de los pasajes de Flores, de las postales desde Nueva York, de la sensación escudo, te rendiste porque tu amor era miedo, veías fantasmas detrás de lo que deseabas, endiosabas tu realidad para que no te diera tanto asco, a mí no te digo que no me hayan cambiado algunas cosas, pero en el café de las cinco me pregunto qué sería de todo esto si la mitad de las cosas fueran diferentes, si te hubieras pegado ese tiro, esas quinientas mil pastillas, esas cartas, esa calma que te llegó cuando te dije nada, cerrá los ojos y no pasa nada, y también me creíste, y la vida te abrió un agujero inmenso que no te merecías, pero las cosas no se merecen, ya ves cada uno que anda vivo por ahí, y era silencio tras silencio tras silencio y había tiempo para la esperanza de algo mejor, de algo que te saque de ese barro en el que cada vez te hundías más



Over.


Twain said.




Imperdibles para las fiestas. Dos pensamientos de Mark Twain.


Cuando tenía catorce años, mi padre era tan ignorante que no podía soportarlo. Cuando cumplí los veintiuno, me parecía increíble lo mucho que había aprendido en siete años.”

“Recoge un perro muerto de hambre de la calle, dale de comer y no te morderá. Esa es la diferencia más notable entre un perro y un hombre.



Over.

sábado, 20 de diciembre de 2008

Cartas



Carta Nº1

A veces sueño con mi padre. Lo peor es que lo veo y digo, ah, pero entonces no se murió, en medio del sueño, bueno, no lo digo, lo siento o lo pienso. Entonces le hablo y le pido algo, cualquier cosa, un vaso de agua, y él me mira y vuelve y habla como si nada y la gente lo mira y yo dudo. Lo sueño joven, eso sí. Ahora, que piense que lo voy a ver por la calle, eso no, eso no me pasa seguido, a veces quizás, un segundo, pero nada más. Eso me pasa más con vos. Se me hace que un día te voy a cruzar, y te juro que no sé qué te puedo llegar a decir. Siento que tu recuerdo me deja el olor que tienen las casas deshabitadas, llenas de cosas inútiles que nadie acomoda.


Carta Nº2


No te nombro y sabés, claro que sabés que estás letras se enciman debajo de tus narices, de tu poderoso arsenal contrasistema, de tu rosario de dedos que se iban enflaqueciendo cada vez más, y que nunca, pero nunca te creí que te daba lo mismo ganar o perder, que lo tuyo era divertirse. ¿Sabías que me llevé las ochenta fotos del último día



Over.





viernes, 19 de diciembre de 2008

¡Ya!




De las múltiples excentricidades que gatilla el odio, la perezosa venganza oriental es la que menos podemos soportar, nosotros, los que vivimos de este lado, donde el sol es siempre pasado. Y la intolerancia se fija en la ignorancia, claro: qué sentido tiene, razonamos, ver pasar tu cadáver cuando en realidad, son los años de dolor los que cuentan. Más aún, nos gobierna cierta tendencia al descrédito de la espera, la hallamos una aquiescencia de perdedores más que una decisión de sabio.

Si puedo hacerte todo el daño ahora, a qué viene tu libertad. Pensándolo bien, la espera es la falta de herramientas en el hoy, no la prudente elección de una venganza. Somos carne y tiempo, y lo rápido siempre es mejor; perecemos, nos van durmiendo las horas, y el final feliz es una posibilidad demasiado riesgosa como para tomarla en cuenta. Digo, no me siento en mi casa, no espero nada, voy a buscarte, te ahogo, quiero que sepas que no te pienso esperar, que me importa un pito tu cadáver, que me tiene sin cuidado tu enemistad con vencimiento. Mejor matar que morir. No esperes nada, te morís mañana. Siempre nos morimos mañana.



Over.



miércoles, 17 de diciembre de 2008

Esto no es agua


Bueno... a ver... en este caso sería...





El litio te salva o te mata, según de qué lado estés. Eutimia, Distimia, Eulogia, Eugenesia.(¿Eugenia nombre-estigma? Eu viene del griego “correcto” “bien”. Piense: Eutanasia. Thanatos. (Ático - tanático – tan ático, ja!)

Génesis, origen, creación. Genes, genético. Teratogénico. ¿No es fuerte que terat signifique “monstruo”? Todavía viven los niños de la talidomina; mamá evitaba las náuseas, papá se sedaba, y después del primer llanto comenzaban las sospechas de focomelia. Ok, todo bien, pero por más que venga del griego, lo de “miembro de foca” es poco feliz. Feliz. Eutimia. Timia – tímida – timo. (Por 150 euros, le enseñan el uso del timo en el test del estrés, o el significado de Koriki, y a estar mejor. Eso dicen.) Volviendo a focomelia, dismelia es menos agresivo, no es lo mismo, pero bueno, ok, sí, qué tanto con la palabra, ¿no?

Inhibidores de la recaptación de la 5-HT, se puede vivir sin saber qué son. ¿Y el citocromo P450? Se puede vivir también. Y usted quizás esté muy nervioso, y la píldora que traga tiene algo que ver con el ácido gamma-aminobutírico, o bien que la glándula suprarrenal esté segregando cortisol como loca, y que usted no sepa nada de esto no le hace nada a su vida, Ud. puede vivir lo más bien.

Y que los priones no son seres vivos.

Y ni hablar de los islotes de Langerhans o de la torsade de pointes.

Ud. puede ignorar tranquilamente todo eso y aún así vivir. Ah, y que los perros y los gatos tienen un temperatura promedio de 38º a 39º, y que por fin se descubrió la razón específica por la cual la mujer no rechaza el feto por tratarse de un cuerpo extraño con sangre del padre. O bien, que durante la fase REM su temperatura, respiración y frecuencia cardiaca pierden un poco el control. Qué más da, qué importancia tiene todo esto.

¿Si es útil saberlo? Bueno, no, si Ud es electricista o arquitecto, puede prescindir totalmente de su utilidad. Se puede vivir sin saber nada, mucho tiempo, y muy bien. Se puede prescindir de toda información, de interés, de búsqueda, de iniciativa. Hasta puede prescindir de respirar, que si se desmaya, el SNA lo va a hacer respirar a la fuerza. Puede actuar como su cuerpo, por impulsos eléctricos que allá en lo hondo trabajan el tejido sin pedirle permiso. No sepa nada, no averigüe nada, no insista. Ud. puede vivir lo más bien, preparar la cena y comerse un heladito. Ir a la reunión de padres y a la esquina a ver si llueve. Por lo de solipsismo, te llamo mañana. Epiplón!



Over.




Vuelven.




Revolviendo papeles viejos, encuentro esta página que ha viajado, tan pertinaz, años de mudanzas. La mayoría de las veces son ideas que repito, o escenas que descarto. Curiosamente, las palabras no me detienen, y tiendo a creer en irracionales conjuros del tiempo y espíritus y esas cosas que disfrutamos aunque no existan.
Es extraño, sí, porque casi todo lo pierdo. Casi todo lo pierdo.
Pero esta página resistió, y resistir, sabés, es lo más difícil de todo. Se ha ganado mi presente y mi trascripción. Dice así:

Antes de dormir, pienso el cuento, el poema, busco esta palabra y la uno con la otra, todo el tiempo, hasta que mágicamente desaparezco. A la mañana, maldigo mi pereza, por qué no levantarme a escribir el cuento, el poema. Otra vez lo mismo, conduciré el coche sin pensarlo, pero todo será absorbido por el cuento, por el poema.

Sé, (porque lo sé muy pero muy bien), que estoy buscando el cuento perfecto, el poema perfecto. Y sé (claro que también lo sé), que si lo encuentro ya no podré escribir nada más. Conclusión: si no busco lo que quiero, mis días se reducen a un tonto respirar. Si lo busco, y lo encuentro, mis días se reducen a un tonto respirar. Concluyo otra vez: haga lo que haga, siempre termino mal. No hay salida. Eso es lo que primero aprendí: no hay salida.”



Over.



lunes, 15 de diciembre de 2008

Lindo adorno, che!



Adorno sentenció que "luego de Auschwitz es una barbarie escribir poesía". Tarde pió este oportunista, porque antes de Auschwitz ya había nacido el horror, los armenios lo saben bien, los aborígenes de América Latina, los sentenciados por la Inquisición, etc. A veces, uno quiere utilizar una expresión con buena fe, y termina por ser un pelotudo.

Por caso, si alguna vez alguien escribió esta línea: Pensé en no verte y temblé…, si alguna vez existió un tipo llamado Discépolo, y aún así se siguió escribiendo poesía, entonces la frase de Adorno llega tarde, es demagógica, y lo peor, no tiene ningún sentido.


Malevaje, y después cerrá todo.



Over.



domingo, 14 de diciembre de 2008

"Amigomío" (1993)




De las pocas cosas interesantes que ha escrito Marcos Aguinis, hay una que desborda de precisión: "La Argentina es un barco cuyos pasajeros quieren hundir todo el tiempo pero nunca lo logran". Y sobradas muestras del deporte nacional argentino hay en la insoportable altanería de sus ciudadanos, aún cuando se les apaga un poco el ego, y terminan por desbarrancarse hasta el paroxismo de asegurar que todo lo argentino es una basura. El mejor del mundo es, según su propia confesión, el peor de todos. No, no es una manifestación de humildad, todo lo contrario, se sigue en lo mismo: el mejor o el peor, pero único.

Retomando la anterior, no hay crítico argentino que se precie como tal, si no bastardea al cine de su propio país por ser “ambicioso”, “incomprensible”, “elitista”, o por qué no. “raro”. Por otra parte, si no compara cualquier película con alguna de Fellini, Welles o Jean Jacques Annaud, pues no merecen entrar en el podio de los verdaderos cinéfilos. Eso sí, directores brasileros o portugueses no citan, simplemente porque no vieron ninguna película.

Por eso, Amigomío, esa película que pasó inadvertida allá por la década del 90, y que hoy se repite en horarios y días de “relleno”, es un largo en el que se puede conocer la suerte de una parte de los exiliados que se fueron realmente sin un centavo, y para quienes no les estaba prefijado México o España. Y son muchos.

Daniel Kuzniecka, actor injustamente desatendido hoy en día, protagoniza este film sobre la dictadura y la urgencia de partir antes de ser atrapado y asesinado por los guardianes del odio que por entonces gobernaban la Argentina. En un oscuro 1977, al conocer la noticia de que su mujer y madre de su hijo ha sido secuestrada por los militares, entiende que debe huir con lo puesto, junto a su hijo de unos cuatro años. El viaje comienza en el Tigre, y atraviesa la pobreza latinoamericana hasta llegar a Ecuador, país en donde finalmente se detiene para comenzar una nueva vida.

Lo interesante de la película, creo yo, es la conseguida traducción de los sentimientos de un hombre que debe proteger a un hijo, buscar alguna forma de vivir en otro país, y detener la angustia de saberse sin mujer, sin dinero y sin patria. Acierta al transmitir cierta densidad argumental, con momentos que podríamos hallar “tediosos”, pero que en definitiva tienen la misma entidad para los protagonistas.





El final se precipita por convenciones cinematográficas, ya que no está lejos de poder convertirse en una novela que minuciosamente acompaña el crecimiento del niño (“amigomío”, como lo llama su padre). Por esto último, quizás, se absuelve al repentino desenlace, con un niño ecuatoriano que parece odiar (con justa razón) sus raíces, el agrio motor del exilio cuando ya no se justifica, y la plena convicción de que se vuelve a un lugar que ya no está.

Sería muy sencillo criticar el film, hundirlo en la indiferencia, marcar la flojedad de producción. Digo, sería tan fácil como poder disfrutarla como corresponde, y admirar una obra sin fisuras que seguramente no encontrará el olvido en nuestra voluntad.


Over.



PD
: La directora del la película, Jeanine Meerapfel, ha dirigido las películas “Amigomío” y “La Amiga”, ambas sobre la dictadura militar argentina, sobre la amistad y sobre los exilios.

sábado, 13 de diciembre de 2008

Pozo negro



El opulento caos que tu memoria aprueba.

Los perdidos minutos entre tu cuerpo y el mundo.
La noche que llega tarde al olvido.
Todo lo que hemos consumido, exilio y tus manos.
Hasta la triste escuela de nuestros deseos.

Digo, todo eso es luz vencida, cruz sin dueño;
El alucinante resplandor que el espejo
le devuelve a la nada cuando lo enfrenta.



Over.

jueves, 11 de diciembre de 2008

El desnutrido que alimenta




Un filósofo podría hablar de la ontología del vacío, haciendo referencia a la sensación que produce el hambre en el estómago. De abstracción imposible, la nada suele confundirse con el vacío, simplemente porque es a lo máximo que llegamos a través del pensamiento.

Hablo del vacío que se impone en el estómago, hasta niveles tan insoportables que terminan por hundir la tensión arterial y voltear al sufriente. En otras palabras, morirse de hambre.

Del horror al negocio, intolerable, de periodistas supuestamente comprometidos con “Lo social”. En todos los países de Latinoamérica debe ser lo mismo, también en los de África, y en Asia, y en el resto del mundo, de algún modo u otro, porque el objetivo es el mismo. Vayamos al horroroso grano.

Un programa de televisión viaja al Chaco argentino, se interna en lo profundo de su geografía con sus cámaras de video, sus luces, sus micrófonos, y el aire triste de quien ve tristeza. Narran lo que se ve, y lo aumentan con cifras que paralizan. En la imagen, una mujer de unos treinta años, con un peso de treinta kilos, semejando los cuerpos atrapados en los campos de concentración del nazismo, todos apretados contra la cerca de alambres.

El periodista (joven, hombre, bien parecido, buen estado físico) pregunta cómo se siente, por qué está así, si el gobierno la ayuda, si conoce a alguien que esté igual. La cámara da vueltas y da cuenta de un lugar árido, de casas de chapa, con niños que corretean algún perro, quienes seguramente terminarán como esa mujer.

El periodista informa la cantidad de pobres que hay en el país, las muertes por desnutrición, el caso de María, una niña de diez años que murió de hambre, el de José, un aborigen que no pudo superar la tuberculosis, el de Segundo, un hombre cuya cara se agrieta cuando se ríe para mostrar el único diente que le queda.

El informe es sobre la pobreza “marginal”, y continuará según reza en la pantalla, con otro sobre la pobreza “urbana”. Algunas frases hechas contra la desidia de los políticos, la invitación al televidente para que se comprometa, y un último ruego por los derechos humanos y el rumbo errante que tiene el mundo. Pum Pam, a otra cosa.

Ahora viene lo aberrante: Ese periodista que aparece en escena, con su cara de desasosiego, su necesidad de contrición, con sus ojos apremiados por la angustia, recibe un pago por hacer ese informe, un sueldo, una compensación, y a su vez, el canal que emite el informe, recibe una cuantiosa cantidad de dinero en concepto de las publicidades que se presentan entre los bloques. Más aún, el periodista cobra una suma de dinero que ni usted ni yo cobramos, equivalente en un mes a varias vidas de la mujer que fue “la protagonista” de su informe, quien a esta altura puede a estar muerta. Mucho más aún, ese periodista sale por la tele, se transforma en famoso, es llamado por otros programas, aparece en revistas, sube su cachet.

¿Se entendió? ¿Acaso es tan simple? Digo (me digo), ¿lo que acabo de escribir responde a la realidad? ¿Nadie ve las cosas como las veo yo? ¿Nadie puede ir a decirle a l periodista que gana su sueldo gracias a la desnutrición de otra persona? Eureka, la pobreza genera riqueza, ¿no es alucinante?

No.




Over.

BUUUUUUUUU!!!!!






Over.


miércoles, 10 de diciembre de 2008

Nocturno




Nocturno Nº3


Cruza dispar el aroma de la noche;
Fin del día, comienzo de la realidad.
Nada puedes hacer contra el encierro
de tu voz y de su huida.
No es cobarde el universo,
sólo te ha dejado sola.
ya gira el día, ya se rinde la violencia
de alterar tu infierno de abandono.
Nada ni nadie podrá hacerle frente
al obsceno centinela de tu sueño


Over.

Nocturno



Nocturno Nº 2

Lamentan sobre las teclas, suaves y cansados,
Los dedos de cada mano, aquí y allá,
Oxidados de pena, completos de amor
El cuerpo que los ordena, aquí y allá.
Porque aterriza el día sobre el rencor de olvidarte
Terror de no reconocerte, de que no me odies
De la inútil guerra a fuerza de luces y soledades
De La menor y discos rayados,
De cada minuto de cada año
Mientras los dedos, sobre las teclas,
Acarician, ilusos, un tonto porvenir.



Over.




Sin alprazolam.


El How do you sleep de Lennon, con su arrogancia adolescente y rencor visceral. El How do you sleep como artefacto afilado que busca la herida para no dejarla vencer. Un insomnio cargado de caras que vuelven para sufrir tus palabras, tus palabras, las sobras del lenguaje, esa cloaca verbal que quemó tu pasado.

Cómo podés dormir a la noche, sabiendo lo que hiciste, lo que negaste al amanecer, esa injuria de amor para acomodarte al ruido social.

Cómo podés dormir a la noche, presentadora de apariencias, aparecida en la oscura lluvia de la perfección.

You must have learned something in those years. Aunque pensándolo bien, todos aprendimos que a cierta edad, los años ya no cambian. No cambian nada.


Darara rá, ra rá


Over.







martes, 9 de diciembre de 2008

Ceci sabe un montón.





Vive en el “D” y es médica. Se corta una fase de la luz y el ascensor no funciona. Entonces me encuentro con Ceci y le digo: “El edificio sufre una afasia elevadora”. Ceci se ríe y me dice que vaya a su casa que tiene algo interesante pra mí.

Ceci vive en un dos ambientes, y si abre la puerta cuando yo salgo, puedo ver la biblioteca llena de libros de medicina, y una importante colección de discos entre los que se destacan Marvin Gaye y Keith Jarrett. “No conozco a ninguna mujer que se interese tanto por estos músicos.” Ceci, para hacerte sentir un imbécil, se ríe, se pone seria, y abre los ojos, en ese orden, y lo logra. Pero esa vez me dijo: “Está bien, de todas las mujeres que conocés, ninguna se interesa. Pero vos querés decir otra cosa, hablás de las mujeres en general. Si conocés un puñado de mujeres, no las estereotipes.” Pum, al blanco!

Ceci prepara mate y le mete cáscara de naranja. ¿Quién inventó esa asquerosidad? Pero es buena, y cuando estoy yo, ni azúcar le pone. “Tengo algo que te va a gustar. Empiezo por la “Alexander’s disease”. Hay registrados unos quinientos casos desde que fue descubierta como enfermedad, en todo el mundo te hablo. Y te conseguí la dirección de una web que te va a enloquecer, http://www.rarediseases.org/. Sí, sí, “enfermedades raras” tal cual. Igual te digo que incluyen muchas que yo no llamaría “raras”, pero en fin, hay un listado alucinante.”

Tomo el mate y como unos bizcochitos horribles, y la veo hablar con ese ambo blanco y las lapiceras en el bolsillo de la chaqueta. Pienso: “que viva a seis metros de mi casa, es pura y sencillamente una cuestión de suerte. Que tengo suerte, eso.”

“En cuanto a lo que me preguntaste de la hipomimia, todavía no te conseguí nada interesante, pero sobre la afasia nominal, tengo para hablarte un rato largo. Te cuento, Broca descubrió la famosa área en el cerebro, y te digo que a partir de allí, se asociaron problemas físicos con afecciones en el cerebro. Por ejemplo, cuando un tipo no podía hablar bien por algún ACV previo, se creía que tenía problemas en la lengua, boca, o alguna parte del lugar exacto donde se veía el síntoma. Broca descubrió más que esa “área”. Te decía, existen dos áreas muy importantes, cuya afección provoca dos síntomas bien diferentes. Está el área de Wernicke y la de Broca. Tengo unas fotos, esperá que las traigo.”

Ceci es médica clínica, sabe un montón, y está triste. Yo le digo, con todo lo que sabés, no podés estar triste. Ella me dice, para que me decís eso si sabés que no tiene nada que ver. ¿vos no estás triste acaso?

Para Navidad le voy a comprar un esqueleto de esos que son muy caros, con los órganos y luces. En realidad es un regalo para mí, pero ella no se enoja. Y una pava de acero nuevita, la que tiene tiene todo el esmalte saltado, no es justo.


Over.




viernes, 5 de diciembre de 2008

Ellos.



Los corresponsales de la desgracia suelen llover a medianoche, y el teléfono es su medio de comunicación preferido. De todos modos, admitamos que hablamos de los amateurs, porque los profesionales llevan sus profecías como bijouterie, a toda hora y cualquiera sea el clima.

Traen sus noticias a viva voz, se muestran conmocionados, pero sólo corretean al placer que significa haber sido el conductor de la mala nueva. Gozan con tu desgracia, detrás de la lágrima se paraliza la solidaridad, quedará el no haber sido tocado por la mala suerte, y a cuesta tuya se regocijan.

Nadie los toca, nada los hunde, el cielo los imanta. Van por la vida ahogando gente, y fingiendo culpas de involuntarios errores.

No te desanimes, ellos desprecian tu corazón, pero no pueden sentir, en el fondo lamentan no poder construir odios infinitos, y así les va.


Over.


Debe ser por eso.


Porque lo de la guitarra me lleva al bajo. Cuando aprendés a tocar el bajo, de tanto practicar te salen ampollas en los dedos. La yema va frotando la cuerda, la presiona, la suelta, la vuelve a presionar, acaricia el acero, se produce un intercambio de roces. Se rozan. Hay que controlar la rapidez, la presión, el tempo. Como en la literatura. Hay que escribir hasta que salgan las ampollas en las yemas, todo el tiempo a toda hora, meterse en el suelo y escribir. Escribir caminando, retener, llegar, golpear las teclas, para atrás, para adelante, frenar. Hay que controlar la rapidez, la presión, el tempo.

Duele la espalda, pero más duele en otro lado, ubicuo en el cuerpo, desde el alma quizás, porque hay que escribir. Tengo que escribir el poema. Hay que escribir. Todo el tiempo hay que escribir, para evitar morirse de pena. Debe ser por eso.


Over.

martes, 2 de diciembre de 2008

Los pedales.

Recuerdo, con previsible emoción, aquel viaje en colectivo, cuando tenía quince años y volvíamos de algún lugar.

Yo me había comprado mi primera guitarra eléctrica, una Faim modelo SG, que para que se entienda, sería algo así como un coche económico, de baja cilindrada, y usado. Los sábados por la mañana venía el profesor de guitarra. Yo le dije: “es imposible que pueda pasar los acordes sin mirar la guitarra”. El me dijo: “Ya lo vas a hacer, con el tiempo.”

Me acuerdo de Lina, con quien todavía no éramos amigos, toda maquillada y fumando. Me pareció increíble que una mujer fumara dentro de un colectivo. Al lado mío venía un chico llamado Martín, y si no me equivoco, después de aquella vez no lo volví a ver.

Pasó el tiempo y los sábados me costaba levantarme, pero el profesor venía igual. “¿Practicaste?”. “Sí, claro”. La escala pentatónica en la menor y un poco de quintas para sentir el ritmo del rock. Hasta que un día pasé los acordes sin mirar, con cejillas, en todo el diapasón, incluso le acertaba al do mayor en el octavo traste. Cada vez que lo logro, me acuerdo de esto que cuento. La memoria ha enlazado la imagen por algún motivo.

Martín me pregunta qué pedales uso. “¿Pedales para la guitarra?”. Con un disimulado aire sobrador, me dice: “Si seguís tocando, ya vas a ver lo que es un pedal de guitarra”. Claro que lo supe. Pasmosa ignorancia. Y bella, por qué no.



Over.




lunes, 1 de diciembre de 2008

Nocturno

Nocturno Nº 1


Podría unirme al desconsuelo de no saberte,
de limpiarte en mi memoria de fuego y cicatriz
Dejar que los restos de la noche caigan sobre mí
Y acenizen mis manos inútiles.

Irme lejos y nunca cruzar el borde de la Ciudad
El universo que nos anticipa y me hunde
Forzar los ojos, cada ojo, cada uno de los ojos
Hasta que borren el mar y su vaivén.

Hasta borrarte.



Over.

Un loop de modernidad.






Ni el destierro ni la clandestinidad logran cerrar nuestros oídos. Siempre alguien dice algo nuevo. El nihil novum sub sole es, sí, una frase hecha. Por qué no recordar dos de las grandes reflexiones que nos dejo Caeiros, el poeta sin patria.

Yo te digo lo siguiente: una isla en el fin de la tierra, o en medio del océano, lo mismo da, y una casa con una cama y leños para el invierno. Tienes todo procurado, los víveres, el agua, la radio. Bien, si la imagen te seduce y te sería difícil no aceptar un año allí, pues entonces ya no eres adolescente. Y si tu edad te lo confirmado, pues entonces no has dejado de ser joven.”

Me gusta la palabra loop, del modo que la usan ahora, en todos lados la repiten, es curioso que se repita la palabra loop, da como la idea de un anillo de moebius musical. Como los Beatles, esos cuatro muchachitos ingleses que más que otra cosa, inscribieron un loop de modernidad a lo clásico.


Over.


sábado, 29 de noviembre de 2008

Palabritas.



Sería mejor callar. Sería mejor no detener el coche, dejar clavada la quinta y que la autopista te coma. Ahora más que nunca, lo mejor es callar y seguir, a máxima velocidad, sólo oír las imágenes que ya se van, sacudirlas. Sa-cu-dir-las.

Ahora más que nunca, lo mejor es que te calles, que cierres el manual de aclaraciones y estudios ya probados. Tu manual de conclusiones.

Lo mejor es callar, porque la gente feliz sigue el patrón, y si eso que tanto te obsesiona, eso sobre lo que no podés dejar de pensar, eso que te arrulla y te despierta, digo, si eso es lo que te tocó, ya no hay forma de frenar. Tenés que dejar que la autopista te coma. Es lo mejor que podés hacer.

Ahora más que nunca, abrí la mano, no seas mediocre.


Over.


viernes, 28 de noviembre de 2008

Esa noche fue los nombres.

Te podés olvidar de todo en este mundo, menos del tamaño del corazón de Tini, tan grande que con frecuencia no puede trabajar bien, se pone lento, y termina estorbando al cuerpo entero.

Esa noche estábamos muertos de sueño, pero yo no dejaba de mirarla, porque no se puede dejar de mirar a Tini y su apremio por no verte triste. ¿Te conté lo de los nombres compuestos?, me dice Tini.

Hicimos una lista: “Mariana, Luciana, Marisol, Marcelo, Raimundo, Renato”, y más que nada, habló Tini. Tini dijo:

“Los casos de Mariana y Luciana son especiales. Primero es el mar y después Ana, pero uno tiende a pensar que el orden sería, primero la luz, y después Ana. Yo me quedo con el primero, porque está bueno eso de pensar que sólo hay mar y ella, Ana. Lo de la luz no está mal, ojo, pero queda sólo eso, la luz, ana y la luz, demasiado solitario o egocéntrico, ¿no?”

“Bueno, no importa, el sol y el mar juntos, parecería la solución, la luz por un lado y el mar por el otro, y sin embargo, el punto es que falta alguien, ¿dónde se fue Ana? Marisol no va, por eso.”

“Con Raimundo sucede algo parecido, porque está el sol y el mundo, es demasiado, un Dios y encima el universo, una locura, al final, ese nombre te termina ahogando.”

“Lo de Renato es un rollo. Nacer y nacer y nacer, una paliza.”

Después, intenté hablar de “Soledad”, pero no correspondía. “Soledad no es para esta lista, lindo”, me dijo Tini. No me gusta cuando me dice “lindo”. No me gusta para nada.

Over.

Hasta el último.








Not over yet.

jueves, 27 de noviembre de 2008


QUE

SÍ!




Over.




miércoles, 26 de noviembre de 2008

Hipo (la onomatopeya, eh). Grande Wilde.





Corría 1870, cuando Eduardo Wilde (pronúnciese “uilde”) presentaba su tesis para graduarse de doctor (sólo existen “doctores” en medicina). Dejando ver su vena literaria, la mentada tesis versaba sobre el singulto, más conocido como “hipo”.

Al margen de que las hipótesis (valga esta palabra para este caso) o conclusiones no fueran del todo acertadas, el incunable sobrevive aún hoy en la Biblioteca de la Facultad de Medicina de Buenos Aires.

Tiempo más tarde, Wilde se convertiría en uno de los más interesantes autores de finales del siglo XIX, parte del “mini boom autóctono” de aquella época, más conocido como la generación del ’80.

Dos obras lo destacan: “Prometeo & Cía” y “La Lluvia y otros relatos” donde se encuentra el famoso cuento “Tini”.

Hoy en día es difícil hallar volúmenes originales de su obra, y casi toda su producción se encuentra dispersa en antologías o recopilaciones. No obstante, siempre aparece algún libro de su autoría tal como fuera publicado. Suelen ser muy económicos. Ya nadie lee a Eduardo Wilde.


Over.


PD: Ah, el hipo. Sigue sin mayor estudio, por obvias razones: en la inmensa mayoría de los casos, aparece y desaparece en cuestión de minutos, salvo contados casos en los que el hipo sobreviene debido a una enfermedad subyacente y de mayor gravedad. Técnicamente, se debe a una irritación del diafragma, el cual sube de manera brusca y provoca un espasmo a la altura de la glotis o de la laringe. Está definida como idiopática o esencial, y está bien que así sea.

martes, 25 de noviembre de 2008

Pozo negro

Subirá el tono del mar cerrado,
mar de noche, mar igual.

Y ahí estará pétrea tu sombra, iluminándome.

Iluminándome.

No pulses luz, faro del insomnio,
no ocultes el secreto:
la noche de mar anida en tu guiño

Y de la noche pende tu sombra. Iluminándome

Iluminándome.


Over.

domingo, 23 de noviembre de 2008

Se cerró el cadáver





Sin querer, aquella noche armamos nuestro cadáver exquisito, sin tener la remota idea de un tal Breton, Buñuel o Eluard. Cierro los ojos y veo la libretita de espirales, tinta negra y azul, y creímos darle una vuelta de tuerca al teléfono descompuesto. Habíamos descubierto la pólvora, otro gesto más de la predestinación (y menos aún de Calvino, ¿o sí?)

Ahora nos mira el puente, que a su vez es vigilado por el barco, quien no puede olvidarse del faro, y así vuelve el giro. No fuimos los muertos, ni los despojados ni los heridos. No estábamos fingiendo esta magnolia, apenas si confiamos en el viento de luna.

No fuimos los puentes que tejen silencios, no fuimos ceniceros ni quietudes. Pero aquella noche se cerró el cadáver y lo leímos hasta las cuatro de la mañana por miedo a olvidar la fórmula. Y declaramos, con amada ignorancia, que el Guernica no era ningún cadáver, menos exquisito. Ah, de Eluard me queda el poema, era éste:

Los sentimientos aparentes.
Ligereza del acercarse.
La cabellera de las caricias.

Sin preocupación, sin sospechas.
Tus ojos se entregan a lo que ven:
Son vistos porque ellos miran.

Confianza de cristal
entre dos espejos.
Tus ojos se pierden en la noche
para añadir el insomnio al deseo.



Over.

sábado, 22 de noviembre de 2008

Es simple: "El final no termina de terminar"







Muy despacito, en el grito que no se pide, me acuerdo de esa línea de bajo de Walking on the Moon. Sol – Sol – La / Re – Do – Sol. Así de simple, tres notas para un lado, y tres para el otro, un vaivén básico. Y básica genialidad para lograr una canción. No, no es que lo advierta ahora, hace rato que entendí que lo genial es básico, y que lo simple es el camino más arduo. Y el mejor. Yo qué sé, el bajo de “Break on through…”, de los Doors, es un juego precioso entre Do- La- Re. Le tomás la mano y no lo podés creer. Estaba ahí todo el tiempo, cómo no lo encontró nadie antes.

Ni hablar de ese etéreo riff de guitarra en “Not everything’s lost”, la última del primer disco de Coldplay. Hermana lejana, por qué no, del “punteito” (solfeo se dice, che!) en el comienzo de “Empezando a Terminar”, la preciosa canción de Alvy Singer, incluida en el primer disco, ahí por el final, después de tanta belleza musical.

Primero aclara:

No me pidas que te diga que / las cosas que van a pasar / no van a pasar, / no es verdad que todas las cosas que pasan, / pasan para bien.

Después se pone romántico:

Las piezas del rompecabezas no son más que dos

Y finalmente, lo confiesa:

El final no termina de terminar.


Hasta el video es un encanto, vean si no: Empezando a terminar




Over.

Palabritas



Mientras tu infancia intenta traducirte en el espejo, desnudo el tiempo te abandona en esta enhiesta corrupción. Todo deseo que decrece, pertinaz, elige el olvido, y allá voy, para recordártelo. Te admiro desde la cama, a metros apenas del cristal que te refleja, y sueño lo que veo, pronto mío, y yo, ya separado de la razón, sé que flotaremos. Otra vez flotaremos.

De la lista de súper amigos, encerrada en su noche pagana, te nombro y te declaro inconsistente, tanto o más que yo. Es irregular nuestro amor, por eso es real, y por eso es insoportable. Te veo.


Over.


miércoles, 19 de noviembre de 2008

El caso de las hormigas




Por lo tanto, ante tanta insistencia y amimia de parte del chico nuevo de Tini, con Lina le preguntamos si él sabía si las hormigas tenían corazón. El chico nuevo dio por sentado que sí tenían, ya que de otro modo no podrían vivir. “No creo que sea tan complejo o desarrollado como el nuestro, claro”, dijo el chico nuevo. Lina aclaró: “como el tuyo, dirás, porque el mío te aseguro que es muy básico”. A Tini le molestó el comentario, y tenía razón.

“Las hormigas deben tener un corazón, pero qué me dicen de los ácaros”, dije por decir algo. “¿Qué son los ácaros?” preguntó Tini. “Unos bichitos tipo las pulgas, que viven de cualquier cosa y hay un montón y te dan una alergia fenomenal”, dijo el chico nuevo. “Entonces vos sos un ácaro”, me dice Lina. “Soy Icaro, no ácaro, mademoiselle”. “Icaro” repite el chico nuevo. “Y si caigo sobre ti, se queman mis brazos, sería un sésil aferrado a tus piernas”, digo, porque justamente había aprendido el significado de la palabra sésil. “Aferrado a mis piernas, ¡puaj!”, dice Lina.

No pasó nada más. Sigo sin saber si las hormigas tienen corazón, aunque es lo más probable, y sé que yo tengo corazón, y quizás por eso me acuerde tanto, todo el tiempo. Todo el tiempo.



Over.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Esos lados... "Sideways"








El cine, como arte, precisa de más técnica que la literatura. Digo, debe ceñirse a ciertas pautas establecidas porque van más allá de la creación misma y tienen que ver con algo ya estudiado. Para hacer la comparación (la bendita comparación), es como intentar escribir al revés, de arriba hacia abajo, o cualquier tontería que se nos pueda ocurrir al narrar una novela o un cuento. De vanguardista pasa a payasada, y es lo que suele suceder cuando la estética se impone por sobre el contenido.

Otra de las cuestiones centrales en muchos largometrajes, es la idea del héroe y el antihéroe (del malo y el bueno, si fuésemos mucho menos precisos), y es sobre ese punto que me gustaría hacer un comentario con relación a la película “Sideways” (traducida como “Entre Copas”).

Me atengo a lo de héroe/antihéroe, y me pregunto cuál de los dos personajes masculinos representa cada una de los tópicos. A priori no quedan dudas que Thomas Haden, el rubio extrovertido vendría a ser el ganador, mientras que nuestro queridísimo Giamatti se torna el depresivo/perdedor. ¿Pero qué rol juega cada uno? Generalmente, resulta útil buscar la identificación en cada uno. Y aquí creo que viene lo interesante.

A quien le gustó la película, es casi seguro que se identifique con el perdedor, quizás porque el ganador, en este caso, también arrastra cierta vulgaridad y simpleza, y justamente no miraría este tipo de películas. Puesto así, de algún modo todos queremos ser el perdedor, a fuerza de elección, y sinceramente creo que ése es uno de los aciertos del film.

Hay, por lo menos, tres escenas que no se me alejan:
1) Cuando van a entrar al restaurant y Haden le dice a Giamatti: “Por favor, tranquilizate, que no te agarre tu fobia, ¿tomaste la pastilla para eso?” Y Giamatti no quiere entrar porque sabe que debe pasarla bien y no puede. Y no quiere.
2) Cuando están en la bodega probando vinos, y Giamatti, tras enterarse de que su novela no ha sido aceptada, le pide al empleado que le sirva un poco de vino. Después le pide más. Y otra vez. Hasta que el empleado le explica que es de degustación y no puede servirle más. En un ataque de ira, Giamatti le saca la botella de la mano y comienza a beber del pico. ¡Si vos no pagás la botella, idiota, servime todo lo que quiero!, le grita al empleado.
3) Cuando está junto a Virgina Madsen y se produce esa tensa atmósfera del que sabe que debe hacer algo y a la vez no quiere, porque su cabeza está a mil kilómetros, y funcionando muy lentamente. Aún así, la empatía es enternecedora, e inolvidable.

Quizás tenga algún reparo con el final. Me han convencido de que en realidad, tras tanta agonía, el film ofrece cierta esperanza para Giamatti, pero no asegura un cambio positivo. No obstante, a veces tengo dudas, y siento que hay olor a final feliz. Del que no es bueno, obviamente.




Over.



PD: Recuerdo el controvertido mensaje que con forma de sticker se veía en muchos coches: “Winners don’t use drugs” (Los ganadores no se drogan). ¿Controvertido? Y sí, porque los perdedores tampoco tienen por qué drogarse, ¿no? ¿Pura semántica? Un poco más, me parece, y no tan fino.

Pozo negro



Al margen de tu doctorado

y la pena
de tu ridícula pose de sabiondo sin desayunar,
amerita este calor recordar tu vulgar humor
otra vez,
insistentemente precario y obsoleto,
el aletargado vaivén de tu lucidez,
la genial puesta en escena de tus desaires.

Amerita, dije,
porque suma estupor tu recuerdo, a la distancia
con todo lo que has perdido, aquí en mi mente
sobre la mesa y detrás del televisor.

Si acaso hubieses aprendido a silenciar tu amor
mientras bebías a la fuerza ese café negro,
demasiado adulto* y a escondidas de tu realidad.

Si acaso unieras a tus llaves la cifra del abandono.
Pobre diablo sin más fortuna que la heredada
A traspié del prestigio de la fama interesada

Nunca entendiste lo que es no deberle nada a nadie.
Nada a nadie.



*Adulto, el café, aclaro.


Over.

domingo, 16 de noviembre de 2008

Post larguísimo. Necesario. No digas que no sabías.




Como solemos decir estupideces, lo mejor es decir las menos posibles. Una de las posibilidades para lograr tal empresa, es analizar lo que pensamos, contrastarlo con la realidad, y después verter opinión. No siempre funciona, pero el intento ya vale.

Por caso, y en “pocas” palabras, voy a opinar sobre un tema muy en boga hoy en día en Argentina, y que es el traspaso del manejo de los fondos previsionales de las empresas privadas al Estado. Y para dejarlo bien clarito, quien se oponga a tal acción es un imbécil, un ignorante o le han contado muy mal la película (la mayoría pertenece a este último grupo, pero como en el Derecho, no pueden alegar torpeza o ignorancia, por lo que tampoco los exime demasiado de los primeros dos calificativos).

A ver, y como en los cuentitos que me gustan. Las jubilaciones o sistemas previsionales tienen como fundamento dos razones:

1) Apoyar el retiro de un trabajador del mercado laboral, a una cierta edad, a través de un pago mensual que le alcance para vivir desde su retiro hasta que se le termina le peli.
2) Fomentar el ingreso al mercado laboral, de las nuevas generaciones.

Se cumplan o no, esos son los objetivos. Ahora bien, cómo se logra tal cosa: del siguiente modo: El trabajador aporta una cantidad dinero al sistema previsional, y el empleador hace lo suyo en otra proporción, razón por la cual, el ente recaudador supuestamente junta ese dinero aportado para “devolvérselo” al trabajador una vez que éste alcanza la edad de retiro. El “supuestamente” no está inocentemente encomillado, y lo que hace en realidad ese ente recaudador es tomar el dinero de los sujetos aportantes (los activos) para dárselo a los sujetos retirados (pasivos). Sí, ya sé lo que piensa, para lograr tal cosa, debe haber un equilibrio entre aportantes y beneficiarios, y aquí viene el meollo de la cuestión.

Las edades de retiro, obviamente, están atadas a la esperanza de vida de los hombres y mujeres, y tienen como objetivo estipular “duraciones” que puedan ser atendidas por los entes previsionales. Cruel o no, la cuenta es simple: si una persona vive unos ochenta años como máximo, se entiende que se puede jubilar a los 65 años, y será beneficiada por quince años aproximadamente. Si un sujeto activo debe aportar mínimamente treinta años, la ecuación, de algún modo, cierra.
Ahora bien, cuando una persona vive tranquilamente ochenta y cinco o noventa años, y a su vez, el desempleo provoca la falta de aportes al sistema, este último colapsa de manera obvia, y es ahí donde hay que tomar medidas. Usted dirá, ¿Subimos la edad de retiro, buscamos que más gente aporte al sistema o les subimos el porcentaje de retención a los pocos que aportan? Como responder esa pregunta excede este post, me voy directo al grano, como diría la gallina.

Las cajas de jubilaciones autónomas y más pequeñas, son un ejemplo interesante para entender la cuestión.
Por ejemplo, pensemos en la caja de jubilaciones de un banco. El sistema funciona cuando hay más activos que pasivos, en una relación mínima de tres (activos) a uno (pasivo). El sistema es dinámico y todos están felices. Es más, cuando “sobra” dinero de los aportes de activos, esa Caja tiene la facultad de invertirlos para mejorar futuros pagos, contrarrestar algún déficit, o bien utilizarlos para mejorar el sistema de salud, viajes, y lo que sea en función del bienestar de sus jubilados.
Ahora bien, cuando la relación activo/pasivo comienza a desvirtuarse, la Caja en cuestión se ve en serios problemas, y debe tomar alguna medida para solucionar el problema. Esto último que digo, es lo que sucede en el mundo entero, y el deficitario sistema previsional es una complicación muy grave en muchos países. Qué hacemos. Bueno, generalmente los Estados destinan fondos de otras recaudaciones para atender al pago de sus jubilados. En el caso de cajas autónomas, por ejemplo las bancarias, muchas veces deben intervenir en las ganancias del Banco para solventar el sistema.

¿Leyeron bien? Dije, el Estado debe acudir a otros ingresos para apoyar el sistema. Yo les pregunto, ¿alguien se interesaría por montar una empresa que maneje los fondos de los activos para después pagarles a los pasivos? Y, la verdad que es algo bastante improbable, a no ser que exista algún tipo de “incentivo” que haga interesante la propuesta. Esto último es lo que provocó la aparición de las famosas AFJP`s en la Argentina, una extraña solución a la inoperancia del Estado elefantiásico y en quiebra.

¿Qué ofrecían estas empresas? Algo que a todo el mundo le gusta: el dinero de sus aportes sería manejado por expertos inversores, los cuales con sus magistrales conocimientos, lograrían que los mismos crecieran como crecen las cuentas de los ricos y famosos que salen en la revista Forbes. Anunciaban operaciones bursátiles, compra de títulos, inversiones en obras hiper redituables, plazos fijos, fondos de inversión, y así.

La mayoría de la gente, ávida de su asegurado futuro, se congraciaba con su asociación a tal o cual empresa, viendo todo lo que el futuro les deparaba. Muy bonito, ¿no? Y ya no era un régimen de reparto (puaj, qué es esa palabra tan socialista), sino un sistema de capitalización, y como estamos en un sistema capitalista, qué mejor palabra para definir el derroche de dinero que nos aseguraban las empresas. Cambiaba todo, ya no importaba la relación de activos/pasivos, porque el dinero se iba juntando (como el imaginario colectivo lo indica), iba creciendo, se multiplicaba, y aunque el mundo se viniera abajo y ya nadie trabajara, yo, El señor jubilado de la AFJP, cobraría mi dinero mensualmente.

Parece increíble, pero millones de personas creyeron en esa fábula, amén de los muchos que gritaban en contra de ese sistema inviable y a toda vista peligroso. Las mayorías mandan, y allá fueron millones y millones de dólares, pesos, oro o lo que sea. Eso sí, por tomar tal riesgo, se entiende, las AFJP pusieron como condición, cobrar las comisiones por sus trabajos de recaudadores por adelantado, ya que se hablaba de un “negocio” a muy largo plazo. Y qué comisiones, nada de andar con chiquitas. En otras palabras, se forraron. Y qué pasó con el cuentito, se vino abajo como se esperaba, porque bueno, los negocios no salieron tan bien, las inversiones sufrieron algunos inconvenientes, la bolsa se vino a pique como el Titanic, y más que capitalizar los fondos, se transformaron en una caja de zapatos vacía. El dinero se esfumó, las cuentas no cerraron, y nada de broncas ni reproches, eh, que como bien se sabe, todo negocio puede ir bien o mal, son las reglas de la vida, viejo, qué tanto.

A quién se le puede ocurrir que los fondos de una futura jubilación sean manejados por empresas privadas, que a su vez dicen que “invierte” el dinero de uno durante treinta años. Cómo puede ser concebible que haya gente que grite a los cuatro vientos que no quiere que “su” dinero pase al Estado. Ningún aportante de AFJP puede retirar su dinero de las cuentas, todo lo contrario, simplemente se le muestra lo que aporta al sistema, pero que le será reintegrado en forma de cuotas partes, es decir, la tan mentada jubilación mensual, sí, leyó bien, la misma que ofrecía el Estado. Si no me cree, llame a su AFJP y dígale que quiere “retirar” su dinero tal cual indica ese resumen tan hermoso que le envían todos los meses.

Conclusión, en horas tan inestables de la economía mundial, ¿a alguien sano mentalmente se le ocurre que su dinero debe quedar en manos de empresas privadas cuyos gerentes ganan en un mes lo que el aportante gana en diez años? Ese dinero DEBE ir al Estado imperativamente, porque sólo el Estado es el que está obligado a atender las necesidades del pueblo sin interesar el lucro. La salud, la educación y la seguridad no dan “ganancias” en el sentido estricto, pero es el Estado el que las debe garantizar. ¿Cómo puede ser que por una ceguera ideológica, tanta gente “luche” para que su dinero quede en empresas que ya han demostrado su ineficacia? Me imagino a los gerentes de esas AFJP no creyendo lo que sus ojos ven: que sus propios clientes a quienes han defraudado, luchan para que sigan en el negocio. Insólito.

Terminando, y haciendo referencia al cotorreo de la masa más cerda, oligarca y explotadora, dicen que el gobierno se robará ese dinero. Primero, se cambia de sistema, ahora es de reparto, por lo que todo lo que se junta, se reintegra en jubilaciones, y si sobra, es el Estado el que debe decidir qué hacer con ese improbable sobrante, porque si alguien me dice en qué obra de solidaridad invirtieron el dinero las AFJP, juro que me hago sacerdote.
Por otra parte, si quisieran robarse el dinero, ya lo harían con las actuales recaudaciones, las del IVA, impuesto al cheque, retenciones, ganancias, las cuales sumadas, dan un número hasta superior al que supuestamente se van a robar.
Razón esta última, que indicaría que el problema es el administrador, y qué mejor idea que quitarles todo y voltear al gobierno. Eso se llama golpe de Estado, y los que lo hacen o lo propician, son mierdas que deberían ser ajusticiadas por instigadores al hambre del pueblo. Golpistas, nazis y fascistas, cagones de laboratorio, con tal de no ver que al obrero se le dé una casa en créditos blandos y hasta pueda tener el mismo coche que el patrón, son capaces de llevarse puesto un sistema. Es la hora de definirse y salir a defender los principios que cada uno tiene, para ver de qué lado, de una vez y para siempre, queda la asquerosa moral y ética que tanto se enarbola.

Basta de ratas explotadoras que subyugan al pueblo, al obrero y al trabajador, explotándolo con tareas interminables a cambio de míseras retribuciones. Si el pueblo se une, debe ir tras estos cerdos, amos del robo de la plusvalía más básica. Al mundo lo voltean las empresas, no los Estados. La puta madre que los parió.
Ya está.


Over.



sábado, 15 de noviembre de 2008

Ella sueña con peces







Tendría que escribir sobre aquel día en que se conocieron Lina y Tini. Tendría que escribir sobre aquella esquina de lluvia donde el bar estaba cerrado porque era domingo y de repente nos encontramos y yo: Tini, ella es Lina, Lina ella es Tini, ahora se saludan, vamos, y Tini: te imaginaba tal cual sos, y Lina, ojalá yo me imaginara igual.

Tendría, dije, que escribir sobre toda aquella tarde, y no puedo, y quizás tenga razón Lina cuando dice que las ausencias se resisten a ser narradas por miedo a quedar unidas al olvido o la imaginación, las ausencias suelen callarse, a ellas les encanta el silencio.

Entonces voy a escribir sobre el sueño de Tini, o mejor dicho, cuando se lo conté a Lina un poco así:

Ella sueña con peces, y si eso no es lo asombroso, hay que tener en cuenta que los sueña flotando. Sí, ella me dijo que sueña con peces flotando, ¿muertos?, no, para nada, son como pececitos cansados, vencidos por el agua, y se dejan ser por la marea, a la espera de que por alguna razón, algo o alguien los haga reaccionar.
Festín para psicoanalistas. No, porque no son símbolos, no quiero rebajarlos o subirlos a esa condición, qué importa si el pez soy yo, o mi madre o mi hermana, qué importa acaso si la marea es este tiempo demasiado tenue que me arrincona. Bueno, la marea, marea. Ves, eso es lo que no quiero, no me pienses como un caso, no trates de sacarle la cara oculta a las cosas, si escribís, vas por mal camino, corazón.
Ella sueña con peces que flotan vivos a la espera de un cambio. Ese debería ser el título, y justamente por eso, no lo uso. Simplemente: “Ella sueña con peces”. Ahí está, qué tanto.


Over.


jueves, 13 de noviembre de 2008

Crónico anochecer.





Contrariamente (o no) a aquella pesadilla que escribiera Franz Kafka, llamada “En la colonia penitenciaria”, la película “Eterno resplandor de una mente sin recuerdos” (un aplauso para el traductor) se encarga de contarnos una historia de olvidos a medidas y erosiones de esta maldita pena de amor. En aquel cuento, Kafka imaginaba la inscripción de los delitos en la piel de los delincuentes, todo gracias a una terrible máquina que tatuaba calificativos y acciones: “Ladrón”, “Asesino”, “Violó a una mujer”.

De modo inverso, en esta peli que vimos todos, ella pide que lo borren a él, y él, desesperado, pide la misma intervención. Quién cree en el mecanismo, se aleja de la ficción, y ya no importa si el casco ese lleno de lucecitas pueda o no existir. Lo importante es ese descenso a la desnuda soledad que sobreviene tras perder la guía. El poderoso arsenal que la angustia de saberte tan lejos y sin mí, mina en todo el cuerpo. Todo el cuerpo.

Las escenas que de algún modo intentan vislumbrar el inconsciente están tan bien logradas que se sitúan bien lejos de cualquier pretensión de surrealismo o ciencia ficción. Quién sabe si hace cien años, se hubiera visto así. Es el tiempo que ha mezclado a un Dalí y un Buñel en la publicidad
de teléfonos celulares. Ya lo dije: la vanguardia muere siempre al otro día.

No puedo decir mucho de la película. No puedo ensuciarla. Ni siquiera puedo, amén de mi devoción, enaltecerla. Sólo sé que es una comedia perfecta, desoladoramente perfecta, que termina mejor aún: los cuerpos y tus palabras tienden a asociarse con uñas y deseos. Podré lograr que no hayas sido, pero jamás podré lograr que no seas, que dejes de ser. Siempre te cansarás de amores suburbanos, de eso no te olvides nunca.

Over.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Palabritas

Quizás en la vida real, las cosas difieran un poco. Aquí, todo es más lento, para empezar, y cualquiera recuerda Aura, esa nouvelle de Carlos Fuentes, escrita en segunda persona del singular. Después de leerla, quiero escribir toda mi vida en segunda persona, te estoy hablando a ti, que tienes ante tus ojos esta cadena de palabras, a ti, estío de miel, para ti.

Te decía, Crónica de una Muerte Anunciada, otra posibilidad del talento. ¡Hay que empezar una novela contando el final, eh! Qué caso raro el de García Márquez, aceptado y tolerado por la elite, amado por el lector, bien recibido por la crítica. Se lo merece, viejo, está bien. Y Rulfo también. Y me olvidaba de todo el resto, de esta lentitud hipnótica, desde este otro lado, casi tan cerca de ti, que vives en la vida real. De paso te pregunto, ¿ya entendiste a los gatos o sigues con lo del perro y la sumisión? En la vida real, los gatos se entienden menos, ¿no?



Over.