lunes, 3 de marzo de 2014

Crímenes y Jardines





Pablo de Santis tiene el don. Ya creo haberlo dicho. Si lo dije, lo repito. Tiene el don de la literatura, como lo tenían Soriano o Chéjov y no lo tenía Sartre (la bravuconada no es tal, Sartre escribió El existencialismo es un humanismo, y con eso basta, ¿no?) Decía que De Santis ha llegado al punto casi profesional de la narración, ese en el que escriba sobre el tema que sea, lo hará con nivel y estilo.
Crímenes y Jardines es una novela aparentemente policial, con detectives, muertos, misterios y deducciones. Pero más allá de los formalismos, la historia abreva en la condición humana, en las diferentes formas del amor y la soledad. Si bien en Chandler, esto último no estaba ausente, en De Santis busca un nivel filosófico más alto, si se quiere, reiterando la ya clásica tradición simbólica rioplatense. Es quizás, la representación, un abuso de la literatura argentina, pero cuando hace honor al estilo, no pierde eficacia alguna.

La historia nos trae de vuelta a los personajes de la novela anterior, El Enigma de París, y pareciera que podría dar inicio a una serie más extensa. Ambientada en el final del siglo XIX, el encanto detectivesco cobra mayor relevancia, y quizás Sigmundo Salvatrio, con su maestro ya fallecido, comienza su camino en estas artes, para, quién sabe, superar al vernáculo Etchenique, con diferente astucia, y treinta años menos, eso sí.


Over.