viernes, 30 de diciembre de 2011

La coherencia.

Siempre es edificante la coherencia. Difícil y ardua, pero necesaria. Y a decir verdad, no pocas veces nos muerde su necesidad.

Vaya como ejemplo este editorial de Beatriz Sarlo, que salió hoy en La Nación. Podría escribir largo y tendido sobre el contenido, subscribiendo a algunas líneas, y rebatiendo furiosamente otras. Pero curiosamente, no se puede. En un diario en el que se puede opinar, la autora del artículo pidió que no se pudiera opinar. Es decir, no fue decisión del medio, sino de la autora.

Lo más apabullante, es que el contenido del texto es sobre el supuesto ataque a la libertad de expresión y de prensa por parte del gobierno argentino. Y encima se regodea con estas palabras de Rousseff:
"La multiplicidad de puntos de vista, la investigación sin preconceptos de los grandes temas de interés nacional constituyen requisitos indispensables para el goce pleno de la democracia, aun cuando sean irritantes, aun cuando nos afecten, aun cuando nos conciernan".

Beatriz Sarlo, ¿usted leyó las palabras de Rousseff que cita? ¿Se habrá usted desmayado como irónicamente supone de cualquier argentino al leerlas? Entonces le pregunto, si cree y proclama la necesidad de "la multiplicidad de puntos de vista", ¿por qué dice esto al final de su artículo: "Por pedido del autor, esta nota no está abierta a comentarios"? O sea, ya no sólo no se puede opinar, ni siquiera se puede comentar. No sea cosa que a lo mejor, de la plebe menos educada, surja una idea que la demuela. A usted, que escribe sin permitir opiniones, y quiere erigirse como uno de los gendarmes de la libertad de expresión, a usted le pregunto, ¿es esta la mejor credencial para su labor?

Justamente, sin palabras.


Over.

lunes, 26 de diciembre de 2011

Pozo negro


Un eterno silencio positivo.


Eso y destruir los años,
sólo eso como memoria pública.

Ella te preguntó algo simple,
a lo simple, sencillo, pero no,
apagaste todas y cada una
de las Luces de Agosto,

Cerraste el mantra, intempestiva
Es eterno el silencio, un eco libre
Mientras entro en tu cuerpo, atados,
No adivino, horas después, la respuesta

¿Positivo? ¿Dijiste positivo?
¿Positivo como haber hecho todo el amor
posible hasta cerrar los nudos de días?
¿Entrando en sueños, a cualquier hora,
como caras o manos o golpes o mar?

Untado de culpas imposibles, ahí nos vimos,
salvando noches y cenizas y el tiempo nuestro
¿quién escribe el guión de lo que perdiste?
¿quién acaricia el vacío que te nació?

Como una lluvia inesperada, gris de primavera
arrasando calendarios y tu cara congelada.
¿Será ése el silencio positivo?
O mejor, una canción seca, mareándose en el parque
Llena de hojas amarillas y palomas.

Un beso gris, de verano, quizás, y una danza
sin compás que borra tu lágrima.
Así puede ser. Así puede ser que entienda el silencio.


Over.

domingo, 25 de diciembre de 2011

Caen.

Curiosamente, es más famosa la versión instrumental de Autumn leaves, que la original en francés, Les feuilles mortes (las hojas muertas). Ahí está la afiebrada interpretación de Coltrane, la posibilidad un tanto más festiva de Nat King Cole, la soberbia y adictiva interpretación de Miles Davis, o la humeante alternativa de Stan Getz.

En segundo lugar, quizás sea conocida la versión cantada por Chet Baker junto a Ruth Young en su increíble "The Incredible Chet Baker Plays And Sings". Después nos llegan las voces de Edith Piaf, de Doris Day y hasta del mismísimo Iggy Pop, claro, con la letra en inglés.

Pero la versión original, con su cadencia francesa, masticando nostalgia y desamor entre las palabras, no ha sido superada. Hoy me quedo con Charles Aznavour. Hoy, y creo que siempre. Aunque ya sabemos lo que sucede con esa palabra.

Por cierto, esta parte de la canción, entre otras: "Mais la vie sépare ceux qui s'aiment /Tout doucement sans faire de bruit /Et la mer efface sur le sable /Les pas des amants désunis." Es decir: "Pero la vida separa a aquellos que se aman /suavemente, sin hacer ruido /y el mar borra de la arena / las pisadas de los amantes separados." ¡Fffffffffff!





Over.


sábado, 24 de diciembre de 2011

Sensible ruleta.

Despacio, también, podés ser la luna.

Despacio, loco, despacio quizás se salga. Fuerza.




Over.

domingo, 18 de diciembre de 2011

...o cuando canta un vals.

La letra se busca, se intenta y se traduce con ayuda. Quizás sea esa cadencia de los paraguas abriéndose como en una danza. Ella canta y llueve y algo nos derriba.




Over.

Cuando se mueve/baila, mon dieu!...

Nada más, cuando gana un poco de ritmo, Isabelle te enamora. Una mujer así, de repente, te enamora.






Over.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Pozo negro

Mis pupilas abren
el paso a la negrura.
Y a tu piel en mi nombre.
Y a tu nombre en el frío.
Y a tu frío en mi frío ojo,
ojo que abre y cierra.
Abre,
y cierra.


Over.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Ni después.

La dulce sorpresa que regala la ignorancia, ese espacio incomprobable que nos desliza en goce, nos abre felices a toda la Posibilidad.
Tini tan vehemente en sus disparates. Sus pensamientos que obligan a protegerla.

Tini dice: “El beso es lo básico en el humano, imaginate el primero, un choque involuntario que da asco y placer, como algo que se transgrede. Imaginate el placer inmenso de las lenguas conociéndose. La primera vez del beso impacta más que la cópula, ¿no les parece?”

Lina miraba para otro lado, pero escuchaba. Sé que no aprobó el uso de la palabra cópula. Sé que no le gusta que hablen como si estuvieran escribiendo. Pero también sé, sin lugar a dudas, que quiso haber dicho lo mismo que Tini, de un modo u otro. Y que yo quise besar a Tini aquella vez como casi nunca quise algo antes en mi vida. Ni después.


Over.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Pozo negro

Anulo tus caras, la voz ya se durmió,
hace tiempo, entre pesadillas y olvidos.
¿Cómo has reído hoy?
¿Cuál es tu amparo de adulta?
El amor es freno y urgencia,
una mirada de aprobación,
o también que no pueda oírte más.
¿Qué dirás, hoy, llegada al fin?
¿Te habrás, tontamente, salvado?
Todo aquel vacío, comienza a pesar.
¿Ya empezó a pesarte el vacío?
¿Qué conjuro? ¿Qué expiación?
¿Con qué voz pronuncias la palabra rumbo?


Over.

sábado, 10 de diciembre de 2011

No lo escuché nunca.

Verdad o mentira, es lo que siempre quise escuchar de alguien que me presida. Con los cientos de erorres y desaciertos, el único camino que elegí toda mi vida es este, el de alguien que diga: "A mí no me voltean las corporaciones."
Patria o muerte.
Lástima que en la foto incluyen al traidor. ¡Qué nervioso está el gorilaje, qué felicidad! AFJP nacionalizadas, genocidas presos, movilidad jubilatoria, ley de medios, y la hermosa política de DDHH. Faltan mil cosas, hay mucha pobreza, muchas necesidades, pero no hay otro camino mejor, hay que seguir ahorcando al gorila, al burócrata sindical, al explotador que no para. Este gobierno pasará, pero dejará la estela de un pensamiento. Qué lástima que algunas personas no estén a mi lado para disfrutar esta realidad. A vos, y a vos, especialmente.










Over.

Leche Derramada





Leche Derramada
es, ante todo, una soberbia historia de amor. Chico Buarque confirma, una vez más, su enorme altura literaria, transformándose en una rara avis que puede nadar en dos disciplinas artísticas sin que una le pese a la otra. Sin que una sobresalga sobre la otra. Con la crítica rendida a sus pies, absorta de tanto talento. Absorta por no poder fustigar el paso de un músico excepcional hacia la literatura más elevada.

No, no es improbable que en las primeras páginas se nos presente aquel cuento del gran Cronopio, Torito, pero a medida que avanzamos aprobamos que tan sólo es una cuestión de estructura y presentación, pero que en algún momento se abre hacia otra dirección. Si en Torito, el boxeador nos habla indirectamente, en Leche Derramada, Eulálio le habla a quien esté enfrente, desde su hija, la enfermera, el médico, o nadie más que la persona que él ubica en ese lugar de escucha. Escuchamos todo, pero no somos los destinatarios de sus palabras.

La novela no tiene más ambición que la de exponer las memorias de un anciano postrado en una cama de hospital, quien nos refiere haber sido alguien muy importante en el pasado, proveniente de una familia de alcurnia que fue cayendo en desgracia a medida que se sucedían las generaciones. Quién sabe, quizás todo este desteñido o imaginado, aumentado por la distancia de los hechos, en boca de quien añora (o desea) un tiempo mejor.

Pero en mi opinión, la verdadera historia gira alrededor de Matilde, la mujer que desaparece-muere-es internada- se suicida-se va con otro hombre, cuyo destino va fluctuando según el humor de su esposo, Eulálio, recordándola. No sabemos qué habrá sido de esa mujer, si es que realmente fue internada en un hospital para tuberculosos, o bien fue real su traición y dejó a su hija y a su esposo, por el amor más grande algún otro hombre.

Lo cierto es que desde el momento en que leemos (escuchamos) las palabras de Eulàlio, no podremos dejar el libro hasta que calle, hasta que nos cuente todo, de la manera más impresionante, fuerte o liviana, con jactancia o sin el más mínimo rigor. Porque no sabremos detenernos al leer: “(…) Por eso no es de extrañar que salga como un loco detrás de ella, pero eso sólo ocurrirá dentro de un rato, Qué raro, esto de tener recuerdos de cosas que todavía no han pasado. Acabo de recordar que Matilde va a desaparecer para siempre. (cap. 17)

Cómo acaso no estremecerse al escuchar que, mirando a su hija, recuerda: “Por entonces, a menudo amanecía inquieto, iba a despertarte para comprobar lo que quedaba de Matilde en tu rostro. (…) Era como si, en el silencio de la noche, Matilde pasara a recoger sus cosas en el rostro de su hija, en lugar de llevarse los vestidos del armario o los pendientes del cajón” (cap 15).

Y como si fuera poco, a partir del capítulo 19 (uno de los textos más soberbios que he leído en muchos años), la novela en vez de menguar por su próximo fin, sube sin descanso para atiborrarnos de literatura y amor y soledad y dolor. La vida representada en leche, que cuando sobra, va mordiendo el alma, y hay que derramarla, perder vida, acaso, para seguir viviendo.

En español, sólo están disponibles Budapest y Leche Derramada. No leerlas es perderse un mundo. Un mundo que, de perderse, nos dejará menos justificados. Más no puedo decir.



Over.

lunes, 28 de noviembre de 2011

Sunset Park





Quizás Paul Auster sea uno de los pocos novelistas que ha entrado en mi vida sin presentaciones o alabanzas de otros escritores, virgen, yo todavía, de recomendaciones, críticas o fanatismos literarios. E ingresé por The Invention of Solitude, esa oda a su padre que conmueve. Y seguí por The New York Trilogy, y pasé por el inquietante In the Country of Last Things, y me detuve en Leviathan, acaso su mejor novela a la fecha, en una opinión donde la crítica y los lectores se ponen de acuerdo con toda justicia.

Hay muchos más, sí, pero la línea se empieza a dibujar después de Leviathan, y ahí es cuando empiezo a ver cómo aquella fascinación se ve rechazada por las obras que la siguen. Probablemente, A man in the Dark y Brooklin Follies lleguen al punto menos alto de su producción, y uno empieza a preguntarse si estamos ante un gran artista que ha puesto piloto automático, alguien que escribe o que trabaja de escritor.

Siento que los últimos años nos han advertido de no esperar una novela como las del primer párrafo, y a lo mejor sea esa limpia ansiedad las que nos permita disfrutar de pasajes todavía asombrosos en su obra.

Sunset Park comienza con una gran promesa, y nos lleva de las narices a esas primeras novelas, con cierto perfume de Smoke mezclado con las cartas que escribe Anna Blume desde aquella ciudad terminal. Comienza con una gran promesa, dije, pero pronto empieza a desintegrarse en una historia coral que va perdiendo su encanto a medida que avanza el texto. Con la idea de presentar cada personaje, como si cada uno de ellos tuviera que ser descripto y profundizado, la historia se va resintiendo hasta el punto de casi naufragar hacia la mitad de la novela.

Es cierto que Auster tiene el talento suficiente para evitar la catástrofe, y cada vez que intentamos abandonar el libro, sale a la superficie algún toque mágico, alguna reflexión que nos ayuda a seguir hasta el final. Por caso, que un tercio de la novela sea irrelevante, no es lo mismo que ese tercio abrume y opaque el resto. Quizás la intención general sea interesante, y la historia que se va encadenando tenga algún atractivo, pero inmersa entre tanta innecesaria cantidad de descripciones, nombres, datos y especulaciones, sentimos que se nos estás quitando tiempo sin sentido.

Que la idea circule alrededor de las relaciones entre padres e hijos, la culpa como motor adolescente para tomar decisiones riesgosas, o el espejo de la imposibilidad de tener alguna certeza ya sea por la juventud o por la vez, digo, todo eso no alcanza para desestimar lo arduo o superficial que se vuelve por momentos la novela. Y aún cuando eso pueda volvernos escépticos con relación a la producción futura de este gran novelista norteamericano, la verdad es que uno tiende a soportar el anhelo de que hay algo en sus obras que nunca terminará por abandonarnos del todo. Que así sea.


Over.

sábado, 26 de noviembre de 2011

Palabritas


Un grave pensamiento te obliga a recordarlo: hagas lo que hagas, será más simpático o menos ocurrente, más ordenado o menos lascivo. Física: “Punto de referencia” Matemáticas: “Escala”. Historia: “Historia”.

Ya que no me hablás hace rato, una observación: Estamos mirando uno de esos pomos de bronce que hay en las puertas. El tipo me dice: “Ves, el pomo gira porque está suelto de adentro, va y viene pero no se zafa porque hace tope adelante y atrás, pero gira en el mismo lugar.” El pomo, la vida, yo, el tiempo, los límites. Se mueve pero no va para ningún lugar.


Over.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Le queda chico!






Al nivel de varios chacales nazis, este genocida justificó sus actos hasta el último momento. No pidió perdón por nada ni por nadie, y encima lloró en el juicio.
Pero después del llanto no vino la bala, como les sucedió a sus vícitimas. Lo llevaron a una celda con todas las garantías. Nada de pegar tiros a gente atada. No se fusila a un hombre rendido. Matar a alguien atado a una silla te convierte en una escoria humana (¡vaya oxímoron!)

Hoy el mundo es un poquito más seguro.


Over.


miércoles, 23 de noviembre de 2011

Pozo negro (uf!)

Lucha contra esos párpados.
No me dejes aún, varado en este lado.
Habla de cualquier cosa, tus amigos,
un recuerdo tenaz, las dudas que tiemblan.
Las dudas que tiemblan toda esta noche.

No cierres los ojos, porque te irás.
Yo sé lo que te digo, al menos oye,
cómo huyen mis historias inventadas,
la palabra fácil, los años fáciles.

Porque si cierras los ojos, no hay vueltas,
te irás resbalando en el tiempo y yo lo sé,
ya lo siento entre mis manos.
Despertarás lejos, yo ya no seré.
Ya no seremos.
Un poco más, dale, no los cierres.


Over.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Will there ever be another you?





El “problema” con Another Earth es que ya hemos visto muchas de las partes de su guión en otras pelis. El choque de autos, la muerte, la joven promesa destruida, su regreso a la sociedad, su búsqueda para lavar culpas, el sobreviviente torturado, y hasta esa otra historia lateral con la idea ya varias veces transitada: out of the blue, aparece otro planeta en el cielo que no sólo parece ser como el nuestro, sino más bien una versión, aparentemente con nosotros mismos en él, en forma de espejo, vaya a saber uno de qué modo.

Si al terminar de ver la película repasamos el primer párrafo y nos quedamos con él, el problema seguirá, despreciaremos o no le prestaremos mayor atención al film. Quizás hablemos de él. Quizás no.

Pero en mí, la historia se abrió de otro modo, y no hay dudas de que esas aproximaciones interiores son las únicas que cuentan. Todo me llevó a Cortázar, a esa magia con la que introducía lo irreal en un contexto prolijamente normal, como parte de nuestra lucidez. Es una forma de construir símbolos, para que los apliquemos a otras posibilidades. Si un planeta se duplica, no se habla de DOS planetas, sino de la duplicación, de versiones, de escapatorias. En otras palabras, pueden ser dos casas, dos ciudades, dos puertos, lo mismo da en este caso.

Desde esta elección, la película nos pone atentos: ¿Cuál es la gran vida que nos enfrenta? ¿Cómo circula y cuándo se detiene ese ineludible plan B que se desprende de todo lo que elegimos? Dicho esto, no es casual que el personaje de Rhoda elija limpiar una escuela como trabajo. Y menos que, siguiendo el mismo patrón, elija limpiar la casa de quien ha resultado su víctima.
Tampoco es inocente ese personaje que parece lateral, su compañero de trabajo que decide, usando lavandina, dejar de oír y ver para siempre. Pero no se ha cortado la lengua. A tener en cuenta.

Menos sutil es, la burda presentación de otro planeta, tan obvio, como esa comunicación que replica por radio las preguntas. Temprano nos damos cuenta de que todo es una puesta en escena, la forma que encontró el director para contarnos la historia. La elección de Rhoda como pasajera del primer viaje a esa llamada “Tierra II”. Y el final, esos treinta segundos que dejan claro todo, que trasuntan la inquietud de todo el film: ¿Qué le dirías a tu otro yo si lo tuvieras frente a ti? ¿Qué le preguntarías? ¿Te animarías a escuchar alguna respuesta?


Over.


PD: La hermosa canción en la hermosa voz:







lunes, 14 de noviembre de 2011

Ahora.


Entonces cierro los ojos y mi cabeza ya no contiene nada de lo que hay dentro. Mi lengua, la imagino como la de las vacas, enorme al final, cerca de la garganta, y mi cerebro recostado sobre la almohada, latiendo acompasado de pensamientos y cerrazones.

No alcanzo a oír la circulación de la sangre, el bombeo cíclico que empuja el líquido por todas las venas. Me imagino eso, como el ruido de una ecografía, flum, flum, flum, por las arterias, abriéndose paso hasta golpear cada vasito sanguíneo, hasta la más inhóspita región donde tal vez esté el rastro de tu mano en mi mejilla, inamovible, esperando el golpe de vida para volver. Ya no tengo piel, ni huesos ni esta máscara que me recuerda humano, diferente, yo. Una forma de mi cuerpo tallada de anonimato, rojo y gris.

La corriente revuelve los nervios, y quizás estés en alguna parte de los dedos, en la espalda, todo para que la información se enloquezca y encuentre su lugar, en la electricidad que forman tu cara y tu voz, ya muda de años y viajes. Es como un apagón prolijo, nada veo, nada ves. Esto que soy, por debajo de lo que fui.


Over.

viernes, 11 de noviembre de 2011

Palabritas



Yo, que hablé y dije, ahora soy un oído a la fuerza, y por eso me invitan a comer, a jugar, a cualquier cosa, porque oigo, soy una inmensa oreja que seduce. Ahora qué hago, porque sólo me salen monosílabos, interjecciones, cada tanto una caída de ojos. Y hablan, hablan, hablan, hasta que sólo soy eso, una oreja que quiera cerrarse y no puede. Porque no se puede dejar de oír. Es como un defecto que tenemos, o quién sabe, a lo mejor lo pensaron bien. Es la última defensa. Will you please be quiet, please!


Over.

martes, 8 de noviembre de 2011

También esta novela.


Me cuesta mucho elaborar una crítica del último libro de Guillermo Martínez. No logro evadirme del vaivén emocional que me ha provocado su lectura: lo que por momentos me atrapaba, de repente me hacía fruncir el seño en clave de reprobación.

Pongo en orden. Guillermo Martínez es un escritor consagrado que ganó justa fama con su novela “Crímenes Imperceptibles” (la cual, increíblemente, ostenta otro título en España). Pero su talento ya se había abierto en "Acerca de Roderer", una novela inevitable y que no ha perdido, según mi opinión, la cúspide en su producción.

Pero estoy hablando de este último libro. Y estoy hablando de uno de los títulos menos atractivos (¿se podrá decir tal cosa?) de los últimos tiempos. Porque cuando leí “El misterio de la cripta embrujada”, de Eduardo Mendoza, supuse que era una obra para chicos, vulgar y obvia. Y me equivoqué tanto, que a partir de entonces me armé de precaución.

Esta vez sucede algo similar. Podemos decir que el título espanta engañosamente, más cuando conocemos al autor. No es un texto de Bukowski, de Casas o de Fogwill, y ya sospechamos que algo no buscará un recorrido netamente sexual.

A ver, el autor declaró que, como varias de sus novelas, esta última comenzó como un cuento. Y aunque en las anteriores no se aprecie la extensión, en esta obra se notan las bordes, los agregados si se quiere, los cambios de rumbo previstos, en varias oportunidades, con innecesaria obviedad.

Yo creo que Martínez ensayó una alteración en su narrativa, volviéndose más poético (lo logra en varios pasajes) y más explicito en sus descripciones sexuales (está claro que lo buscó y que lo logró). Ahora, en cuanto a la intención general de la novela, siento una falla que la asocio más a ese cambio que a la indudable capacidad que ostenta como escritor.

La novela es atrapante y se lee de un tirón. El argumento es sencillo, pero en ningún momento aspira a otra cosa. Eso sí, ese intermezzo sobre la crítica literaria está totalmente fuera de escala. No juzgo su contenido sino su lugar en la novela. Debería ser como un hipervínculo a elección del lector.

Por otra parte, quien ha leído más de cuatro novelas, puede adelantar la consecuencia de esos e-mails que intercambia con Jenny, el personaje femenino de la novela. Quizás sea ése uno de los ejemplos de las inconsistencias que se suscitan a lo largo de la narración. Una fallida introducción de una tal Julieta como faro del amor pasado, el desequilibrio entre el puesto de trabajo ofrecido y la importancia que se le da como profesor invitado. Las breves descripciones sobre un extranjero en Estados Unidos, sobresaltando la ignorancia de los adolescentes sobre temas de relieve. Una discusión de manual sobre la política exterior de ese país. Un final precipitado. Y una coda innecesaria.

El último párrafo pareciera derribar la novela. Pero aquí es donde sale a la luz la magia de Martínez como escritor, a quien no le pesan sus antepasados literarios argentinos, pero que a la vez no reniega de los mismos. Más que evaluar esta historia, me preguntó qué vendrá la próxima vez. Me pregunto ansiosamente, cómo será la próxima novela de Guillermo Martínez.


Over.




martes, 1 de noviembre de 2011

Aunque exista.


Era muy de noche. Tini dijo: “Es muy de noche”. Lina dijo: “Qué buena imagen, che, muy de noche, suena bien” Tini levantó las cejas y me miró. Yo la miré. Lina iba del lado de la ventanilla y Tini me pasó una botellita de agua. Así es la escena, así se presenta en mi memoria: Lina mirando para un lado y Tini estirando la mano. “No quiero, gracias”.

Lina dijo: “A veces pienso que lo peor que pudo haber pasado es nacer después de que el hombre llegó a la luna. Porque la luna es una cosa que no debe pisarse, no debe ser ese globo de tierra firme donde algo se apoya. A la luna no se debe llegar nunca, es ida y vuelta, o te la regalo, pero es como un imposible. Para variar, la realidad mató a la metáfora.”

Lina dijo todo eso sin dejar de mirar la ventana, sabiendo, claro está, que las palabras flotarían hasta nuestros oídos y algunos de nosotros dos diríamos algo. Callamos. Pero de repente Tini habló. “La luna es el único satélite que no existe aún cuando todos los hombres del mundo se posen sobre ella”.

Lina giró la cabeza y reprobó la frase con la mirada. Yo hice como que no escuché nada. Pero había escuchado todo. Tini casi nunca hablaba así.


Over.

Decidir.





Siempre me queda grabada esa descripción del jerarca nazi, Reinhard Heydrich: Su sola presencia marcaba un abismo psicológico que ocasionaba terror físico incluso a sus más cercanos colaboradores. Ahora en Wikipedia pero años atrás en un libro sobre El carnicero de Praga que no recuerdo.
Aunque no escasa, el tratamiento que la historia le dio a este infierno humano es por lo menos insuficiente. Fácilmente se pueden citar a Goring, a Rohm o a Speer, pero no es tan corriente escuchar del terrorífico y crucial aporte a la barbarie que le diera este sujeto al mundo.

Expresada esa exigua introducción, la peli “Los Falsificadores”, tiene relación con este hombre desde que la idea de provocar una tremenda inflación a Inglaterra a través de la introducción de libras esterlinas falsas, le corresponde casi en su totalidad.
Hay que decirlo: la idea era admirable. Los libros de economía enseñan que las sobreimpresión de dinero provoca inevitablemente un efecto inflacionario. Es fácil, si hay demasiado circulante, es más sencillo comprar un producto, por lo que la demanda empieza a sofocar a la oferta, y una va empujando a la otra hasta descontrolarse.

Lo cierto es que para imprimir el dinero, se usó a un grupo selecto de prisioneros judíos con una alta especialización en gráfica. Claro que a cambio se les otorgaba un trato preferencial, ya sea en comida y comodidad (todo dentro de un campo de concentración, obviamente).

Pero es otro el eje de la película: la lucha por saber que se está colaborando con el régimen, en contra de otros judíos. Salvar el pellejo a costa de otros, o declinar la ayuda y con eso perder la vida. Quizás la moraleja queda un poco reducida desde el momento en que la heroicidad es dudosa: no se sabía hasta qué punto valía la pena aceptar la tortura y la muerte. Y porque se vuelve un poco maniqueo el hecho de que el delincuente no tiene moral y el activista político, sí. Hay que estar en un campo de concentración y prescindir del básico instinto de supervivencia.

De la película quedan ciertas evaluaciones que pueden extenderse durante una noche. O dos. Me quedo con la imagen en la que los judíos que ingresan al pabellón donde estaban estos “elegidos” los confunden con miembros de la SS. Y estos últimos, para demostrar su verdad, muestran los brazos con los números tatuados. Acto seguido se miran todos y quedan perplejos. Los salvó una identidad robada. Tremenda escena.

En cuanto a la rigurosidad histórica, existen ciertas diferencias tanto en el comienzo como en el final, pero que no hacen a la historia que se quiere narrar. Otra película más sobre la segunda guerra, pero que no se confunde en el montón. Y con eso basta.


Over,

viernes, 28 de octubre de 2011

Pozo negro


Lenta flor, y yo tan momentáneo.
Baja el castillo hasta mis pies;
mis pies que arden de frío y lejanía.
Lenta flor llega a mis ojos y te abre
Abierto el mundo y todo lo que vendrá.
Ya regreso del sueño y busco el vaso,
El cigarrillo prohibido y tu hermoso cerebro.
Vamos que se hace tarde, querés.


Over.

miércoles, 26 de octubre de 2011

martes, 25 de octubre de 2011

Sí, sí, dijiste eso.



Ya no se fumaba en los bares. Y yo que tengo la virtud de sintonizar con todo aquel que anda perdido en medio de todo el mundo.

Hablaban del brutalismo, la biblioteca nacional y los complejos habitacionales de la Unión Soviética. Una charla gris, claramente.

Se hace un silencio y él pregunta: ¿nunca pensaron lo que le pasa a un tipo que estuvo en coma diez años y de repente se despierta? Alguien lo mira y le dice que hay muchas películas sobre el tema. Como si no lo hubiera escuchado, él vuelve a preguntar: ¿nunca tuvieron la sensación de haber estado en coma durante diez años y de repente se despiertan y tus amigos están pagando una hipoteca?

Yo te escuché perfectamente. ¿fundimos a negro, director?


Over.

lunes, 24 de octubre de 2011

¿Desde dónde?



Nothing personal es un sueño. No, es ese canto mental que buscamos para que los ojos se venzan de una buena vez. Yo conocí mujeres así. Yo puedo ser esa mujer. Vos también habrás deseado que el mundo se abra en alguna parte y te deje escapar.

Nothing personal retrata ambos extremos de la misma soga. Esa soga que ahorca y afloja, de vez en vez. La joven que quiere olvidar, y el adulto que ya no quiere recordar.

Nothing personal puede estar soñada por él o por ella. Es mágica esa reversibilidad que permite la peli. Yo, que estoy en medio, siento el fin de una etapa y la lejanía de otra. ¿Vos dónde estas mientras ves esta película?




Over

El Rival





En mi escuela, la que construyo a fuerza de memoria, emociones y el azar de la lectura, Silvia Plath y Anne Sexton están juntas. Del mismo modo que Arlt y Cortázar, Onetti y Salinger, o Sting y Nabokob.

De este modo, siempre sentí a Sexton como la versión "canyengue" de Plath. Puesto con rigor áulico, versaría sobre la posibilidad visceral y coloquial que Plath no quiso emprender.

Lo mismo da, los nomencladores de la literatura, luchan por las clasificaciones. Es ése su eterno juego. El resto, le aportamos carbón a un máquina lenta y de mode.


¿Silvia Plath? Me arriesgo a la traducción del famoso "The Rival". Creo que está bien traducido, pero me queda en la boca el sabor de un traslado insensible. Esto es Plath:



If the moon smiled, she would resemble you.
You leave the same impression
Of something beautiful, but annihilating.


Both of you are great light borrowers.
Her O-mouth grieves at the world; yours is unaffected,
And your first gift is making stone out of everything.
I wake to a mausoleum; you are here,
Ticking your fingers on the marble table, looking for cigarettes,
Spiteful as a woman, but not so nervous,
And dying to say something unanswerable.

The moon, too, abuses her subjects,
But in the daytime she is ridiculous.
Your dissatisfactions, on the other hand,
Arrive through the mailslot with loving regularity,

White and blank, expansive as carbon monoxide.

No day is safe from news of you,

Walking about in Africa maybe, but thinking of me.

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Si sonriese la luna, se parecería a ti.
Dejas la misma impresión
de algo hermoso, pero que aniquila.

Son, ambas, deudoras de la luz
Su boca en forma de O sufre ante el mundo;
La tuya no se conmueve.

Y tu primer don es hacer de piedra todo lo que hay
Me despierto ante un mausoleo: estás aquí.
Golpeando los dedos sobre el mármol, buscando cigarrillos,
Rencorosa como una mujer, pero no tan nerviosa.
Y muriéndote por decir algo sin respuesta.

La luna, también, subyuga a sus sujetos,
Pero a la luz del día es ridícula.
Tu insatisfacción, en cambio,
Llega por correo, con dulce regularidad
Blanca y vacía, expansiva como el monóxido de carbono

No hay día sin noticias tuyas,
Caminando por África, quizás, pero pensando en mí.



Over.


domingo, 23 de octubre de 2011

Frío. Tiempos fríos.







Hubo nouvelle vague, cinema verité, cine dogma, y ahora hay otra corriente llamada mumblecore, la cual, si bien tiene algunas características que la definen, podríamos estigmatizarlo como cine Indie con ciertas reglas. Aquella corriente llamada dogma, se aplicaba más a la técnica, mientras que el mumblecore es más lábil en cuanto a las exigencias, pero quizás más representativo del producto final. De todos modos, todos lo sospechamos, atarse a una serie de procedimientos ya sean técnicos o de argumento, no pocas veces termina por contener la ansiada libertad expresiva que se busca con estas corrientes.

Sin embargo, siento que el mumblecore explora esa zona que navega entre los dieciocho y veinticinco años, y que su anclaje busca catalogar más que hacerse partícipe de un género. No se habla de la juventud en general, ni de adolescentes tardíos en general. Se trata de algo más específico, de chicos y chicas de clase media, blancos y el modo en que esa clase social (o parte de ellos) arrastra sus agujeros existenciales. Cómo se maneja la certeza de que se empieza a acabar el juego, o más bien, el lugar que deben ocupar en pocos años más. No es que se leen las cartas de antemano, sino que se acepta que sólo se puede jugar con ellas.

En esta línea, la peli Cold Weather, es un fiel ejemplo de esta corriente. El joven que vuelve a su ciudad natal, tras fracasar o aburrirse de la aventura en otro sitio, y que busca cualquier trabajo para estar a flote sólo en el hoy.
La trama quiere hacer hincapié en la relación con su hermana, aunque su laconismo pierde un poco de vista esta intención, y más que nada pone el acento en uno de los males del siglo XXI: el aburrimiento.

Casi todas las críticas hablan de una peli partida en dos. Y tienen razón. La segunda parte, si se quiere, es una extensión que se basa en una especie de argumento detectivesco, pero que más pronto que tarde adivinamos intrascendente.

Si no se disfrutan los silencios, los diálogos cortos o simplemente las miradas y gestos, la película puede provocar cierto rechazo. Es, como dije al comienzo, una película Indie, donde uno goza la fluidez y no el riff. Donde la melodía es un continuo que cumple con la simpleza.

El final está bien, pero podríamos discutirlo toda la noche. O no.


Over.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Cemento.





Si bien McEwan no profesa el minimalismo, hay en esta novela cierto ímpetu por la presentación de situaciones inquietantes con la exacta minuciosidad.

Ahí va el padre muerto, la madre enterrada con naturalidad, el pacto de silencio sin mayores sobresaltos, el rito interno que opera como salvavidas a medida.
El hecho de que hablemos de adolescentes y niños, vuelve todo más confuso, y es increíble cómo el autor nos introduce en la acción para que seamos nosotros mismos los que vemos el sótano, la grieta en el cemento y el olor que sube como confirmación de lo oculto.

Quizás sea demasiado breve la novela como para encender a cada personaje y su conflicto con el presente. Hay una confusión que va creciendo como una mancha y que parece poner a prueba a todos los niños: la elección sexual, el rol en una familia, el placer entre hermanos, la necesidad de dejar atrás un mundo.

Lo que sí es el acierto más grande de la obra, es la irrupción de ese extraño en todo el sistema. Representado en la figura del novio de la adolescente mayor, ese Otro llega para derribar el insostenible escenario. Llega para cuestionarlo todo, hasta el punto de desarmar lo que de un modo u otro se hubiera destruido. La unión sexual, seguramente, que asquea al novio, es la tensión final ante el descubrimiento de la verdad. Esa unión cuestionada cierra la parábola del quiebre, el fin del pacto, la llegada de realidad con sus leyes y costumbres.

The Cement Garden es la primera novela de McEwan, y es asombroso cómo podríamos ubicarla en medio o al final de su producción, y no hallaríamos ninguna merma, distinción o carencia de estilo. Un gran escritor desde el comienzo, sin dudas.


Over.

domingo, 16 de octubre de 2011

Pozo negro

Dices lo siento, pero en la oscuridad.
Las palabras como jirones que se abandonan
Yo estoy del otro lado, vivo en la penumbra
Nada es creíble, hoy, sin luz, desde tu boca
Aunque grites. Gritos.

Has hablado mucho, yo me he retirado
Acabo de volver de algún sitio
¿Qué has dicho?
Somos oro en la pura noche, eso repites
Y yo callo, porque ya no estoy.


Over.

viernes, 14 de octubre de 2011

Palabritas

Mientras termina la novela, ¡cuidado!, no es gratis jugar a ser grandes allá lejos, con el tiempo domesticado. Apagaron la luz, alguien olvidó la música bailando oscura, te deja vacío. Eso vuelve: el vacío de la luz apagada y la música. Ya nadie lee tus ansias, tu programa inmenso, tu pasta fácil de triunfador. Estés donde estés, la primera parte siempre habrá sido mía. Ese tonto talismán es lo único que te mantiene en pie. Es lo único que me mantiene en pie.


Over.

martes, 4 de octubre de 2011

Va y viene.





Primero es una línea irregular, ancha, bien roja, y después puntos negros, irregulares, como tinta que se cae con prolijo descuido.

Después es una explosión contenida dentro del cielo plano, huellas del olvido tras desprenderse de la vida. Algo que va muriendo con rumbo.

Después es un lienzo azul claro, algunas manchas y un trazo rojo.

Después es una sonrisa, un cadena desordenada, una señal que no alcanza, gente que se va, un pequeño caos controlado.

Y después es una serie de manchas, muy armoniosas, cuya elegancia radica en la elección de los colores.

Asi van girando, más o menos, los años.


Over.

Pozo negro

El ángel oscuro suspendido en la niebla...
Valen mis obras más que mi fe

Ahí llega el ángel oscuro, ungido por la bruma
Atado a mis ojos mientras te escucho.
¿Pero juntas ambas cosas, valen más?

Supongo que sí, alcanzo a oír, cercado ya
Por la noche y tu boca de silencios.

Nada vale para el más allá, si es lo que preguntas
No hay nada, tierra y piedra y arena en el mar
Eso seremos, más pronto que tarde.

Por las dudas, ambas cosas...

El ángel oscuro me baña de razón y me suelta
Sólo por hoy. Sólo por lo que queda de luz.

Over.

viernes, 23 de septiembre de 2011

Awake.





No sé qué fue de ti. No sé si estarás allí, mareándote de vidas ajenas. Lo cierto es que recuerdo el final de tu cuento: "Y al final ella dijo: así nos amamos en nuestra Heligoland".

Qué tremenda cárcel invisible. El mar ya la ha sentenciado. ¿Será posible despertar en Heligoland?


Over.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Pozo negro

¡París, suena el teléfono!
Ahora es siembra de luz
Llaman desde lejos, se oye tan cerca
Ahora es madrugada en algún sitio
Los animalitos del Pont Neuf sueñan
Mis ojos salvajes, de vidrio, impotentes.

París, sueña el teléfono, ¿tan lejos?
¿Ya subimos Montmartre- Montjuic?
Dónde estamos, París, dónde baja el mar
Suena el teléfono, calçots en el Alt Empordà
Horxata de l'estiu, invierno visceral de ti.
París, se hundió la fiesta de los cuerpos
¿Qué teléfono sueña allí? ¿Dónde estás?


Over.

domingo, 18 de septiembre de 2011

People with flowers in their hands.


Que simplemente me quedé pensando en el reloj que me regalaste antes de morir, ahora en mi muñeca, que sigue girando, ordenada y rítmicamente. Segundos, minutos, hora. Segundos, minutos, hora, Segundos, minutos, hora.

Y la canción de los Eels. Todo eso junto.



Over.


Sí, se puede.


Está ese alumno molesto que no practica la deseada aquiescencia del maestro. Está el maestro que impulsa esa intolerancia. Cuando se conjugan ambas acciones, el resultado rara vez no es extraordinario.

La profesora recitó: La ley18248, también llamada Ley del Nombre, especifica taxativamente la regulación a la hora de determinar el nombre de una persona. Escucho con atención un punto más que lógico: La persona no puede llevar primeros nombres idénticos a los de hermanos vivos. No nos detenemos ni un segundo ante tal norma, y puestos a imaginar si conocemos alguna transgresión, no hace falta mucho tiempo para saber que no existe. Pero. Un pero grande y hermoso. La posibilidad existe. A saber:
El hijo extramatrimonial no reconocido por el padre, por ejemplo, puede llevar el mismo nombre que su hermano (medio hermano, ok, pero hermano al fin), ya que el reconocimiento puede darse muchísimo años después de haber nacido. Y para ilustrarlo con un ejemplo (como les gusta a los maestros poco afines a las abstracción), tenemos el hijo de un ex presidente de Argentina, el cuál murió hace años, y otro que fue reconocido años después. Ambos se llaman Carlos, tienen el mismo apellido y son hermanos. Tomá!.

PD: Sí, está bien, no es que la norma sea transgredida en su correcta logicidad, simplemente que se abre una posibilidad. Eso quería decir. Ahora, a preparar la ropa que mañana hay que ir al colegio.


Over.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Dice, me dice, me digo. Dice.


Dice el Dalai Lama actual: "No hay que permitir que la mente nos disperse, que nos llene de pensamientos negativos. Hay que enfocarse en lo positivo para que la mente no nos distraiga en cosas dañinas" Digo yo: ¿y con que se logra eso? Y me contesto yo: ¡Con la mente! La mente le dice a la mente. Sigamos un poquito: Yo me digo a mí mismo. Hay que borrar una parte en la última oración. Quedaría así: Yo me digo. Entonces borremos algo en la otra sentencia: La mente dice. "La mente dice", y punto. En fin.

Over.

Hoy y ahora.



Tini escribía en su cuaderno. Era uno de esos con espirales que si no se lo trataba bien, iba desprendiéndose de las hojas. Las tapas, rara vez duraban. El de Tini estaba como nuevo.

Busca el mate, chupa la bombilla, lo deja a un costado, abre el cuaderno, dice: “A ver, escuchen: Hace heces a veces. “heces” con h y con c”. “Muy forzado”, dice Lina. “Se hace caca, viejo.” Tini junta rabia pero la filtra.”Es por el juego de de letras, dejá, no tenés pasta vos, querida.” Y como dije que Tini filtra la rabia, uno no responde, por miedo a que ella conteste con una carita de ángel imbatible.
“Dame el mate”, pide Lina. Tini dice: “Ven, no les parece que la palabra “ahora” es muy larga, que representa algo demasiado fugaz como el presente como para que dure tanto”. Entro yo. “Como que atrasa a su misma representación, pierde su eficacia.” Lina hace muecas, sé que le gusta el tema. Sigo: “Tendría que ser un sonido corto, seco, como algunas palabras en guaraní, algo gutural” Lanza Lina: “Con ese concepto, no habría palabra, sonido o lo que quieras, que pueda usarse para representar el instante presente, así que da lo mismo, como no hay forma de encontrar un buen símbolo, lo mejor es usar lo que se convenga y ya”.

Tini está  cansada. Hoy Tini escribió demasiado en su cuaderno, y tiene la guardia muy alta: “Si no hay símbolo, no existe lo simbolizado, o lo simbolizable. Si escapa al lenguaje, no existe, ya lo dijimos. Y más, nena, desde “tu” concepto, lo que no existe es el presente, digamos que sólo hay pasado, lo único que existe, porque el ahora es tan intangible, que apenas lo querés asir, se hizo pasado, viniendo de un después que no existe” Lina no se queda quieta: “Nada puede existir y no existir al mismo tiempo. Si el futuro no existe, no se puede transformar en nada, porque justamente no es, y no puede ser de repente.” Tini: “Yo no era, y de repente fui. Nacer vendría a hacer eso, no ser y de repente ser.” Lina lanza la piedra: “Eso es un error lógico, sólo salvable por la existencia de una conciencia más elevada. Existimos siempre en esa conciencia”. Tini remata: “Historia vieja, idealismo. Berkeley se lo adosó a Dios. Y si existe esa conciencia que vos decís, entonces existe el futuro, porque está ahí. Y la palabra ahora, más que extensa, es demasiado corta.”

“Puede ser”. Alguien dijo “puede ser”. Después siguió alguna serie de la tele, alguna amiga de Lina que me encantaba, y mi mirada de reojo a la cara de Tini. Seguro que fue así, más no me acuerdo. No me acuerdo de nada más.

Over.

martes, 13 de septiembre de 2011

Coda o lastre que se salva.


Puto nihilismo. Todo este ninguneo, este niñeser, este corazón caracol que acata cenizas. Quisiera escribir cualquier otra cosa, de otra manera, pero sé que la vena se tensa igual. Qué sombra, corazón, que sombra resistente de años y vidrios y sirenas y tanta palabra guardada para siempre, como los días de esos años, y nadie, absolutamente nadie entenderá, nada, no lo tienen ni lo tendrán. Qué lo tiró, y encima andamos exiliados, uno del otro, desconocidos, qué poco final. No. Qué exilio precoz. Escribirle a alguien que no está es, por lo menos, vértigo, una danza de hojas secas en la piscina vacía, pero si la ausencia es palabras, otra cosa, al menos, como que la gente que puebla mi soledad se las rebusca en declararse viva, y si no, qué va ´ser, si las “esperanzas están en los escarbadientes”, y el sacamuelas obliga....

Las manos tocan las teclas y no las detengo. Aquiescencia con un guiño de voluntad, seguro. Pasa el tiempo, vuelve la felicidad y quedan los talismanes a cualquier hora, para siempre. O quizás nada de lo que digo y sólo digo hola, che, ¿seguís viajando también? ¿seguís juntando palabras?


Over.

Más de lo mismo (Loop compartido, leido una y mil veces)


Un hombre entra en la habitación, ve que su mujer duerme, se acuesta con cuidado para no despertarla, la besa en la frente, ella emite un suave sonido, él se da vuelta, cierra los ojos y se duerme. Al despertarse, busca inútilmente el interruptor de luz. Se levanta aturdido y se golpea con un calefactor. Abre la puerta de la habitación y descubre que no está en su casa.

Se acerca a las cosas y descubre que algunas le pertenecen, mientras que a otras las ve por primera vez en su vida. Se da cuenta que en esa casa no vive más que una persona, un tanto desprolija pero con más dinero. Revisa todo con miedo, tratando de razonar algo. Vuelve a la habitación y al abrir los armarios le pasa lo mismo que antes. Reconoce algunas prendas y otras no. Decide cambiarse y salir de allí lo más rápido posible. Abre la puerta y no repara en las llaves.

La imagen lo tranquiliza ya que el pasillo y el ascensor son los que él recuerda. Baja y se encuentra con la portera, quien le abre la puerta y lo saluda con una sonrisa. Llega al trabajo y piensa en contarle a Marc lo que le ha sucedido. Prefiere callar y al mediodía llama su esposa.

No atiende nadie y una horrible sensación comienza a ahogarlo. Le dice a su jefe que algo ha sucedido con su esposa y que volverá tan pronto como pueda. Baja del metro y cuando llega al edificio se da cuenta de que no tiene las llaves encima. Toca el timbre de su piso y la voz de su esposa pregunta quién es. Soy yo, me he olvidado las llaves. Cuando la mujer abre la puerta, él le dice que pasaba por allí y quiso venir a comer con ella. Corrobora que en su casa no queda rastro alguno de lo sucedido durante la mañana. Simple.


Over.


domingo, 11 de septiembre de 2011

Once de septiembre, a eso de las nueve de la mañana.




Cuando la distancia se abruma de engaños, opiniones y vergüenzas, nunca falla la posibilidad de medir una acción por sus detractores. Es simple, colocamos una bandera en el medio de la plaza y quitamos un juego de los niños. Preguntamos quién está a favor y quién en contra. Si no sabemos qué pensar, analizamos a los electores, y voilà!


Yo sé qué pensar sobre Salvador Allende. Yo sé lo que quería y lo que quiso. Como tantos otros, sé lo que no pudo hacer. Pero tú quizás no sepas quién fue, o por qué se fue, ni siquiera hayas oído el disparo que dejó el cuerpo y se llevó la idea para que ningún asesino pueda lavarla. Si no sabés, bueno, Allende ganó por poco margen la presidencia de Chile en 1970. Nixon y amigos hicieron de todo para impedir que asumiera. Lo intentaron no una sino dos veces. Fallaron. El miedo, la avaricia, la ignorancia y la derecha, se encargaron de seguir minando el camino. Ese día, el asesino, cobarde y ladrón de Augusto Pinochet, se robó el poder del país. Pero Pinochet no pudo matar a Allende, y ésa es la mejor lección.

Por eso, si no sabes nada, si escuchas de todo por ahí, lo que digo es que de un lado estaba Allende y del otro, Pinochet, los militares, Nixon y la derecha. ¿Estamos?



Over.



PD:
"(...) Trabajadores de mi Patria, tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo en el que la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor. ¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores! Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano, tengo la certeza de que, por lo menos, será una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición."
(Salvador Allende, 11 de septiembre de 1973, 9.03 de la mañana. Radio Magallanes. Chile.)





lunes, 5 de septiembre de 2011

Espejos en los ojos.



Fue hacia el final, cuando nuestros cuerpos nos expulsaron por los años. A ver, cuando la combinación es dulce por la intensidad, el baile sobre la ola se torna simple, todo placer, nadie mide la caída, si falta poco o mucho para que se desarme el agua bajo los pies. Todavía había agua.

Tini nos dice que venía caminando y vio a una mujer ciega con los ojos muy abiertos. Eran lechosos, como si tuviera dos vidrios equivocados. Como espejos, tenía un espejo en cada ojo.

Lina soltó la galletita con mermelada y dijo: “uau”. Después tragó con dificultad y agregó: Tini, eso es hermoso, digo, horrible, pero hermoso, que los ciegos tienen espejos en los ojos. Pero se lo podríamos aplicar a otra gente, como una metáfora. Para una canción es demasiado fuerte, muy obvio, es más para un cuento, pero hay que agregarle algo.”

Esa noche nos íbamos a una fiesta en la casa de unos amigos de Lina. A mí me iban a presentar a una chica de Filosofía que había leído el Ulises en inglés. En aquella hora esa información me bastaba para suponer una mujer imbatible. Todavía no aceptaba que rara vez sucedía algo así. En fin.

Nos pasamos la tarde buscando algo que se equilibrara con lo de los espejos en los ojos. Se dispararon cosas como puños en la boca, cristos en las manos, nubes en los oídos, y no recuerdo qué más ridiculeces. Nada, no llegamos a ningún lado.

Sólo siguió la noche en la casa, vino barato y cerveza nada fría, y la chica del Ulises. Me la pasé hablando con Tini, que se la pasó escuchando mis comentarios de chico superado. ¿Y, te gusta? ¿Quién? La amiga de Lina. Sí, está buena. ¿Querés ir a hablarle?, por mí todo bien. ¿Hablarle de qué? Del Ulises, yo qué sé. Es que no lo leí. Yo tampoco. Tenemos que leerlo, che. Sí. ¿Lo compramos esta semana? Yo lo tengo, no hace falta. ¿Me traés un poco de seven-up, dale? Dale.

Y se terminó.

Over.

domingo, 4 de septiembre de 2011

Viene de.


Cuando salgo de la irrealidad, la luz del tiempo me aproxima a lo deseado, al profundo motor que insiste en mantenerme en pie. Y entro en mi vida, atento cada poro a esa suspensión hermosa que oxigena, sin alarmas, el ánimo (ánima, respirar, soplo de vida).

Ya posicionado en el otro lado, recuerdo con precisión mi seguridad sobre la palabra "colonizar". Quién no dirá que proviene de Colón. Y qué golpe nos dará saber que colonizar viene del latín colere, que se derrama en "colonia", "colono" y "cultivar".

Entonces me dejo avanzar por la sorpresa. ¿Colón tenía que llamarse así? ¿Hay un estigma en su nombre? ¿Qué lugar ocupa la sincronicidad en todo esto? En algún momento no volveré a cruzar de bando. ¿Cuándo? ¿Cuándo llega?


Over.


miércoles, 31 de agosto de 2011

Todos los gatos del mundo.

Estoy leyendo La Conciencia de Zeno. El gato duerme a mi derecha. Miro al gato, vuelvo al libro. Con clara influencia borgeana, pienso: el gato está soñando que yo estoy leyendo La Conciencia de Zeno. Pienso otra vez: Si despierto al gato y yo sigo aquí, estoy equivocado. Despierto al gato. Sigo aquí. Algo no me conforma.

El gato me mira adormecido y fastidioso. Sigo: en realidad no es mi gato el que me sueña sino que es una conciencia onírica felina, y basta con que un solo gato se mantenga dormido para que todo siga su curso.

Se lo cuento a Ceci que aparece por la escalera. Lejos de asombrarse, me cita a Borges y me dice que el sueño parece demasiado prolijo, y me pregunta por qué sospecho de los gatos. Porque duermen tres cuartas partes del día. Está bien, me dice Ceci, pero por qué los gatos están dentro del sueño, pregunta.

El gato vuelve a dormirse. Pienso en el sueño del cual es parte, y en la inutilidad de despertarlo para corroborar mi fantasiosa sospecha.

¿Y si despertamos a todos los gatos del mundo al mismo tiempo? - pregunta Ceci y guiña un ojo. ¿En qué se convertirían si ya no son parte del mismo sueño? La veo venir, juro que puedo sentir su hermosa conclusión. Entonces hay un gato que jamás se despierta, el que sueña a todo el resto como un espejo. Si despertamos a todos los gatos, eso sería parte del sueño también. Y como no pasaría nada, en algún momento se dormiría alguno, y punto.

- ¿Sería algo así como un Dios? - pregunto tan tontamente.

- No, Dios es otra cosa, qué estás diciendo - contesta Ceci y me golpea - Además, si fuera así, jamás podríamos despertar a ese gato único.

- ¿Por qué? - y me quiero morder los labios.

Cecia me mira y abre los ojos. Mueve al gato hacia los pies y me pide que le haga un lugar. Sigo con Zeno, su conciencia y su padre que muere. Algo cambió.


Over.

sábado, 27 de agosto de 2011

1914 - 1984

Hoy tendría 97.

Menos 20, nos da:

Amor 77


Y después de hacer todo lo que hacen, se levantan, se bañan, se entalcan, se perfuman, se peinan, se visten, y así progresivamente van volviendo a ser lo que no son.



Over.

domingo, 21 de agosto de 2011

El tiempo azul de los ahogados.





Elaborar una crítica de La Mujer Desnuda, carece de sentido desde el momento en que la nouvelle entera no permite un análisis formal. Hablar de símbolos, representaciones o argumentos, es cosa reservada para otras obras, en las que justamente los mismos son escasos. De tal modo, ensayar un comentario sesudo sobre la historia, obliga a crear otra, que la acompañe o adorne, que la repita o intente completarla.

Dicho lo anterior, sólo creo podría agregar que La Mujer Desnuda es uno de los libros que más se parecen a un sueño (a cierto sueño), atiborrado de entelequias difusas y superpuestas, personajes que entran y salen sin respeto a tiempos ni estructuras.
Pero estamos advertidos desde el primer momento: el personaje corta su cabeza para luego colocársela nuevamente, y así emprender, desnuda, un viaje por el bosque.

Como dije antes, la nouvelle se enreda (hábilmente) en imágenes y palabras, equiparable a la ensoñación lúcida, a mitad de camino entre la duermevela y el sueño profundo. Y por eso mismo, no puede leerse de a tramos, noche a noche; es ineludible la lectura continua de una sola vez, dos a lo sumo. No existe término medio, razón por la cual las primeras dos o tres páginas colmarán nuestra atención o nos espantarán sin remedio.

Colmada de líneas inolvidables (pero difícil de retener), toda la obra se va hilvanando con una profundidad literaria casi sofocante. Deudora del surrealismo pero alimentada de un romanticismo rioplatense, queda claro que estamos ante un libro que no sorprende pero que nos dejará dulcemente aturdidos por un buen tiempo. Al fin y al cabo, quizás todo se reduce a esta línea enorme: “Poner o no poner la sangre en el desear, eso era todo”.


Over.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Palabritas


Entonces es como un hilo metálico que zigzaguea la carne, blande su tensión y ofrece garras eternas. Ahí llega eléctrica tu cara, tu cara en todas las caras, la mano que me despierta para volver a dormir. Ahí llega la explicación espiral, y de nada sirve, porque es y sigue siendo. El hilo metálico jamás se rinde, ni muerto deja de entrar y salir. Entrar y salir.


Over.

martes, 16 de agosto de 2011

La vara.


Enrarecido el ambiente de nostalgia, busqué mi edición escolar del Martín Fierro que ha soportado las mudanzas. De tapa dura, enorme y con vulgares dibujos de caballos y gauchos, guitarras y fuegos. Y volví a este látigo:


La ley es tela de araña
y en mi ignorancia lo explico:
no la teme el hombre rico,
nunca la teme el que manda,
pues la rompe el bicho grande
y sólo enreda a los chicos.

Y es la ley como la lluvia:
nunca puede ser pareja.
Y el que la aguanta se queja,
pero el asunto es sencillo:
la Ley es como el cuchillo,
no corta a quien la maneja.


Y entendí que la lógica de la fuerza fue perfeccionada por la del dinero. No. Siempre fue poder. Pero hay algo que también se deduce, tarde o temprano, y que es inevitable: en la calle, uno a uno, vence el más rápido y el más enojado.


Over.


lunes, 15 de agosto de 2011

De un lado y del otro.



Qué interesante que resulta observar el comportamiento electoral de nuestra querida Buenos Aires. ¿Cómo acaso puede alguien votar al actual jefe de gobierno, y dos semanas más tarde, votar a la presidenta? El camino ideológico y programático de ambos es tan disímil que hasta cuesta creer que sea real, que haya sucedido, que asombrosamente haya ganado la presidenta en el mismo distrito.

Quizás puedan arriesgarse tres razones.

1) Que realmente la gente vio en Filmus, candidato de la presidenta, a alguien que no representaba sus intereses, ni que sería capaz de llevar adelante un cambio superador.

2) Que Macri, candidato ganador, fuera el indiscutible estandarte de los ideales porteños, capaz de continuar una gestión aceptable y hasta profundizar en esa línea.

3) Que se votó con la certidumbre económica.

Está claro que el último punto incide en cualquier decisión, sí, pero la cuestión es evaluar el peso de esa variable. En este momento, creo tener la certeza de que el electorado porteño ve en Macri a una figura con poco peso, lejos de lo que representa el gobernador en una provincia. No cree que pueda intervenir en la economía real de todos los días, ni tomar medidas que cambien rotundamente el rumbo de las cosas. Ninguna medida tendrá como marco el fondo de la cuestión: la seguridad, la educación, la economía, la justicia o la salud, serán temas administrativos, cuyos pilares fundacionales no podrán ser alterados.

Pensado así, la elección del actual jefe de gobierno tiene un transfondo ideal que no supera su vacío. La opción se ancla en la palabra y la buena intención. Hombre rico, promocionadamente exitoso, capaz de anular la barbarie. Nada importa si la articulación de su discurso es elogiable o si detrás de su verba existe algún logro fáctico. Es, por qué no arriesgarlo, la proyección más cercana a la que aspira el ciudadano tipo: dinero en el banco, una mujer hermosa, un cuerpo esbelto, un futuro sin obstáculos, y poder, ese otro poder que no lo da el dinero ni la fama. El poder político: la posibilidad de mandar en la Ciudad entera.

Dicho lo último, aquí entra la razón del voto esquivo para presidente. En los temas domésticos, la proyección; en los temas a gran escala, la seguridad. A nadie escapa que la gestión del actual jefe de gobierno luce intrascendente si no mediocre, a quien se le deben atribuir los logros, y eximir de los fracasos, siempre culpa del Otro. Y ahí otro ingrediente del ansiado ideal: me amarán por mis frutos, y me indultarán mis miserias, de las cuales no soy el arquitecto sino el sufriente igual que el resto.

Por eso, no se puede analizar esta dicotomía desde un punto de vista ideológico. Hace rato que los pueblos han soltado el hilo conductor de las convicciones, y optan, en cambio, por el seductor consuelo de la seguridad. Las revoluciones no se votan, se ejecutan a golpes, fuerza y error. Entonces la urna promete el status quo de la estabilidad, con sutiles y conservadoras alteraciones. Nada de cambios bruscos que socaven la tranquilidad.

Curiosamente, se han unido en la figura de la actual presidenta, la promesa de lo equlibrado y duradero, con la oportunidad latente del cambio profundo. Un acierto con el que todo político sueña: abrazar mayorías.

Cada uno sabrá por qué votó al actual gobierno nacional. Y ahí está el eje del paradigma. Quien no lo haya hecho, parece disolverse en un canon de buenas intenciones o de oscuridades insalvables. Y las últimas, por cierto, tienden a ser mayoría.


Over.


jueves, 11 de agosto de 2011

Pozo negro


Como quien viene de la noche
quien cruza el regreso
ofrece el olvido
el rencor
siempre
lo mismo
permite el ayer
quien calma la flor
Como quien vuelve y no llega.


Over.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Pozo negro


La serpiente detenida, como fondo de la sala.

No tengo derecho a tu noche, lo sé,
Ya vi los cuervos en tus ojos de niña perdida.
No puedo abrir mi torpe inteligencia ante tu cuerpo,
O tu boca de palabras sin tregua, sin historia.

Sigue detenida la serpiente, arriba en la habitación,
También sobre tu rostro dormido y mi mano.
Pedís algo, en susurros, pero no a mí. ¿A quién?
A quién le armarás el sueño y el rencor.

De qué sirven, ahora, las cartas extranjeras,
El sol a destiempo y mi discurso universal.
Por miedo o por convicción, o por las dos cosas,
Antes de que cese la noche, serás sombra, hueco,
Y yo nada. Nada.



Over.



Pozo negro

Nuestra precaria eternidad medida en años, entonces creamos en esta hora de los cuerpos, interminable hora encerrada para siempre y que sólo eso sea suficiente para aceptar.

Aceptar las palabras que muerden tus labios y me acarician hasta lastimar. Hasta condenarme a no soltar jamás ese minuto. Hasta reventar de presente toda mi existencia. Vivir el hoy como el final del embudo, sin detrás ni delante: un espejo imposible, a oscuras, persiguiéndome a traición.



Over.