Fui porque cuando me habló, sentí lo mismo que cuando me
hablaron a mí, pero aquella vez no vinieron. En otras palabras, no era yo el
que iba, sino ella que no lo había hecho, y yo que intentaba reparar inútilmente
esa bronca. Entonces cuando llegué y me abrió la puerta, pensé en qué cara
poner, qué palabras no decir, qué movimientos permitirle a mi mirada. Todo era
un ensayo. ¿Querés café, coca-cola?
Miré los libros: no había nada nuevo. De repente sonó el teléfono.
Ella miró el número y me dijo: ¿te
molesta si atiendo?, necesito hablar con esta persona. Cerré los ojos,
levanté los hombros, sí, claro. Ella dudó entre la cocina y el pasillo hacia
las habitaciones. La voz empezó a alejarse y ya la sentí muy lejos. Fui a los
discos.
Con un dedo iba guiando la mirada sobre los nombres: Chet
Baker, The Dave Brubeck Quartet, Sony Rollins, una
hermosa antología de canciones de Gershwin, Miles Davies, Count Basie, Bill
Evans, toda esa red básica del jazz que habíamos aprendido juntos. Creo que
cuando llegamos a Monk, las cosas ya estaban mal. Sí, estoy seguro.
Casi fuera de su
lugar, sobre un libro, encontré Bass on
Top, de Chambers, un disco que yo le había traído de mi casa, y que con el
tiempo quedó ahí. Recordé el disco. Lo primero fue: “Bajo en la cima”. Puede
ser alguien o algo bajo que está en la cima, o bien que yendo hacia a alguna
parte, decide bajarse ahí, en lo más alto. O mejor, “Bajo en lo alto”, ése
estaba bueno. Después vino lo otro, lo del pez y el instrumento: the bass playing the bass, a ver, qué
tanto: I left the bass into the huge vase.
A vase can be used as a fish bowl, so that, before
dropping the bass, I took away the bass. No, está bien, no hay lubinas en
las peceras.
Creo que se lo dije a ella, se lo expliqué, y
a lo mejor sonrió, porque me conocía. Encima está esa You´d be so nice to home to. Siempre sentí que le podía agregar
algo: to sleep, to forget, to jump, to understand. A veces lo hacíamos
juntos. Antes de Monk, claro, mucho antes. Yesterdays,
por suerte instrumental, sin su tonta letra, o Confessing’, que con un poco de esfuerzo podría haber sido un
tango, con su letra y todo.
Pasaba el tiempo y ella no volvía. Podía oír
a lo lejos que la conversación continuaba. Con quién hablaba. Si yo hubiese
sido ella, digo, si yo hubiera estado en su lugar, no habría atendido, porque
yo estaba acá, porque la necesidad no era mía, por tantas cosas que se
mezclaban ahora y para siempre, entre la música y los cuentos que conté y me
contaron, el deterioro del deseo, la imposición del desamparo, la inercia, y yo
que soy feliz barajando palabras, no podía evitar el silencio, la necesidad de
que entienda que no quiero decir nada. Pero fui, porque yo hubiese querido que
vinieran, quizás sin sentido, como suele ocurrir. Por eso cuando apareció, un
poco con culpa, le acepté un té, porque quería ocupar la boca con el calor, o
escuchar el disco, quién sabe, nadie sabe nada de todos modos.
Over.
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