lunes, 12 de agosto de 2013

Bajo en lo alto, o bajo en la cima, o ven a casa a olvidar.



Fui porque cuando me habló, sentí lo mismo que cuando me hablaron a mí, pero aquella vez no vinieron. En otras palabras, no era yo el que iba, sino ella que no lo había hecho, y yo que intentaba reparar inútilmente esa bronca. Entonces cuando llegué y me abrió la puerta, pensé en qué cara poner, qué palabras no decir, qué movimientos permitirle a mi mirada. Todo era un ensayo. ¿Querés café, coca-cola?

Miré los libros: no había nada nuevo. De repente sonó el teléfono. Ella miró el número y me dijo: ¿te molesta si atiendo?, necesito hablar con esta persona. Cerré los ojos, levanté los hombros, sí, claro. Ella dudó entre la cocina y el pasillo hacia las habitaciones. La voz empezó a alejarse y ya la sentí muy lejos. Fui a los discos.

Con un dedo iba guiando la mirada sobre los nombres: Chet Baker, The Dave Brubeck Quartet, Sony Rollins, una hermosa antología de canciones de Gershwin, Miles Davies, Count Basie, Bill Evans, toda esa red básica del jazz que habíamos aprendido juntos. Creo que cuando llegamos a Monk, las cosas ya estaban mal. Sí, estoy seguro.

Casi fuera de su lugar, sobre un libro, encontré Bass on Top, de Chambers, un disco que yo le había traído de mi casa, y que con el tiempo quedó ahí. Recordé el disco. Lo primero fue: “Bajo en la cima”. Puede ser alguien o algo bajo que está en la cima, o bien que yendo hacia a alguna parte, decide bajarse ahí, en lo más alto. O mejor, “Bajo en lo alto”, ése estaba bueno. Después vino lo otro, lo del pez y el instrumento: the bass playing the bass, a ver, qué tanto: I left the bass into the huge vase. A vase can be used as a fish bowl, so that, before dropping the bass, I took away the bass. No, está bien, no hay lubinas en las peceras.

Creo que se lo dije a ella, se lo expliqué, y a lo mejor sonrió, porque me conocía. Encima está esa You´d be so nice to home to. Siempre sentí que le podía agregar algo: to sleep, to forget, to jump, to understand. A veces lo hacíamos juntos. Antes de Monk, claro, mucho antes. Yesterdays, por suerte instrumental, sin su tonta letra, o Confessing’, que con un poco de esfuerzo podría haber sido un tango, con su letra y todo.

Pasaba el tiempo y ella no volvía. Podía oír a lo lejos que la conversación continuaba. Con quién hablaba. Si yo hubiese sido ella, digo, si yo hubiera estado en su lugar, no habría atendido, porque yo estaba acá, porque la necesidad no era mía, por tantas cosas que se mezclaban ahora y para siempre, entre la música y los cuentos que conté y me contaron, el deterioro del deseo, la imposición del desamparo, la inercia, y yo que soy feliz barajando palabras, no podía evitar el silencio, la necesidad de que entienda que no quiero decir nada. Pero fui, porque yo hubiese querido que vinieran, quizás sin sentido, como suele ocurrir. Por eso cuando apareció, un poco con culpa, le acepté un té, porque quería ocupar la boca con el calor, o escuchar el disco, quién sabe, nadie sabe nada de todos modos. 


Over.

No hay comentarios: