viernes, 30 de diciembre de 2011

La coherencia.

Siempre es edificante la coherencia. Difícil y ardua, pero necesaria. Y a decir verdad, no pocas veces nos muerde su necesidad.

Vaya como ejemplo este editorial de Beatriz Sarlo, que salió hoy en La Nación. Podría escribir largo y tendido sobre el contenido, subscribiendo a algunas líneas, y rebatiendo furiosamente otras. Pero curiosamente, no se puede. En un diario en el que se puede opinar, la autora del artículo pidió que no se pudiera opinar. Es decir, no fue decisión del medio, sino de la autora.

Lo más apabullante, es que el contenido del texto es sobre el supuesto ataque a la libertad de expresión y de prensa por parte del gobierno argentino. Y encima se regodea con estas palabras de Rousseff:
"La multiplicidad de puntos de vista, la investigación sin preconceptos de los grandes temas de interés nacional constituyen requisitos indispensables para el goce pleno de la democracia, aun cuando sean irritantes, aun cuando nos afecten, aun cuando nos conciernan".

Beatriz Sarlo, ¿usted leyó las palabras de Rousseff que cita? ¿Se habrá usted desmayado como irónicamente supone de cualquier argentino al leerlas? Entonces le pregunto, si cree y proclama la necesidad de "la multiplicidad de puntos de vista", ¿por qué dice esto al final de su artículo: "Por pedido del autor, esta nota no está abierta a comentarios"? O sea, ya no sólo no se puede opinar, ni siquiera se puede comentar. No sea cosa que a lo mejor, de la plebe menos educada, surja una idea que la demuela. A usted, que escribe sin permitir opiniones, y quiere erigirse como uno de los gendarmes de la libertad de expresión, a usted le pregunto, ¿es esta la mejor credencial para su labor?

Justamente, sin palabras.


Over.

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