Siempre pregunto lo mismo y siempre responde lo mismo, así
una y otra vez, como una autopista vacía en la que cambiamos de carril por
miedo a estar dentro de un sueño. No hay autopistas vacías. Hay esos avisos que
se repiten dando instrucciones o sugerencias: respete las señales. Sé que vamos
a morir así, yo, antes. Mientras tanto cenamos juntos y los ayudamos a hacer la
tarea, cada tanto hace calor pero en el diario hay ofertas de una televisión
nueva. Se compra en cuotas, todas iguales, siempre las mismas.
A veces sé que
los años se apilan desgastados, se transforman en el barco o en la costa, según
de qué lado estemos, y creemos que se alejan cuando en realidad somos nosotros
los que partimos y negamos, los ojos cerrados y la vista al frente. Cada tanto
alguien se tira al agua. Lo odiamos, no podemos soltar. Ahí van los náufragos,
decimos, pero callamos rápido, volvemos a casa, y le pregunto lo mismo, ya
creo que no escucho la respuesta, mañana se repetirá, una y otra vez, a partir
de ahora.
Over.
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