jueves, 28 de mayo de 2009

Una buena nueva.







Bajo este sol tremendo
es una novela cerrada pero no críptica. Una escena que se estira magistralmente en días y semanas. La fría vulgaridad que conlleva lo sórdido.

Una novela urgente, inútil, ajustada. Impecable.

La historia de Cetarti (qué apellido molesto), un joven que pasa la vida fumando porro, abandonado en su desocupación, y quien ante la primera noticia que lo debería sacudir, reacciona con una única mueca: nada. Matan a la madre y al hermano. Nada. Cobra un dudoso seguro a expensas de las muertes. Nada. Mentira, pasa de todo, pero no se ve ni se lee. Hay como una profundidad que de tanto esconderse, se nota.

La historia de Cetarti (repito, qué apellido molesto), única, porque magistralmente parecen abrirse dos historias más, y siempre es la misma. En vez de mirar a una persona desde diferentes ángulos, se propone un mismo ángulo y se multiplican las personas. El efecto es el mismo. No, es mejor.

Lo único que podría anotarse, es la ausencia de un Corrector para cuatro o cinco líneas en las que se notan algunos problemas de sintaxis y hasta gramaticales. Son pocos, muy pocos, pero se notan, y manchan sin sentido.

Por último, un párrafo que me hubiese gustado escribir. Que alguna vez pensé, más o menos similar. Y ahora ya se gastó.

"Cetarti se ponía las zapatillas y miraba la foto, él y su hermano con esa expresión grave en la cara. No parecía una foto, que el registro congelado de algo que puede estar moviéndose.. Era más como la filmación de algo que está quieto, tan quieto que parece una foto, hasta que algo en el cuadro cambia de posición: la hoja de una planta movida por la brisa, una mosca que se cruza frente a la cámara."


Over.


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