martes, 16 de junio de 2009

Pozo negro



Encontré este poema:


El gato de mi casa

Bendito el gato de mi casa
porque no hay otro Paraíso para él
ni más Eternidad
que el sitio al sol donde ahora duerme.

De modo que mi casa a salvo está
mientras él sueñe.


Y escibrí este:

El cristal que no atraviesas
Fijo y felino, no lo domas.
El misterio de tu entrega, curiosa miel
cuando fijas tus ojos en los míos
cuando propongo que no me alcances
cuando te vas sin permiso, giras
giras el territorio. Yo ya soy tu territorio.
Me has ganado, gato o mujer: inalcanzables.



Over.




1 comentario:

Hilario dijo...

Siento quitar divinidad a tu gato, pero yo lo recuerdo buscando un vibrador (si, eso que imaginan)lanzarlo al aire hasta que se encendía y luego utilizarlo (con poca precisión eso si).