martes, 22 de diciembre de 2009

Plaf!

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Advierto que has aprendido a cerrar la puerta. Eso debe estar bien. Alguna vez se empieza por algo, concluir, atar, apagar: darle un cachetazo a la eternidad. Aunque fuera yo, sin dudas, el último escalón, aunque fueras tú, irremediablemente, la última salida.

Ahora te queda este espacio vacío que llamas libertad, independencia, soberanía, yo qué sé, y al final no es más que otra forma de aquiescencia. O no, yo qué te puedo decir, si al cerrar la puerta yo quedo de este lado, y te adivino a los tumbos como un ciego nuevo. Sigo leyendo las mismas historias, y sigo creyendo que voy a llegar, como te dije en la plaza de cemento aquella noche extranjera.

Hablando de Kundera o de los Rolling Stones, de las capas de tiempo y nubes que nos dejó la adolescencia, perdiendo la noción de todo cuando ya era de día para ocultarse.Talking about it while nightime lands some place else.

Te decía, ahora que has podido cerrar la puerta, te faltaría deducir que alguien siempre paga los platos rotos, y no sería mala idea, digo, ahora que has quedado del otro lado, arremangarte la camisa y poner un poco de orden antes de que llegue otra lluvia. El agua y la tierra suelta forman barro, y ahí se pone feo.

Más quietita, mírame la mano, sonríe para la foto.



Over.

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