domingo, 11 de septiembre de 2011

Once de septiembre, a eso de las nueve de la mañana.




Cuando la distancia se abruma de engaños, opiniones y vergüenzas, nunca falla la posibilidad de medir una acción por sus detractores. Es simple, colocamos una bandera en el medio de la plaza y quitamos un juego de los niños. Preguntamos quién está a favor y quién en contra. Si no sabemos qué pensar, analizamos a los electores, y voilà!


Yo sé qué pensar sobre Salvador Allende. Yo sé lo que quería y lo que quiso. Como tantos otros, sé lo que no pudo hacer. Pero tú quizás no sepas quién fue, o por qué se fue, ni siquiera hayas oído el disparo que dejó el cuerpo y se llevó la idea para que ningún asesino pueda lavarla. Si no sabés, bueno, Allende ganó por poco margen la presidencia de Chile en 1970. Nixon y amigos hicieron de todo para impedir que asumiera. Lo intentaron no una sino dos veces. Fallaron. El miedo, la avaricia, la ignorancia y la derecha, se encargaron de seguir minando el camino. Ese día, el asesino, cobarde y ladrón de Augusto Pinochet, se robó el poder del país. Pero Pinochet no pudo matar a Allende, y ésa es la mejor lección.

Por eso, si no sabes nada, si escuchas de todo por ahí, lo que digo es que de un lado estaba Allende y del otro, Pinochet, los militares, Nixon y la derecha. ¿Estamos?



Over.



PD:
"(...) Trabajadores de mi Patria, tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo en el que la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor. ¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores! Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano, tengo la certeza de que, por lo menos, será una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición."
(Salvador Allende, 11 de septiembre de 1973, 9.03 de la mañana. Radio Magallanes. Chile.)





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