sábado, 12 de mayo de 2012

Máscaras.

Primero yo.
El apellido Nothomb, a mí, me lleva a tothom, que junto a gaudeix y amb, son algunas de las palabras catalanas que más me gustan. Entonces me quedo leyendo el nombre, Amèlie Nothomb, y después viene el resto. Entonces sigue la autora, el libro, la historia. La literatura.

Segundo, ella. 
Puedo fácilmente saber que Amèlie Nothomb nació en Japón, vive en Bélgica, escribió más de veinte novelas y tiene cara de mimo. Y que tiene gran éxito. Y que escribe en francés.

Se habla mucho de Amèlie Nothomb.

"Cosmética del Enemigo" fue escrita hace diez años. Yo la terminé ayer. Se lee en dos días. Es una novela corta o una nouvelle larga. No importa, se lee sin pausa.

Tercero, el libro. 
Qué decir de esta historia sin contar la historia. ¿Que se trata de un diálogo entre dos personas? Sí, claro, pero no puedo decir mucho sin anticipar el final. ¿Qué se trata de un diálogo absurdo? Puede ser, pero debo callar antes de tiempo. ¿Que puede preverse el final? Es posible, también, pero no degrada el relato.

Mejor digo que apenas empezamos, sentimos al gran Bartleby, no por el argumento, claro está, sino por la tensión de aquiescencia que se va dando al comienzo. Con el correr de las páginas, nace la empatía, odiando a uno de los personajes, y compadeciendo al otro, o más bien no entendiendo por qué no se levanta y se va. Pero cuando despunta el hastío, la historia da un primer vuelco. Volvemos a tomar posiciones, y otra vez, cuando nos acomodamos, llega la estocada final que se va derramando hasta las últimas tres palabras repetidas.

Último, la opinión.
 Estamos ante una obra que oscila demasiado en su brevedad. De repente nos atrapa y enseguida nos suelta. Cuando creemos que la historia se distingue, observamos que pierde vuelo. Cuando estamos convencidos de la originalidad, algo se confunde en lo previsto. Sí, está bien, pero cuando está por perder el rumbo, se termina. Frenar, antes de caer, no es poca cosa. Para nada, poca cosa.


Over.

No hay comentarios: