lunes, 15 de noviembre de 2010

Va bien, se cierra, se cerró.

Bajé la ventanilla para que el aire frío me devolviera el alma. Detrás de la nuca escuchaba a Beck, seguro, porque la canción me la sé de memoria, otros tiempos donde se me pegoteaban las noches y a cualquier hora se acababa el mundo.

Eran la radio, Beck y el aire frío. Y de repente escucho una voz de mujer que repetía direcciones, una esquina, otra esquina, y supe que estaba en Buenos Aires, que era de noche, y que vos estabas al lado mío, despacito, sin la urgencia de mi fatalidad.

¿Te gira el mundo, bonito?, y te miro y algo se cierra, como una bolsa de basura que se tira con fuerza, algo menos que ocupó lugar. Algo pesado.

Me inclino como un nene sobre tu vientre, ahora tengo frío, y desde acá puedo ver al taxista que maltrata los cambios. Algo te dice. Yo pienso: ¿cómo podemos estar él, vos y yo en el mismo mundo a la misma hora? Quiero que me escuches, y lo hacés y me decís que ya pasa. Es por eso que está bien, porque es lento y te creo: ya pasa. Qué bueno este aire frío, y que no me cierres la ventanilla.




Over.

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