lunes, 20 de diciembre de 2010

Uno, dos. Uno, dos.






Tu gato tiene pesadillas – dice Ceci, - mirá los espasmos que tiene, ¿con qué soñara?

Ceci vino a mi casa nueva y vio mucha luz, a vos te va a hacer bien, aunque no te guste, sabés lo que daría yo por una de estas ventanas.

Ceci ya no vive enfrente, ni nadie escucha a Sviatoslav Richter y dice: este tipo tiene una mano de más. Nadie viene del sur. Nadie me toca el timbre para avisarme que Keith Jarrett sacó un disco. Llega todo por teléfono. Todo se hizo remoto. Algo no encaja pero tu cabeza recortada por el ventanal, sube y baja las escaleras, esto es así.

El mate es igual. Los cuerpos son iguales. Me toca la nariz y dice “polidipsia psicogénica” y arranca. No, nunca supe de nadie que la sufriera, pero se da. Después te ponés de pie y empezás con la marcha tabética, y los milicos, y yo digo Horowitz. Palabras mayores. No, no tengo ningún disco. No te puedo dejar solo. No.

Mi gato tiene pesadillas y lo despierto y me mira y creo que ya está.


Over.

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