Una mesa de fórmica blanca, toda despintada, y arriba un
cenicero color bronce con una colilla retorcida. Muerta. Vieja. “¿Te gusta si
le pongo El mundo membrillo y las ostras a un cuento?” “Parece un cuento para niños, ¿no?” “Sí, es verdad” “Membrillo con ostras, puaj!”
Sobre un estante de ladrillos, hay una bandeja Technics
impecable. Busco un disco y sale Talking Book del gran Stevie. “¿Anda esto?”
“Claro, pero cuidado que es de mi viejo, con delicadeza.” Pongo el disco y
acerco la púa. La suelto con demasiada fuerza y salta. Otra vez, más despacio.
You are the sunshine… “Qué bien se escucha” “Quién es” “Stevie Wonder, grande
tu viejo”
-
A ver, eso que dice sobre la palabra “ahora”, cómo es
en realidad.
- Dice que la palabra “ahora” no nombra nada. No, como
que nombra algo tan efímero, tan breve, que no puede estar en medio de “antes”
y “después”. O sea, la palabra “antes” tiene un espacio tan grande, casi
infinito, del mismo modo, o similar, que “después”, mientras que “ahora” es un
pasaje innecesario.
-
El tipo dice que se pasa de “antes” a “después” sin
escalas, digamos.
- Una cosa así, o que “ahora” es ese enlace, porque es
cierto que hay un breve límite, es la línea que evita que se encimen, que de
hecho es imposible, claro.
-
Una frontera.
-
Ínfima y sólo a los efectos de que se pueda marcar.
- Bueno, pero uno dice “ahora” con un sentido más
figurado, o amplio. Yo ahora estoy hablando con vos, por ejemplo, pero
enseguida ya “hablé”.
-
Eso, que se pasa de un “hablé” a un “hablaré”, y en
medio es “hablo”, pero que al ser sólo una frontera, se pierde enseguida.
-
¿“Enseguida” se escribe junto o separado?
-
De las dos formas está bien.
- Pero entonces, siempre según este tipo, el tiempo
presente, el verbal digo, no existe, es una convención. Digamos que se armó
toda una estructura ligüística enorme con el presente, con el ahora.
- Bueno, existe, lo que pasa que el planteo pasa por la
brevedad, digamos que casi no existe.
Hay discos de Marvin Gaye y de Donna Summers. También algo
de folklore nacional, uno de los Chalchaleros y otro de Atahualpa. Y Help!, de los Beatles, claro.
Tu padre es una ausencia. Toda muerte es una ausencia, un
periodo. El cuerpo, las ceremonias, el recuerdo entre cristales rotos: pero es
una ausencia. No hay un “ahora” para la muerte, fue o será. La posibilidad de
verte, no es vida en sí, se cuenta al final. Las manos de tu padre en estos
discos, bajo las mías y las tuyas, practicando filosofía inútil, que tanto nos
alimenta. “Ahora” es una posibilidad. ¿Empezamos de vuelta?
Over.
1 comentario:
Hubiera preferido soñar con la cajera del supermercado, ésa de pollera corta, que insinuaba la bombacha blanca mientras pasaba con cara de nada la cindor y las galletitas por el codigo de barras y nosotros nos poníamos locos. Pero no. Soñé con vos; los dos con barba y anteojos negros saliendo de una casa okupa, yendo a cenar por la noche. Fue tan real que cuando desperté tuve la sensación de que había ocurrido. Pensé en llamarte. Pensé: qué tremenda boludez no llamarte. Después el día arrancó y el sueño se perdió en las sombras.
El tiempo demuestra que todo puede pasar, en cualquier momento, sin aviso. Un llamado a deshora, una visita (in)esperada.
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