sábado, 14 de julio de 2012

Aquí.




Una mesa de fórmica blanca, toda despintada, y arriba un cenicero color bronce con una colilla retorcida. Muerta. Vieja. “¿Te gusta si le pongo El mundo membrillo y las ostras a un cuento?” “Parece un cuento para niños, ¿no?” “Sí, es verdad” “Membrillo con ostras, puaj!”

Sobre un estante de ladrillos, hay una bandeja Technics impecable. Busco un disco y sale Talking Book del gran Stevie. “¿Anda esto?” “Claro, pero cuidado que es de mi viejo, con delicadeza.” Pongo el disco y acerco la púa. La suelto con demasiada fuerza y salta. Otra vez, más despacio. You are the sunshine… “Qué bien se escucha” “Quién es” “Stevie Wonder, grande tu viejo”

-         A ver, eso que dice sobre la palabra “ahora”, cómo es en realidad.
-        Dice que la palabra “ahora” no nombra nada. No, como que nombra algo tan efímero, tan breve, que no puede estar en medio de “antes” y “después”. O sea, la palabra “antes” tiene un espacio tan grande, casi infinito, del mismo modo, o similar, que “después”, mientras que “ahora” es un pasaje innecesario.
-         El tipo dice que se pasa de “antes” a “después” sin escalas, digamos.
-        Una cosa así, o que “ahora” es ese enlace, porque es cierto que hay un breve límite, es la línea que evita que se encimen, que de hecho es imposible, claro.
-         Una frontera.
-         Ínfima y sólo a los efectos de que se pueda marcar.
-       Bueno, pero uno dice “ahora” con un sentido más figurado, o amplio. Yo ahora estoy hablando con vos, por ejemplo, pero enseguida ya “hablé”.
-         Eso, que se pasa de un “hablé” a un “hablaré”, y en medio es “hablo”, pero que al ser sólo una frontera, se pierde enseguida.
-         ¿“Enseguida” se escribe junto o separado?
-         De las dos formas está bien.
-    Pero entonces, siempre según este tipo, el tiempo presente, el verbal digo, no existe, es una convención. Digamos que se armó toda una estructura ligüística enorme con el presente, con el ahora.
-      Bueno, existe, lo que pasa que el planteo pasa por la brevedad, digamos que casi no existe.

Hay discos de Marvin Gaye y de Donna Summers. También algo de folklore nacional, uno de los Chalchaleros y otro de Atahualpa. Y  Help!, de los Beatles, claro.

Tu padre es una ausencia. Toda muerte es una ausencia, un periodo. El cuerpo, las ceremonias, el recuerdo entre cristales rotos: pero es una ausencia. No hay un “ahora” para la muerte, fue o será. La posibilidad de verte, no es vida en sí, se cuenta al final. Las manos de tu padre en estos discos, bajo las mías y las tuyas, practicando filosofía inútil, que tanto nos alimenta. “Ahora” es una posibilidad. ¿Empezamos de vuelta?


Over.

1 comentario:

gasper dijo...

Hubiera preferido soñar con la cajera del supermercado, ésa de pollera corta, que insinuaba la bombacha blanca mientras pasaba con cara de nada la cindor y las galletitas por el codigo de barras y nosotros nos poníamos locos. Pero no. Soñé con vos; los dos con barba y anteojos negros saliendo de una casa okupa, yendo a cenar por la noche. Fue tan real que cuando desperté tuve la sensación de que había ocurrido. Pensé en llamarte. Pensé: qué tremenda boludez no llamarte. Después el día arrancó y el sueño se perdió en las sombras.
El tiempo demuestra que todo puede pasar, en cualquier momento, sin aviso. Un llamado a deshora, una visita (in)esperada.