"The past beats inside me like a second heart"
Recuerdo no sin detalles, el último día de cada uno de
nuestros veraneos. Llevalo a ver el mar,
le decía mi madre a mi padre. Entonces, plateado por el brillo del primer sol
de la mañana, el mar se hinchaba en olas que se desinflaban al llegar a la
orilla. Así cada vez. Hasta que no fuimos más.
El mar bien pude ser un montón de agua junta que se mueve. Y
sin embargo no lo es. Ni siquiera cuando parpadea la noche limpia, se apaga su
rumor tembloroso: el miedo a todo ese indomable espacio oscuro que se rompe y
vuelve a nacer.
El mar también es el personaje de esta novela de Banville,
omnipresente como un escenario eterno. Una obra que, por sobre todas las cosas,
carece del argumento típico, ese que enseñan en la escuela, donde hay una
introducción, un desarrollo y un desenlace. Y donde el maestro otorga un uno
como puntaje ante la alteración.
La literatura inglesa no abunda en estas cuestiones. Quizás
ninguna literatura lo haga, pero el siglo veinte (y antes también) encuentra en
Latinoamérica, un espacio donde se desarrollan estas elecciones. Desde Cortázar
a Saer, pasando por Carpentier y Lezama Lima, y por qué no a Rulfo. Esa especie
de predilección por el uso de las estructuras y el lenguaje como centro de la
narración, restándole protagonismos a los argumentos o hechos. En otras
palabras (era tan simple), la exacerbación de la poética en la prosa.
Banville nos cuenta la historia de un hombre que ha
enviudado recientemente, y vuelve al pueblo donde veraneaba de niño, con la
intención de espantar ciertos recuerdos. Allí conocemos la historia de una
primera novia (de un primer amor, mejor dicho), la muerte, el desprecio, la
ternura, y esos cinceles que los años de la infancia esculpen irrevocablemente
en nuestras mentes.
No hay mucho más que decir, porque el secreto es la lectura.
No es improbable que esta novela no guste, que se torne pesada por momentos,
que luzca monótona e inconducente, que se engorde de reflexiones y
descripciones de la noche y el mar. Es más, eso es lo que es. Una novela de
escritores para escritores, que afortunadamente saltó ese dudoso cerco y llegó
al público más amplio. (¿Qué será un “público más amplio"?)
Un público más amplio. A quien le golpee esto:
“Una cosa que siempre me llamó la atención fue el contraste
entre el nido y el huevo, me refiero a la contingencia del primero, por muy
bien construido o hermosa que fuera, y la entereza del último, su prístina
plenitud. Ante de ser un principio, un huevo es un absoluto final. Es la propia
definición de lo que es autosuficiente. Odiaba ver un huevo roto, es ínfima
tragedia.”
O esto:
“Quizás estoy aprendiendo a vivir otra vez entre los vivos.
Practicando, quiero decir. Pero no, no es eso. Estar aquí no es más que una
manera de no estar en otra parte.”
O esto:
No quiero estar solo así. ¿Por qué no te me has aparecido
como un fantasma? Es como una niebla este silencio tuyo. (…) Mándame tu
fantasma. Atorméntame, si quieres.”
The Sea. John Banville.
Over.