Lo entendí sin haberlo visto antes, tu cara en el porvenir,
y de repente, mientras cogíamos, llorabas con fuerza, un llanto que no era de
angustia ni de dolor, ni siquiera de bronca, más bien una respuesta emocional
del vértigo, el amor neutralizando el mundo, como un alivio general y dulce en
todo el cuerpo, y ya no importaba yo ni nadie ni nada, por eso el cuerpo eligió el llanto
como lenguaje, para imponer su desconcierto ante una forma inmaculada de la
felicidad.
Over.
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