lunes, 21 de noviembre de 2011

Will there ever be another you?





El “problema” con Another Earth es que ya hemos visto muchas de las partes de su guión en otras pelis. El choque de autos, la muerte, la joven promesa destruida, su regreso a la sociedad, su búsqueda para lavar culpas, el sobreviviente torturado, y hasta esa otra historia lateral con la idea ya varias veces transitada: out of the blue, aparece otro planeta en el cielo que no sólo parece ser como el nuestro, sino más bien una versión, aparentemente con nosotros mismos en él, en forma de espejo, vaya a saber uno de qué modo.

Si al terminar de ver la película repasamos el primer párrafo y nos quedamos con él, el problema seguirá, despreciaremos o no le prestaremos mayor atención al film. Quizás hablemos de él. Quizás no.

Pero en mí, la historia se abrió de otro modo, y no hay dudas de que esas aproximaciones interiores son las únicas que cuentan. Todo me llevó a Cortázar, a esa magia con la que introducía lo irreal en un contexto prolijamente normal, como parte de nuestra lucidez. Es una forma de construir símbolos, para que los apliquemos a otras posibilidades. Si un planeta se duplica, no se habla de DOS planetas, sino de la duplicación, de versiones, de escapatorias. En otras palabras, pueden ser dos casas, dos ciudades, dos puertos, lo mismo da en este caso.

Desde esta elección, la película nos pone atentos: ¿Cuál es la gran vida que nos enfrenta? ¿Cómo circula y cuándo se detiene ese ineludible plan B que se desprende de todo lo que elegimos? Dicho esto, no es casual que el personaje de Rhoda elija limpiar una escuela como trabajo. Y menos que, siguiendo el mismo patrón, elija limpiar la casa de quien ha resultado su víctima.
Tampoco es inocente ese personaje que parece lateral, su compañero de trabajo que decide, usando lavandina, dejar de oír y ver para siempre. Pero no se ha cortado la lengua. A tener en cuenta.

Menos sutil es, la burda presentación de otro planeta, tan obvio, como esa comunicación que replica por radio las preguntas. Temprano nos damos cuenta de que todo es una puesta en escena, la forma que encontró el director para contarnos la historia. La elección de Rhoda como pasajera del primer viaje a esa llamada “Tierra II”. Y el final, esos treinta segundos que dejan claro todo, que trasuntan la inquietud de todo el film: ¿Qué le dirías a tu otro yo si lo tuvieras frente a ti? ¿Qué le preguntarías? ¿Te animarías a escuchar alguna respuesta?


Over.


PD: La hermosa canción en la hermosa voz:







2 comentarios:

Anónimo dijo...

Todas las de ese disco me las aprendí de memoria ...
B

Hernán Galli dijo...

...