sábado, 19 de mayo de 2012

No mires.


Lina vivía en una casa enorme. La cocina daba a un jardín de invierno que su madre cuidaba todo el tiempo. Lina fumaba todo el tiempo. Lina nos miraba a Tini y a mí y, masticando humo, nos decía: Siempre con esas plantas, se termina mimetizando, pudo ser una gran mujer, todo es culpa de papá. O de ella. Voy cambiando las culpas con el tiempo.
Tini me largaba sus ojos de hartazgo. Yo le contestaba con indiferencia. Después nos íbamos al parque a perder el tiempo.

Aquella vez, Tini habló del basilisco. Es como un ser mitológico, que según dicen, te podía matar con la mirada.
Lina dijo que le sonaba a varias mitologías. Tini preguntó cuáles, pero Lina dijo no recordarlas en ese momento.
 Tini agregó: Es como una serpiente con alas, y con cabeza de pájaro. Qué fantasía tan eterna, ¿no? Cualquiera dice eso de “te mató con la mirada”. Sólo que éste te mataba en serio. Qué bueno tener ese don.

Lina tosió dos veces y pisó el cigarrillo. “No, sería terrible, lo que mirás se muere, o vivís con los ojos cerrados o terminás como Edipo”.

Sería como el mito del Rey Midas, por lo del don falsamente positivo, digo.

Lina encendió otro cigarrillo y Tini deslizó un “puede ser”. Cuando volvimos, buscamos unas fotos de ese basilisco. Al final no las encontramos y terminamos jugando al dominó. Y yo perdí. Y Lina ganó. 


Over.


2 comentarios:

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Anónimo dijo...
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