Anthony Burgess se (nos) pregunta si es culpa del frío que
haga frío. En ese remanso espiralado que intenta ubicar responsables, podríamos
citar entera la novela de Lish.
No es menor saber que este autor fue el editor de Raymond
Carver, porque nadie puede desmentir que ambos escritores transitan un mismo
estilo. Mejor dicho, Lish intervino varios cuentos del Carver, casi siempre
para, de algún modo, podarlos, cuya eficacia es controversial: lo de “mejor” o “peor”
es un análisis que en literatura no responde a estructuras fijas. Es un análisis
que no pocas veces fracasa, toda vez que no existen lectores fijos. Pero eso es
otra cosa.
Perú es una novela que conmueve, que solicita atención
constante pero que no exige esfuerzo. Digo, repito, vuelvo: ¿podría Carver
haber escrito una novela en la misma clave que sus cuentos? Yo creo que no. Y
el ejemplo es esta obra, donde la minuciosidad restringe la extensión. La lúgubre
crudeza de ciertos pasajes, opera como capas de algo medio vacío que termina
por hacer rebalsar el contenido.
La obra tiene estilo. Dividida en tres partes, me parece
fascinante que la primera de ellas, de apenas unas páginas, ponga de manifiesto
lo que vendrá, para que uno pueda seguir o no. Si se sigue, se abre un mundo quebrado,
como si alguien relatara un sueño minutos después de haber chocado con su coche.
Hay precisiones, giros, evocaciones, repeticiones, oraciones cortas, digresiones.
Hay todo eso pero también se logra un ambiente inquietante, donde en medio de
una simple descripción, se narran hechos conmovedores.
La historia es simple: Un hombre recuerda su infancia, más específicamente
un momento de ésta. A los seis años, mientras jugaba con otros niños, asesina
con una azada a otro compañero. Este hecho es descripto a lo largo de toda la
novela, en pequeños recuerdos que vuelven una y otra vez, sumando precisiones.
Se podría analizar el texto profusamente. Por ejemplo, la
razón por la cual el hombre recuerda los hechos. Su propia herida que trae de
vuelta lo sucedido. Los distintos personajes, en los que la arena cumple un rol
metafórico exacto: ¿qué otra cosa es acaso esa facilidad que tiene la arena para
meterse debajo de las uñas y lograr que uno sienta que siempre queda un grano
dentro? Las diferencias de clase, el modo en que la mente de un niño procesa
todo lo que lo rodea, desde sus padres, sus amigos hasta la escuela y las
maestras.
Se podría analizar profusamente. Para eso, debería borrar
todo lo que escribí arriba y empezar de vuelta. No quiero. Simplemente quería
decir que Perú es una novela que no permite la indiferencia, que algo moverá dentro
de cada alma. Lo que se dice arte. Arte del bueno.
Over.
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