Hay una hora esencial, resumen de miles anteriores y dique
insuperable de las que están por venir.
Porvenir.
Hay una hora visceral donde tiemblan tu cara y este resto de
tiempo que es ahora.
Ahora.
Las horas lentas del duelo: no son nada. Nada. Ni siquiera
esta emergencia de años turbios. Porque ahora es tiempo de clausura, de lejanías
imposibles: yo-allí-pensaba-quería-no-sabía.
Amén. Amen la hora esencial que flota una sola vez, hasta
hundirse para siempre en el barro cerebral, atrayendo, inevitablemente, todo
lapso similar. Similar.
Amar, amen, amén.
Over.
1 comentario:
Uf.
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