Lina llegó tarde, empapada por la lluvia y el paraguas imposible. Lina jamás lleva paraguas. Ahora que tiene un hijo quizás sí, pero lo hará por él, me juego todo lo que tengo por la certeza de que no resignó estas tonterías. “Me das lástima”, me diría Lina, y yo me reiría.
Llega Lina y nos dice que encontró un texto alucinante. Lina usaba la palabra “texto” para cualquier cosa escrita. Un cuento era un texto; una novela o una obra de teatro, también. “Escuchen, ustedes, que tanto quieren escribir, escuchen esto”, nos ordenó a Tini y a mí que le festejábamos esos desplantes.
Pero Tini, aquella vez, estuvo sorprendente, y le espetó: “A ver, ¿será un texto de un tal Cortázar que parece que escribió una novela muy buena?” Lina, atacada, es feroz. “¿Cortázar? ¿Ese del que me contaste que no pudiste ni llegar a la mitad de 62?
Bueno, Lina, largá, dale.
“- A Natalie se le apagó el alma. El lunes pasado tuvo la oportunidad de ganarse un millón de dólares, y los rechazó. Te lo repito: Rechazó un millón de dólares.- dijo Henry, enfatizando la palabra “millón”.
- ¿Y qué debía hacer? – preguntó Syl.
- Firmar una novela que no era de ella. Parece que por razones que no sé bien, la verdadera autora no podía firmarla, y como la novela iba a ser llevada al cine, necesitaban la firma de alguien. Como ella trabaja en esa agencia de producciones, se les ocurrió que ella la firmaría, cobraría 7 millones de dólares y sólo se quedaría con uno. Un millón de dólares, entiendes.
- Nadie ofrece esa cantidad de dinero por lo que tú llamas una tontería. Algo debería haber que tú no sabes.
- Natalie me dijo que no lo había hecho porque la novela era lamentable, y que su nombre sería arruinado de por vida.
- Ella es escritora, Henry.
- Sí, sí, vamos, pero con un millón te publicas lo que quieres.
- Sabes, Henry, todo lo contrario, a Natalie se le encendió el alma, y ganó mucho más de lo que tú crees. Natalie rechazó un millón de dólares. Ni tú ni yo lo haremos jamás, como la mayoría de hombres y mujeres de este mundo. Mucha gente tiene un millón, pero muy poca lo rechazó. ¿Me entiendes Henry?
- Entiendo que eres una chiquilla fantasiosa, no has crecido aún.
- O quizás sí, y por eso tú nunca me entenderás. Ni entenderás a Natalie.”
Over.
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