domingo, 7 de septiembre de 2008

Eso, que me salí de mí, qué tanto!


No sé por qué preguntan tanto, simplemente empecé por las manos, primero la izquierda sostuvo a la derecha y así me la fui metiendo para adentro. Para la izquierda usé la boca, más precisamente los dientes, mordí la punta de unos de los dedos y tiré para adentro. Ya con las manos en mi interior, todo fue mucho más fácil. Tiré de mi cabeza para abajo y después con las dos manos agarré la pierna derecha y la traje hacia el estómago. La pierna izquierda no ofreció gran resistencia, pero me aseguré de bajar hasta el piso ya que la caída hubiera sido un problema, a esa altura las manos no eran tan controlables.

Bueno, nada, eso, me traje la pierna izquierda y ya. ¿Por dónde salí? Por el ombligo, por dónde más, de adentro se abre con una facilidad pasmosa, se lo da vuelta y cede. Cede todo, porque se abre lo suficiente como para que uno pudiera salir.

Ahora sí, me llama la atención con qué alarma se tomó todo esto. Desde sectas satánicas hasta milagros divinos, señales extraterrestres o venta de órganos. La mafia también, siempre se la culpa a la mafia de algo, y nadie chilla.

Pero ya ven, nada de eso, simplemente tomé la decisión de salir de mí, cansado ya de estas imposiciones limítrofes que la piel, tan autoritaria ella, se la pasó imponiéndome toda la vida. ¿El primero? Hay tanta gente que se sale de sí misma, parecería que no todos vivimos en el mismo mundo, joder.


Over.


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