lunes, 13 de octubre de 2008

Escribir, obvio.


Escribir, como si una tonelada de maldiciones pudiera ser expiada por la palabra, todo el tiempo escribir, leyendo a los idiotas que tienen horarios-fórmulas-recetas, artesanías berretas para críticos del montón.

Escribir a la fuerza y en libertad, porquerías y perlas, Adonis del subdesarrollo literario, migajas de un concepto vulgar.

Escribir sin editoriales, con editoriales, con lectores, sin lectores, disparar sin blanco, llover balas de sentido, munición al por mayor de talismanes y bijouterie.

Escribir como antídoto, como veneno, como justicia para espíritus vengativos, voraces, ingenuos.

Escribir hasta la última gota de luz, ésa que perfora las pupilas del amanecer.

Escribir a pesar de todo, de tu fortuna, mi escondite, los años en contra y la sana costumbre de evitar los decálogos. Escribir como el amor, y qué!



Over.