miércoles, 8 de octubre de 2008

Tu nombre



Estaba leyendo una colección de historias chinas, esas que van de “el discípulo le pregunta al maestro”, y que termina siendo la forma oriental de la parábola o la opción humana de las fábulas de Esopo, o qué se yo, y por el medio aparece tu nombre. Sí, tu nombre. Que yo sepa, tu nombre no es ni chino ni oriental y hasta me parece que es un poco moderno, como esos nombres de moda que les ponen a los niños como si fueran un zapato verde o unos pantalones Oxford.

Lo primero que pensé fue que me habían vendido un libro falso, cuyo autor era argentino o panameño o mexicano y que se escondía tras el nombre un poco obvio de Chung Tse, y que a mitad de camino, por olvido o a propósito, puso ese nombre, tu nombre, para que sepamos que todo era un invento. Yo creo que con un poco de esfuerzo, imaginación y ganas, no es muy difícil escribir uno de estas historias chinas con final metafórico. Sí, ya sé, con esfuerzo, imaginación y ganas se puede hacer casi cualquier cosa, pero me refiero a este supuesto autor chino a quien se le ocurrió tu nombre en medio de su libro inventado.

Y en tren de asociar, me pregunté si el autor argentino, panameño o mexicano te conocía de algún lado. Si te conocía desde antes de mí o si fue tras quien corriste el día que me dijiste que te ibas y que odiabas todas las idioteces típicas de las despedidas de amor con fundamentos y palabras prolijas, y me voy porque no quiero estar más contigo. Yo te dije que a lo mejor nos volvíamos a ver alguna vez, por decir algo y por sonar un poco intelectual, por no decir frío (por no decir idiota), y ahí nomás me explicás que era lo último que hubieras querido escuchar, que yo te parecía un manual de telenovelas y que por eso creías que las cosas no habían funcionado.

A mí me pareció que las cosas no eran así, porque cuando nos conocimos y yo te dije que estudiaba arquitectura, vos me dijiste que te parecía muy interesante eso de diseñar casas y edificios que tenían que ver con la identidad de una ciudad, es más, también me dijiste que menos mal que no estudiaba para ingeniero, que esa gente no tiene imaginación. No estoy de acuerdo, pero me cayó bien que me lo dijeras entonces, me hizo sentir diferente y mejor, y después cuando te mostré el proyecto del centro comercial te quedaste mirándolo con los ojos abiertos y me dijiste que era una gran idea lo de poner pantallas en todos los pisos para mostrar partes de la película que se estaba proyectando en los cines. Eso también me hizo sentir diferente y mejor.

Entonces, cuando me dijiste lo del manual de telenovelas, me dolió porque me igualabas a un montón de idiotas. Creo que aun me querías y que el problema es que había otro. Algunos dicen que una cosa no invalida la otra, pero supongo que es cierto eso de que si no te quieren el resto viene solito. Y bueno, yo siempre creí que te ibas a ir con un escritor, pero no con uno famoso o reconocido, sino con uno de esos que escriben después del trabajo y les dicen a sus mujeres que un día van a vivir de lo que escriben y siempre están escribiendo la novela que cambiará el rumbo de la literatura.

Justamente, ahora se me ocurre que este Chung Tse es un fabulador, (así que lo más probable es que sea argentino), que escribió ese libro de semblanzas chinas, y la forma de dedicártelo fue escribir tu nombre en medio de una historia y ¿qué te habrá dicho? ¿qué se cree muy inteligente por hacer eso? Escribió un libro de supuestas historias chinas, firmó con un estúpido seudónimo chino y encima usa tu nombre totalmente fuera de lugar. Aparte, ¿te parece la historia para el que lo usó?:


El aprendiz le pregunta al maestro: ¿Por qué nadie se sorprende al ver caer una roca al piso?
El maestro le responde: ¿Por qué nadie hace tu pregunta?
El aprendiz responde: Porque a nadie le debe interesar.
El maestro dice: Entonces a nadie debe interesarle la sorpresa.
El aprendiz pregunta: Maestro, ¿la sorpresa interesa o aparece sola?
El maestro responde: Nadie pregunta sobre la sorpresa. La gente se sorprende. ¿A ti te sorprende que una roca caiga al suelo?
El aprendiz responde: No, lo que me sorprendería es que se fuera al cielo o hacia un costado, flotando en el aire. Busco una analogía y veo que nadie se sorprende si la ve caer.
El maestro sentencia: La sorpresa y la repetición son claros enemigos.
El aprendiz dice: Con todo respeto, Maestro, pero eso suena obvio.
El maestro dice: Entonces también lo es tu pregunta.


Después resulta que el aprendiz se encuentra con una mujer de la cual se enamora, ahí aparece tu nombre, y le cuenta su conversación con el maestro y ella le dice que se sorprende cuando una roca cae y al aprendiz no se le ocurre pensar otra cosa que el amor es una obviedad compartida. Cómo puede ser que estés con un tipo así, que piensa así del amor, dios, ese sí que es el perfecto manual de telenovelas.

No creas que estoy enojado, para nada, simplemente me llamó la atención leer tu nombre después de tanto tiempo, y me hizo recordar lo que me dijiste cuando me dejaste, y nada más. El libro lo vendí en el parque y con lo que me dieron me compré una Coca Cola. Es increíble, pero en pleno invierno la temperatura es altísima, creo que dijeron 28 grados y que el cambio climático hace de las suyas y que Greenpeace está armando algo para tomar conciencia. Un concierto o el bloqueo de unas fábricas, no me acuerdo bien.


Over.

No hay comentarios: