martes, 21 de octubre de 2008

La mayoría de los hombres es



Hay una clara confusión entre lo llamado “natural” y lo “lógico-mayoritario-razonable”. Para quien no lo sepa, es natural todo lo que pertenece a la naturaleza, es un atributo que afecta a todo el universo. Claro que se fuerza el significado ateniéndose a que no se puede incluir dentro de la naturaleza a la intervención humana. Esa última definición es propia de un intervencionismo religioso, arraigado a un teocentrismo implacable: toda creación que esté fuera de la órbita divina es una “subcreación”, y por tanto, no natural.

Salvado ese último estrechamiento de la mente, es claro que la palabra “natural” lleva en sí un concepto meliorativo, haciendo referencia a algo bueno o sano, desde lo corporal hasta lo moral. Por contrapartida, lo no natural es objeto de ataque y reproche.

Exempli gratia: “Los homosexuales son no naturales, ya que si todos fueran homosexuales no habría procreación, y el hombre está hecho para continuar la especie”. Tantas veces repetida la frase que antecede, y cada una de esas veces conllevando un disparate semántico y especulativo.

En primer lugar, un homosexual es natural per se, no puede existir tal cosa que se denomina “error de la naturaleza”, porque el concepto es abarcativo: “todo lo que concierne a la creación y el universo”.

Por otra parte, dónde dice que el hombre está creado para continuar la especie. Las evidencias histórico-biológicas describen la preservación como mecanismo inducido en los seres vivos, y aunque pasible de un exceso de hedonismo, nadie puede desmentir que el motor radique en el placer y no en la tan mentada continuación de la especie.

Por caso, la especialización evolutiva anuncia la capacidad de los seres vivos para apropiarse de tiempo placentero, de manera tal que se pueda alimentar el propio destino incierto, sin detenerse en especulaciones ontológicas que hacen justamente lo que su nombre indica: contemplan y analizan.

Nada de lo que existe es antinatural o no natural. Los desvíos son incursiones de aislamiento, contrarias a la mayoría, pero no por eso moralmente atendibles. Condenamos el dolor, la injusticia y el sufrimiento, aplaudimos su castigo, pero no podemos tolerar que se trate de una cuestión de cantidades. Si todos fueran asesinos, el asesinato sería la norma, y el perdón, la condena. Las cosas no son como Dios manda, eso es lo que quería decir.


Over.

No hay comentarios: