jueves, 7 de agosto de 2008

No hay olvido, seguro. Las Penas...



Sí, sí, era chico, pero muy atento, y me acuerdo que mi viejo decía “un día peronista” cuando había un clima y un sol casi perfectos. Lo decía con sorna, repitiendo algo que no le caía bien. Muchos años después, otra vez lo de “un día peronista”, pero con inversa ironía, hablando de un día fatídico, gris y lluvioso, escrito en el último renglón de la última página de esa gran novela que escribió Osvaldo Soriano: “No habrá más penas ni olvidos”.

Soriano, qué escritor, qué manera de agarrarte de la cabeza y no soltarla hasta que pone el punto. Triste, Solitario y Final, un gag tras otro, como si fuera un collage de pequeñas escenas que no se pueden dividir. Una novela que veinte años antes, narró lo que narra “Muertos de Risa”, la peli de Alex de la Iglesia.

Hay algo en Soriano que no se encuentra en ningún otro escritor argentino: el don de narrar la acción hasta el punto de confundir las palabras con imágenes. El don de narrar coloquialmente la prosa. El don de no escribir de más, de no aleccionar. El don de que no le pesen ni Borges ni Cortázar. Ni Marechal ni Arlt. Ni Mujica LAinez ni Saer. Es Soriano.

Claro que comparte muchas cosas con otros escritores argentinos: el rechazo por el éxito y las condenas por vender demasiados libros. Es insólito, pero eso, en este país, es mal visto. Por los que ven mal, queda claro.

"No habrá más penas ni olvidos", un día peronista y esa escena asombrosa del avión cargando bosta y arrojándola sobre todo el pueblo de Colonia Vela. Una de las imágenes más fuertes y simbólicas de la época que narra la novela. Una época llena de símbolos y balas. Y de Soriano, por suerte.




Over.



No hay comentarios: